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Samantha Navarro (archivo, agosto de 2018).

Foto: Ricardo Antúnez, adhocFOTOS

Dulces pecadoras, el show que une a las bandas de Samantha Navarro y Ana Prada

3 minutos de lectura
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Este sábado, siete mujeres interpretan un repertorio de canciones especialmente arregladas para la ocasión como parte del ciclo Marea.

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“Al día de hoy, según la bitácora que lleva la Chacha, tenemos unas 80 canciones en nuestro repertorio, que incluye tanto canciones originales como versiones”, dice Samantha Navarro. La Chacha es la percusionista Ana Claudia de León y lo que calcula es el tamaño del arsenal musical de La Dulce, que regresa este sábado a los escenarios con una formación que se completa con Andrea Viera y Mariana Vázquez.

La banda tuvo su origen en octubre de 2000 como un proyecto de mujeres que dejaban a un lado por un rato sus proyectos solistas para probar una mezcla de rock, pop y canciones de folclore de diferentes países. En 2004 el sello Perro Andaluz editó La Dulce en vivo, su debut discográfico, y en 2008 Bizarro Records lanzó Sed, su segundo y último LP hasta la fecha, con pegadizas canciones como “Noche”, “Jardín Japonés” y otras de ritmos exóticos, como “Consumidor final” y “Cielo”.

En La Dulce siempre hay lugar para el universo poético y humorístico de los discos solistas de Samantha. Su música, en cambio, tiene la identidad de un colectivo, teñida con los colores de cada una de sus integrantes y sus gustos personales, que toma forma en melodías serenas y armoniosas. “Andrea aporta todo su swing con los arreglos de saxo y flauta y su poder de improvisación. Mariana mantiene todo en orden, lleva el pulso de la banda con sus guitarras, ukelele y cavaquinho y es la más organizada. Ana Claudia es el ritmo y la ambición, combina batería, percusión y accesorios insólitos. Yo soy la frontwoman, últimamente también la productora y, cuando no tengo escapatoria, toco guitarra base. Todas participamos en los arreglos”, detalla la cantante.

Durante algunos años la autora de “Tengo recuperación” vivió con su pareja y su hijo en una casa de la Ciudad Vieja. “Cuando nos fuimos de ahí, huyendo del encierro de la pandemia, al principio extrañamos el barrio, sobre todo por la movida cultural, pero ahora ya estamos totalmente adaptadas”, cuenta desde su actual hogar en la costa canaria de Shangrilá. El cambio les trajo el acceso a espacios verdes, playa, otros aires, y a la cantante Ana Prada como vecina.

“Es algo muy maravilloso lo que nos pasó”, dice sobre el evento que propició un nuevo encuentro con su colega. “Un día nos encontramos con Ana en el cumpleaños de la hija de [los músicos] Camila Sapin y Pedro Alemany, que también son vecinos, y le contamos del jardín al que va Simón, nuestro hijo, para que fuera Hugo [el hijo de Ana]. Así fue que se vinieron para Shangrilá. Desde entonces hemos tenido oportunidad de compartir mucho tiempo y de alimentar una amistad antigua que ahora se volvió muy cotidiana. De ahí salen muy lindos proyectos”.

Por ejemplo, Dulces pecadoras, un espectáculo de La Dulce y de Ana Prada con una banda ensamblada a la que se suman Julieta Taramasso y Sabrina Díaz, bajista y tecladista de La Pecadora. Samantha promete un repertorio con clásicos y nuevas canciones de su banda, y Ana, las de No, su LP más reciente, y todos sus hits.

Otro proyecto es el antecedente inmediato del que están a punto de estrenar: en marzo de 2022 Samantha “re-presentó” Mujeres rotas (un álbum al que le había faltado una ocasión de este tipo cuando vio la luz, en 1998) en el teatro Solís junto a su amiga Ana.

Unos casilleros más atrás, la autora de “Soy otra” y el periodista argentino Mariano Molina hicieron un programa de radio (Otras maneras) e invitaron a Samantha para hablar del LP que traía, entre otras, “Loreley” y “Mujer tupperware”: “Para mí es un discazo”, afirma Ana. “Tiene un fuerte contenido de género. En su momento no fue leído desde esa perspectiva, como puede pasar ahora, después de que muchas mujeres y varones transitamos un proceso de deconstrucción. Mientras estábamos al aire en el programa, le dije a Samantha: 'Tenés que hacer este disco de nuevo y con La Dulce, que es tu banda de mujeres', y me contestó: 'Bueno, lo hago, pero si vos también formás parte del show con algunas de tus canciones'. A partir de esa fecha compartida seguimos tocando juntas en otros lugares y fue tomando forma la idea de “Dulces pecadoras”.

Ana identifica el comienzo de su amistad con Samantha en días previos al año 2000: “Habíamos cantado juntas y nos cruzamos una infinidad de veces, pero yo todavía no tenía ni idea de que la música iba a terminar siendo mi oficio”, reflexiona. “Hoy nuestros encuentros son de todos los días y arrancan con '¿venís a tomar un cafecito a casa?'. Charlamos mucho y hablamos de la vida. Samantha es una persona que tiene mucha cultura. Así, también nos metemos en unos delirios bárbaros”, asegura Prada.

“Cada ensayo es una experiencia desafiante”, dice Samantha. “Nos enfrentamos a canciones del repertorio de Ana, que vienen con un arreglo específico y muy conocido y que hay que ajustar a la nueva banda. Lo mismo pasa con las canciones de La Dulce. Al mismo tiempo, nos divertimos mucho. Ana es muy genial y se genera un ambiente de ensayo concentrado y relajado a la vez. Es muy de La Dulce: hay lugar para probar ideas, para contar chistes y hasta para chusmear”.

Ciclo Marea (mujeres y disidencias de la música y el audiovisual). La Dulce y Ana Prada presentan Dulces pecadoras el sábado a las 20.30 en la sala Zitarrosa (18 de Julio 1012). Entradas a $ 700 en Tickantel.

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