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Hinchas de River Plate afectados por el gas pimienta de la Policía en el estadio Monumental.

Foto: Javier González Toledo

Complicado y aturdido

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Tras la suspensión, River-Boca jugarán la final de la Copa Libertadores el domingo a las 17.00.

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La fiesta, el clima, la final del mundo, todo quedó atrás. El ambiente en Núñez estaba picante desde temprano, la desorganización era total y se veía que lo peor podía llegar a venir. A todo eso, el color majestuoso que daban los millonarios en las inmediaciones del Antonio Vespucio Liberti era precioso y se hacía difícil no estar emocionado. ¿Cómo jugarán los equipos? ¿Quiénes irán al campo? Todo dirimió. Primó lo de siempre, el desorden, la insuficiencia y lo inhumano. La llegada del ómnibus de Boca Juniors se dio en el medio de esa ebullición. Las piedras, directamente a lastimar, hicieron su eco. El bus quedó explotado y todo se complicó. Los jugadores de Boca Juniors ingresaron al vestuario en rabia. Los gases lacrimógenos que arrojó la policía para disuadir también hicieron lo suyo. Jugadores llorando, vomitando y extenuados, con ganas de pelearle al mundo.

A todo esto las horas pasaban, los videos, las fotos y las redes hacían su tanda en un estadio que estaba ajeno a eso por redes de celulares cortadas. Se corría el rumor de que se podía postergar, o incluso suspender, pero nadie daba crédito. Lo más importante debía ser el bienestar y la salud de los protagonistas, pero no. Como siempre, los que se encargaron de definir todo son los que están ajenos, que no hacen primar el sentido común y no tienen conciencia. Así el partido se postergó para las 18:00 y luego para las 19:15 por decisión de CONMEBOL. Mientras, Pablo Pérez –que iba a ser titular-, afectado por una astilla de un vidrio en su ojo, y Gonzalo Lamardo, eran atendidos en una clínica. ¿Se juega? La exigencia pasaba por el espectáculo, por el dinero, por la televisación, por todo. El partido se tiene que jugar sí o sí, y eso vamos a hacer. Gianni Infantino, presidente de FIFA, que vino especialmente a ver la final, tuvo que subir a la reunión con los presidentes de River Plate y Boca, Rodolfo D´Onofrio y Daniel Angelici, respectivamente, más el de CONMEBOL, Alejandro Domínguez, el de AFA, Claudio Tapia, y Eugenio Burzaco, de seguridad. Ahí se cocinó todo.

En el mejor momento, cuando todo parecía que fluía, a pesar de que las condiciones no estaban dadas y el clima afuera era un desorden, la CONMEBOL anunció que el partido no se juega y pasa para el domingo.

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