Después de un año de demora debido a la pandemia, el sábado comenzó la edición número 59 de la Bienal de Venecia, la feria de arte contemporáneo más antigua y prestigiosa del mundo, que continuará hasta el 27 de noviembre. Bajo la dirección de Cecilia Alemani, esta es la cuarta ocasión en que la curadora es una mujer y la primera, en 127 años de historia, en que la mayoría de los artistas no son hombres.
La exhibición principal de Alemani, titulada La leche de los sueños por el libro de la pintora y escritora Leonora Carrington, es sobre la que gira el resto de la exposición, con 80 pabellones nacionales, incluido el de nuestro país, que tuvo su inauguración el jueves 21 de abril con la exposición Persona, del artista Gerardo Goldwasser, curada por Pablo Uribe y Laura Malosetti Costa.
Goldwasser propone un vínculo entre el arte, la sastrería y la violencia, mostrando ese oficio del dibujo sometido a reglas precisas y vinculándolo con la memoria y el trauma a partir de su propia historia familiar. Así lo explicó a la diaria la directora nacional de Cultura, Mariana Wainstein, presente en Venecia para el evento: “Todo tiene que ver con la sastrería porque el artista recibió un manual de su abuelo, que era sastre. Su abuelo estuvo preso 16 días en un campo de concentración y lo salvó hacer uniformes del ejército nazi. Después logró llegar a Uruguay con toda su familia”, explicó mientras recorría el pabellón.
“El proyecto tiene mucho que ver con las medidas y la uniformización de la gente”. Lo primero que encuentra quien ingresa es un espejo, instalado en el acceso al pabellón, que forma parte de Medidas directas. “Allí podés mirar cómo estás vestido, la ropa que te pusiste hoy, cómo lucís”. En realidad, Persona se compone de cuatro obras. Además de la que está en el acceso, hay otra que se llama El saludo y consiste en una sucesión de mangas. Le sigue Medidas rígidas (una regla de madera y barniz). En medio del pabellón se encuentra la pieza central, Mesa de corte, formada por bobinas de paño. “Son unos rollos gigantescos, arrolladores, que tienen moldes en el medio. Y un último detalle de la muestra es una cosa performática, porque trajeron un sastre de Venecia que te toma las medidas y te las da en un papelito”.
Wainstein contó que la inauguración fue muy conmovedora. “El stand uruguayo está pegando fuerte en la bienal. Tenemos el pabellón más chico en el lugar, es como que compramos en el pozo en el mejor barrio. A alguien muy audaz en 1960 le ofrecieron comprar este pabellón, que no sé si era el lugar donde se guardaban las herramientas, porque es mucho más chico que los otros pabellones. Son 60 metros cuadrados y este año nos dedicamos a arreglarlo, le pusimos aire acondicionado y control de humedad, y estaba impecable esperando a los artistas, que pudieron venir en tiempo y forma”.
“Es un proyecto austero, pero serio. Y está pegando. Para darte una idea: en dos días salimos en 15 medios italianos”, destacó. También habló del apoyo de empresas privadas que se sumaron justo antes de la inauguración. “Soy muy defensora de eso y tenemos que seguir ese camino. Las empresas apoyaron desinteresadamente, no hubo retorno fiscal ni nada por el estilo, porque fue todo a último momento para reforzar. Nos sentimos muy en equipo: el sector privado, el Estado, los artistas... Todos contentos y haciendo las cosas en serio. Ha pasado mucha gente por el pabellón en estos días y todo el mundo sale impresionado, y la verdad es que está bueno”.
Se espera que unas 600.000 personas pasen por allí. “No podemos mirar para otro lado, tenemos que buscar sacarle el mayor provecho, junto con la cancillería, con el Ministerio de Turismo y con todos los que puedan estar involucrados”.
El sábado fueron anunciados los premios León de Oro, que fueron para Gran Bretaña y la artista Sonia Bryce en la categoría mejor pabellón y para la escultora estadounidense Simone Leigh en la categoría mejor participante. En cuanto al León de Oro a la trayectoria, también recayó esta vez en artistas mujeres: la artista, poeta, cineasta y activista chilena Cecilia Vicuña y la alemana Katharina Fritsch.
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