Boston River tiene equipo de fútbol femenino desde 2018, con las categorías sub 19 y primera. El proyecto aspira a crecer, por lo que a fin de este año se hará un llamado a aspirantes para ampliar el plantel. La directiva y el gerenciamiento del club apoyan el proyecto de crear las formativas para hacer crecer al femenino, porque hay niñas de 12 años en la sub 19, quienes actualmente entrenan diferenciado porque no pueden hacer trabajos de fuerza ni de flexibilidad, así como tampoco trabajar a nivel técnico-táctico con las más grandes.
En el barrio me viste crecer
Cruzando las vías del tren, en Manga, se llega al Complejo Deportivo Boston River. Allí, a la tarde, alrededor de 30 chicas practican mientras algunos padres y madres observan. La profesora Carolina Rivero y los entrenadores Matías Stella y Teresa Loureiro, además coordinadora, están en la cancha dando indicaciones a las jóvenes que disputan un partido entre ellas. El cuerpo técnico sólo percibe viáticos para asistir a los entrenamientos y comprar materiales. No se han hecho llamados a aspirantes, pero la convocatoria del club es muy buena. “Cuando los equipos se fortalecen y existen objetivos claros con una línea de trabajo, además de un buen ambiente, y se trabaja mucho desde lo psicológico para lo grupal, las chicas empiezan a incentivar a otras a venir”, sostiene Loureiro.
El día a día
Las chicas entrenan en el complejo de formativas tres veces a la semana. El lugar está acondicionado con vestuarios y una barbacoa que utilizan cuando llueve. Muchas charlas del cuerpo técnico, en los momentos finales de la temporada, se centraron en conocer el reglamento, en revisar partidos jugados, en la nutrición, y además plantean juegos. “Aunque llueva torrencial, aquí estamos”, comenta la entrenadora. Además, deben ir al gimnasio; se lleva control de asistencia y se supervisa lo que va haciendo cada una. Hacen chequeos de nutrición, peso y medidas cada 15 días; cada una tiene objetivos personales de peso según su altura, porque para el cuerpo técnico “hay chicas en etapa de crecimiento y de desarrollo óseo, muscular y de altura”.
Aparte de lo práctico, en Boston River se trabaja en lo humano a través de los valores; por ejemplo, hay formas de hablar que no se permiten. Este tipo de enseñanzas se fueron dando de a poco; al principio había un alto grado de tarjetas amarillas y rojas por exceso verbal, lo que se modificó con ejemplos, con apoyo, y manejando tiempos para cada una.
La maestra
Teresa está con las chicas desde mayo de este año. Antes conformó el cuerpo técnico de Rentistas Universitario sub 20 como entrenadora asistente. Está cursando para ser entrenadora pro en la Asociación Uruguaya de Entrenadores de Fútbol, y desde allí fue recomendada para que se encargara del equipo de mujeres de Boston River. Como jugadora vistió la camiseta de Liverpool tres temporadas como golera. Además de entrenadora es maestra, por lo que le gusta trabajar en formativas, en donde enseñar es lo principal. Considera que el femenino da esa posibilidad, porque la mayoría de las chicas no tiene experiencia y se está iniciando en el fútbol. Para Teresa el fútbol está muy vinculado a la educación, porque todo lo que se adquiere como docente (didáctica, pedagogía y psicología) se gana para la vida y se aplica en todos los órdenes. La planificación y las enseñanzas de las licencias de entrenadora, en las tres categorías (A, B y C) y ahora en la pro, tienen mucho que ver con la docencia que Teresa ha llevado adelante. La formación didáctica, la psicología y el coaching son aportes muy importantes, en los que se ven plazos y tiempos que luego se aplican según las edades y el desarrollo cognitivo.
Todo se comparte, lo bueno y lo malo
Una exigencia para formar parte del plantel de Boston River es estudiar lo que cada una desee. Deben, además, cumplir con lo curricular, por lo que hay espacios en los entrenamientos para que cada una presente sus notas. El cuerpo técnico tiene un calendario en el que registra quiénes tienen exámenes y los días de estudio (días en los que no se les permite asistir a los entrenamientos). Luego deben llevar los resultados para charlar en grupo, y celebrar cuando se salvan exámenes o levantar el ánimo cuando se pierden. En caso de tener materias bajas, el cuerpo técnico evalúa cuáles son las dificultades que existen, si tienen apoyo aparte y demás.
“Si dejan de estudiar entrenan pero no juegan. Para las madres y los padres es re importante; si bien nuestro objetivo es deportivo, se le da muchísima importancia a la parte educativa, porque aquí vienen sólo para divertirse. Apuntamos a formar buenos equipos humanos, centrándonos en los valores y en la nutrición para lo deportivo”, explicó Loureiro. “Nuestro trabajo está pensado desde un punto de vista integral. El pasaje por el fútbol va a ser sólo un aporte más para aprender buenas cosas, trabajar en valores, y la única forma de salir adelante es estudiando, entonces para nosotras es prioridad”, agregó.
Hacia adelante
En la categoría sub 19 el entrenamiento es lo más importante, y la exigencia es que cada una tiene que mejorar lo logrado semana a semana: la elasticidad, la técnica, la toma de decisiones; “tienen que irse convencidas de que lo lograron, y eso es con trabajo”. El objetivo de las mayores es hacer un llamado a aspirantes; el club tiene como propósito aumentar las categorías e ir incorporando más chicas a la práctica del fútbol.
La maestra de la cancha
Camila González es la capitana de la sub 19. Juega de defensa. Se inició con la pelota a los 13 años en el baby fútbol de Yegros, en Colón; luego estuvo en Liverpool y dejó de jugar dos años para estudiar, hasta que llegó a Boston River hace nueve meses. Su ídola es Alex Morgan, la futbolista y escritora estadounidense campeona del mundo este año que juega como delantera en el Orlando Pride. De su equipo actual dice que está contenta con la nueva responsable, le gusta la forma que tiene de preparar los entrenamientos y lo ve reflejado en los partidos que han jugado. “Antes entrenábamos sólo para terminar el año, ahora para ganar partidos”; además, “el equipo es muy unido, nos llevamos bien entre todas, cuando vienen chicas nuevas se integran enseguida”, contó Camila. Las chicas parecen tener muy claro que entrenan y juegan para disfrutar, aunque se las puede ver practicar de forma muy ordenada y con concentración, lo que demuestra que también trabajan pensando en la competencia. El fútbol es así.
“Aquí todo se comparte, lo bueno y lo malo, como con lo educativo. Se formó un equipo, nos iniciamos como grupo, cada una tenía necesidades diferentes y hoy en día todas saben qué queremos lograr y dan su aporte para tener lo que necesitamos”, reflexiona Loureiro, mientras de fondo baja el sol de la tarde y las chicas siguen peloteando junto con los dos profesores.
Las madres, expectantes, y los padres en la tribuna hecha de bancos de material. Para acceder a ellos hay que recorrer un camino de pasto con un cartel con la leyenda “Mamá, papá, queremos jugar con éstas reglas: no me grites, no grites al entrenador, respetá al árbitro, no menosprecies a mis compañeros, no pierdas la calma, ríe y diviértete viéndome jugar, los rivales son jóvenes como yo. Piensa que siempre haré lo mejor que pueda, con tu apoyo seré feliz”. La educación, los valores y el fútbol van de la mano.