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Daniel Figares en radio El Espectador. Foto: Alessandro Maradei

Murió Daniel Figares, un renovador de la comunicación en la posdictadura

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Marcó a generaciones con sus proyectos orientados a la cultura juvenil y al periodismo confrontativo.

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En la madrugada del domingo comenzó a circular en redes sociales la noticia del fallecimiento del periodista Daniel Figares. Tenía 62 años y en su carrera ocupó por lo menos dos lugares destacados. Primero, como un vocero y un promotor de la cultura juvenil que surgió con el final de la dictadura. Décadas más tarde, como un comunicador confrontativo en distintas producciones políticas.

Formado en el colegio Seminario de Montevideo, ya adolescente Figares comenzó a trabajar como operador de radio y ocasional locutor. Durante una estadía en Buenos Aires profundizó su amor por la comunicación: en la primavera democrática argentina, los medios, y especialmente la radio, eran plataformas para formatos y figuras novedosas, como las que se nucleaban en la emisora Rock and Pop.

En parte, esa sería la matriz con la que se fundaría Eldorado FM en 1985, el año en que se reinstaló la democracia en Uruguay. Figares fue un pilar central de la emisora como conductor del programa El subterráneo, en el que no sólo difundía a las bandas emergentes del rock uruguayo y del ya afianzado rock argentino, sino que también les concedía un espacio para expresar su visión rupturista y crítica de la sociedad uruguaya. La combinación de energía y nihilismo que atravesaba a muchos de aquellos artistas atentos a la estética pospunk permeaba buena parte del talante de El subterráneo, que también, en una época de teléfonos de disco, le hacía lugar a la voz de la audiencia, incluso con los riesgos de tomar directamente llamadas anónimas al aire.

Cargado de ese espíritu rockero y a la vez amistoso con las vertientes más “pop” de la nueva música rioplatense, El subterráneo era fundamentalmente un programa de entretenimiento que fue incoporando segmentos humorísticos hasta principios de la década de 1990, cuando dejó de emitirse. Fue en esos espacios donde se inició como comunicador Orlando Pettinatti, luego distanciado de Figares, y donde florecieron creativas parodias que el conductor coescribía con Juanji Gentile, cantante de la banda Los Vidrios, como aquella dedicada a “Batman y Ruben, coiffeurs”.

En 1994, Figares sorprendió a sus seguidores con la publicación de un libro. En sangre propia era la historia de un crimen que se había cruzado en su vida en tanto vecino de víctimas y victimarios. Fue autor de, por lo menos, dos obras más: Mateo y Trasante (2006), dedicado al disco homónimo de Eduardo Mateo y Jorge Trasante, y Buitres: biografía oficial (2014), pero fue En sangre propia el que marcó la ampliacion de los intereses de Figares hacia ámbitos que excedían la música y el entretenimiento.

En los últimos años del siglo pasado condujo Rompkbzas en El Espectador, en un período en que En perspectiva, de Emiliano Cotelo, de estilo casi opuesto, era el programa emblemático de la emisora. Más tarde, pasó a hacerlo en AM Libre, la radio ligada al diario La República, y desde allí realizó un seguimiento de la debacle económica del gobierno del colorado Jorge Batlle. En 2005, ya instalado el Frente Amplio en el gobierno, tuvo un breve pasaje por televisión como conductor de Ciudad oculta. Una ríspida entrevista al expresidente Luis Alberto Lacalle Herrera, enfocada en los escándalos de corrupción que perlaron al gobierno del Partido Nacional entre 1990 y 1995, motivó su salida de Canal 12 y de las pantallas. En 2015, Figares volvió a El Espectador con Rompkbzas, y entonces su tono fue fuertemente crítico con los gobiernos de izquierda de Uruguay y la región, y muy escéptico respecto a la política en general.

Ese tránsito desde lo artístico entendido como oposición a las formas dominantes –lo llamado “contracultural” en otras épocas– hacia lo político como ámbito signado por la desconfianza quizás emparente a Figares con el escritor y periodista Gustavo Escanlar (1962-2010), con quien compartía varias referencias generacionales. Entre ellas, la admiración por la obra de los narradores estadounidenses Henry Miller y Charles Bukowski; Haciendo Buko, que protagonizaba junto a Ana Blankleider, fue la más conocida de las incursiones teatrales de Figares. El dolor por su partida, claramente temprana, viene siendo expresado no sólo por decenas de colegas, sino también por incontables personas a las que marcó con sus múltiples proyectos, que, aunque diversos, estaban siempre atravesados por su frontalidad y sinceridad.

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