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Candela Bado. Foto: s/d de autor, difusión

Cualidades contradictorias: esculturas de Candela Bado inauguran el espacio expositivo Líquido

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En el octavo piso de un parking céntrico, en el límite con Ciudad Vieja, con la ventaja de que, una vez allí, se puede acceder, por escalera, a una terraza con vista privilegiada a la plaza Independencia, el jueves pasado inauguró el espacio expositivo Líquido.

La muestra que funda el lugar, Los espacios otros, de Candela Bado (1991), ocupa con comodidad un área vidriada y austera que se presenta ideal para circular entre piezas cerámicas que tensionan la idea previa que se suele asociar a ese material.

De hecho, Valentín Benoit, curador y director de Líquido, que la define como una galería para artistas emergentes de América Latina, se movía la noche del vernissage entre el público con un collar hecho de los mismos eslabones cerámicos que a mayor escala Bado instaló como un enigmático cortinado. Los tonos logrados en la obra –blanco, tierra y negro– responden a distintos tiempos de cocción y no sólo despiertan preguntas sobre los desafíos de su ejecución, sino que logran reflejar, como apunta Benoit desde la plaqueta de mano, a modo de sucinto catálogo, “la dicotomía entre la fuerza y la fragilidad que poseen los objetos, tanto a nivel matérico como simbólico”.

Allí reside la intencionalidad de esta primera exhibición individual de esta licenciada en la Royal Academy of Fine Arts de Países Bajos, donde se especializó en escultura e instalación. Bado condensa y recorre lenguajes y narrativas dominantes como si fuesen una ciudad, un hábitat que es un curso histórico apropiado y vuelto a conjugar. En él hay pequeños promontorios similares a ruinas jesuíticas de diminutos ladrillos, paredes de azulejos blancos grafiteados como garabatos difusos en azul pálido (en lugar de la tradicional cerámica azul y blanca), bustos atravesados por líquido como tinta derramada, manos de uñas esculpidas, de señales confusas, de roles transgredidos.

“A través de mi obra me interesa cuestionar el poder que tienen los objetos asociados al imaginario colectivo”, comenta la artista, que expuso en Europa y en 2018 fue seleccionada para el 58º Premio Nacional de Artes Visuales Linda Kohen, en un corto documental dirigido por Pedro Duarte Gurméndez. Allí dice interesarse por la construcción de la identidad y de “aquello que somos antes de adaptarnos”. Bado, que además es docente, reside actualmente en Montevideo, donde desarrolla el proyecto colaborativo Fruta Furtiva, enfocado en crear objetos de cerámica fomentando el uso de la imaginación como medio de conocimiento.

“Al apropiarse de lenguajes característicos de diferentes culturas visuales y yuxtaponerlos, pretende esculpir nuevas imágenes de quienes somos”, sostiene Benoit, quien advierte que lo que a primera vista puede confundirse con una reinterpretación lúdica es una audaz ruptura.

La curaduría de la muestra es de Benoit, el montaje corresponde a Magnone Exhibition Mounting y la iluminación fue diseñada por Darío Invernizzi. La iniciativa cuenta, además, con un financiamiento parcial del concurso Ventanilla Abierta, Fortalecimiento en las Artes Visuales, de la Dirección Nacional de Cultura.

Líquido también quiere romper preconceptos al plantear que “está localizado en el mundo: sus exhibiciones itinerantes están acompañadas por una presencia virtual”, asegura su impulsor, un joven economista e historiador de arte graduado en la Universidad de Nueva York, en Abu Dabi.

Los espacios otros, de Candela Bado, se puede visitar en Líquido (Parking Florida, 8º piso, San José 784 esquina Florida) hasta el 17 de octubre, de lunes a viernes de 15.00 a 20.00 y sábados y domingos de 13.00 a 19.00.

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