Deporte Ingresá
Deporte

Hinchas de River Plate afectados por el gas pimienta de la Policía en el estadio Monumental.

Foto: Javier González Toledo

Complicado y aturdido

1 minuto de lectura
Contenido exclusivo con tu suscripción de pago

Tras la suspensión, River-Boca jugarán la final de la Copa Libertadores el domingo a las 17.00.

Contenido no disponible con tu suscripción actual
Exclusivo para suscripción digital de pago
Actualizá tu suscripción para tener acceso ilimitado a todos los contenidos del sitio
Para acceder a todos los contenidos de manera ilimitada
Exclusivo para suscripción digital de pago
Para acceder a todos los contenidos del sitio
Si ya tenés una cuenta
Te queda 1 artículo gratuito
Este es tu último artículo gratuito
Nuestro periodismo depende de vos
Nuestro periodismo depende de vos
Si ya tenés una cuenta
Registrate para acceder a 6 artículos gratis por mes
Llegaste al límite de artículos gratuitos
Nuestro periodismo depende de vos
Para seguir leyendo ingresá o suscribite
Si ya tenés una cuenta
o registrate para acceder a 6 artículos gratis por mes

Editar

La fiesta, el clima, la final del mundo, todo quedó atrás. El ambiente en Núñez estaba picante desde temprano, la desorganización era total y se veía que lo peor podía llegar a venir. A todo eso, el color majestuoso que daban los millonarios en las inmediaciones del Antonio Vespucio Liberti era precioso y se hacía difícil no estar emocionado. ¿Cómo jugarán los equipos? ¿Quiénes irán al campo? Todo dirimió. Primó lo de siempre, el desorden, la insuficiencia y lo inhumano. La llegada del ómnibus de Boca Juniors se dio en el medio de esa ebullición. Las piedras, directamente a lastimar, hicieron su eco. El bus quedó explotado y todo se complicó. Los jugadores de Boca Juniors ingresaron al vestuario en rabia. Los gases lacrimógenos que arrojó la policía para disuadir también hicieron lo suyo. Jugadores llorando, vomitando y extenuados, con ganas de pelearle al mundo.

A todo esto las horas pasaban, los videos, las fotos y las redes hacían su tanda en un estadio que estaba ajeno a eso por redes de celulares cortadas. Se corría el rumor de que se podía postergar, o incluso suspender, pero nadie daba crédito. Lo más importante debía ser el bienestar y la salud de los protagonistas, pero no. Como siempre, los que se encargaron de definir todo son los que están ajenos, que no hacen primar el sentido común y no tienen conciencia. Así el partido se postergó para las 18:00 y luego para las 19:15 por decisión de CONMEBOL. Mientras, Pablo Pérez –que iba a ser titular-, afectado por una astilla de un vidrio en su ojo, y Gonzalo Lamardo, eran atendidos en una clínica. ¿Se juega? La exigencia pasaba por el espectáculo, por el dinero, por la televisación, por todo. El partido se tiene que jugar sí o sí, y eso vamos a hacer. Gianni Infantino, presidente de FIFA, que vino especialmente a ver la final, tuvo que subir a la reunión con los presidentes de River Plate y Boca, Rodolfo D´Onofrio y Daniel Angelici, respectivamente, más el de CONMEBOL, Alejandro Domínguez, el de AFA, Claudio Tapia, y Eugenio Burzaco, de seguridad. Ahí se cocinó todo.

En el mejor momento, cuando todo parecía que fluía, a pesar de que las condiciones no estaban dadas y el clima afuera era un desorden, la CONMEBOL anunció que el partido no se juega y pasa para el domingo.

¿Te interesa el deporte?
Suscribite y recibí en tu email el newsletter de deporte.
Suscribite
¿Te interesa el deporte?
Recibí en tu email el newsletter de deporte.
Recibir
Este artículo está guardado para leer después en tu lista de lectura
¿Terminaste de leerlo?
Guardaste este artículo como favorito en tu lista de lectura