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Óscar Tabárez, Alberto Pan y Eduardo Belza, durante el entrenamiento de la selección en el Estadio Park Arena

Foto: Sandro Pereyra

Haciendo historia

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El fútbol, la celeste y la vida.

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En la enorme y riquísima historia del fútbol uruguayo ocurrieron por estos días cosas que no pueden pasar desapercibidas, y que capaz que si rascamos un poquito tienen mucho más que ver que con lo que sucede en la cancha con 11 futbolistas vestidos de celeste.

Los ingleses, los padres del fútbol moderno, tienen algo que por más compadritos que seamos nosotros nunca podremos tener: el fútbol es de ellos, nació ahí, explotó ahí y desde ahí tomando las más diversas formas de inmigrantes llegó al mundo. Aquí llego como llegaban nuestros inmigrantes a principios del siglo XX y en el Uruguay inclusivo de Batlle y Ordóñez: el fútbol como el inmigrante, se hizo criollo, se hizo nuestro. Pero el fútbol es inglés y eso lo hace grande para siempre, y ojo con los grandes. Seguramente me meto en el terreno de lo irracional, pero son ingleses y punto. Inventaron el fútbol: grandes para siempre. Pero asimismo, haciendo equilibrio entre números, títulos, gloria, les podría decir que la historia del fútbol uruguayo es una de las más ricas del mundo.

¿Qué fue lo que pasó entonces 119 años después de la irrupción del fútbol institucionalizado en Uruguay? Sucedió, y ningún Míster Chip del universo tomó nota de ello: en un marco de cuatro días, entre el viernes 23 de marzo y el lunes 26, la totalidad de las selecciones uruguayas masculinas (la absoluta, la sub 20, la sub 17 y la sub 15) jugaron de manera consecutiva en tres continentes (Asia, Europa, América) y cuatro países (China, España, Perú y Uruguay). El primer récord se dio en las 26 horas que pasaron del triunfo y obtención de la China Cup de la selección de Óscar Tabárez (4-0 ante Tailandia), el debut de la sub 17 ante Argentina (3-0) y el amistoso de la sub 20 en Murcia ante Arabia Saudita (2-0), pero sucede que el lunes todo concluyó con el récord de Diego Godín como el jugador que más veces ha vestido la camiseta de Uruguay en su larga historia.

Llamando a Guinness

Godín, con 126 presencias celestes, se convirtió en el jugador con más partidos internacionales superando a Maximiliano Pereira. Detrás del capitán y del Mono han quedado Diego Forlán (113), Cristian Rodríguez, con 110, Edinson Cavani, con 109 y Luis Suárez, aun cargando con la suspensión de dos años, lleva 106.

Como se advierte son todos jugadores que han sumado una centena de partidos dirigidos por Tabárez, a excepción de Diego Forlán, el que empezó primero en la selección, que sumó 80 presencias de sus 113 dirigido por el Maestro. Justamente, Tabárez es el entrenador nacional que más partidos dirigió en una misma selección en el mundo, y habría que verlo, debe ser también el entrenador que ha podido poner en cancha a más futbolistas con 100 o más partidos dirigidos por él.

Deberíamos sumar a estos datos que además en estos 13 años sucedió que futbolistas que pasaron por la sub 15, sub 17 y sub 20 se hayan establecido como fijos de la mayor, o casos como los de Gastón Silva, que jugó en todas las categorías pero además en todos los Mundiales posibles, siendo vice campeón en México 2011 con la sub 17, también vice campeón en Turquía 2013 con sub 20 y quinto en Rusia 2018 con la selección absoluta.

El proyecto y ejecución de la “Institucionalización de las selecciones uruguayas y la formación de sus futbolistas” es la razón de estos números, de estos récords, pero también de otros aportes no mensurables ni cuantificables en una cancha pero fácilmente comprobables en el Uruguay futbolero del siglo XXI.

Pautas y criterios

En la fundamentación del dossier-dogma de Tabárez, y ahora suponemos del fútbol de selecciones del Uruguay, el entrenador decía que “El fútbol jugado en la niñez y la adolescencia no ha tenido políticas rectoras, ni pautas, ni criterios para la formación de los futbolistas y las características de las competiciones en los diferentes niveles. Los meritorios esfuerzos realizados en estas áreas han sido aislados o sobrepuestos. Las selecciones nacionales han sido inconexas. A nivel de selección mayor no hubo continuidad de la organización ni de las estrategias, luego de llegado el tiempo de determinada meta, generalmente vinculada a la disputa de los campeonatos Mundiales. Tampoco ha existido la coordinación y la consecuente continuidad entre la selección mayor y las de nivel juvenil, que aportan talentos a aquella. Ese tránsito natural de un talento desde las selecciones juveniles hacia la mayor no se ha enriquecido más que en algunos períodos determinados, por lo que ese proceso siempre ha sido históricamente discontinuo”.

La formación

¿Creen ustedes que todas las selecciones uruguayas masculinas posibles estén jugando con buenas capacidades de competencia al mismo tiempo es una situación coyuntural y fortuita? Si estuviera desarrollando esa tesina, que seguramente nunca haré de forma académica, usaría tal posible hipótesis. Obviamente, utilizaría aquel plan elaborado en 2005 y presentado en 2006 para demostrar que se trata de un proceso complejo de construcción y asentamiento de una nueva forma de proyectar y trabajar en el estamento del deporte colectivo en Uruguay.

Más de 13 años atrás, Tabárez proyectó lo que bajo su dirección y conducción se viene forjando y desarrolló un ítem que trata sobre la formación del futbolista que citaré textualmente: “La formación del futbolista. Concepto de formación integral: es aquella que pretende influir positivamente en todos los aspectos que hacen al bienestar y al crecimiento total del individuo, a los que se le agrega la circunstancia de sus relaciones con el espectro futbolístico. La formación integral atenderá a tres áreas: personal, profesional e institucional.

Área personal: Procurar un desarrollo psicológico normal del individuo, conocer y ampliar su red de relaciones sociales positivas y favorecer su integración grupal (pertenencia, adhesión, solidaridad). Conocimiento y ampliación del universo cultural de los individuos: Controlar su educación curricular e intervenir para subsanar las carencias educativas. Tendrá intervención prioritaria el Departamento de Ayuda Psicológica.

Área profesional: Preparar al joven para la eventualidad de ser un futbolista profesional. Se tendrá como norma de la preparación en esta área el concepto de futuro probable. Los agentes formadores y los propios futbolistas deberán estar en conocimiento de la realidad estadística acerca de los porcentajes de futbolistas juveniles que llegan al alto nivel profesional. A partir de las cuestiones: ¿Qué significa ser profesional? ¿Qué se recibe y qué se debe dar?, se desarrollará una formación progresiva hacia el probable futuro profesional. Esta deberá atender la capacitación y estabilidad técnicas, una actitud de acatamiento reflexivo a las normas, un conocimiento de las obligaciones de un profesional del fútbol y una anticipación de los renunciamientos que significarán opciones de vida en el futuro (tomar distancia de actividades ociosas y diversiones que no son compatibles con la dedicación al fútbol profesional). Esta preparación supone una influencia de los formadores en la relación del joven futbolista con su entorno: pequeñas y grandes redes de relaciones sociales, familia, amigos, afición, comunicadores, colegas, entrenadores, educadores.

Área institucional: Esta área de formación pretende tener a la selección nacional como ámbito de reflexión permanente. A partir de las cuestiones: ¿Qué es la selección nacional? ¿Qué significa ser integrante de la selección nacional?, se desarrollarán estas acciones: establecer y desarrollar un perfil personal y profesional del futbolista seleccionado. Posibilitar que el futbolista adquiera conocimientos acerca del fútbol, como deporte y fenómeno masivo y cultural (historia del fútbol, reglas, fundamentos). Los medios a utilizar serán: sesiones de entrenamiento, charlas, conferencias, contactos con materiales audiovisuales, demostraciones y exposiciones de expertos”.

La forja

Hoy, cuatro distintas selecciones masculinas (el universo de las selecciones uruguayas de hombres que compiten en FIFA) salen del Complejo Uruguay Celeste preparadas para la competencia, pero además de alguna manera recorriendo un posible camino de la vida sin perder el mapa de otras posibles sendas. A propósito del complejo, también estaba en el plan su incidencia como “lugar”: “Otro punto vinculado a la transmisión de la idea futbolística y la formación integral del futbolista es el aprovechamiento y acrecentamiento de la infraestructura para el entrenamiento, la concentración, el descanso, la alimentación y las actividades culturales”.

El otro día estaba viendo a los gurises de la sub 17, y más allá de los conceptos y juicios del juego me salió una parrafada mental que cambié por escritura. Algún día se hará una revisión seria y exhaustiva de la enorme forja que ha representado para nuestro deporte el establecimiento y desarrollo de un plan para institucionalizar las selecciones y formar futbolistas. Es que uno ve a estos gurises, unos liceales que todavía son en casa o en la cuadra Juancito o Santiaguito, desarrollar su solidario y efectivo juego como colectivo, y reconoce que hay una formación uruguaya con capacidades para la competencia, y con tempranos pero firmes preceptos de adhesión, solidaridad y pertenencia. En serio, uno los ve y sabe que aún en el desconocimiento, esos botijas son parecidos a lo que querríamos para nuestros grupos familiares, amistosos, o como referencias de entramado social de estos pagos.

Y es así. Pero no sucedió por generación espontánea, y eso pienso lo debemos saber, conocer y repasar para establecerlo como un elemento dinámico del desarrollo del fútbol, y también de nosotros mismos.

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