Cuando Torque nació no se sabía, claro, qué iba a ser de su vida. Su nombre empezó a frecuentar las charlas del ascenso, la camiseta celeste empezó a mezclarse desde la entrañable divisional C, esa con camisetas de antaño. La historia de los cuadros hablaba cosas de hace 100 años en los agarrones en el área, Torque apenas balbuceaba que era del Paso de la Arena y no mucho más.
Los primeros fieles representantes del celeste del Paso fueron valores como Jonathan Álvez o Jesús Toscanini. El primero, que supo vivir en el desolado complejo allá por la zona de Lomas de Zamora, es hoy una figura del fútbol latino, habiendo vestido las casacas del Inter de Porto Alegre y del Barcelona ecuatoriano, entre otras glorias. El otro, Jesús, el popular Tosca de Rocha, sigue deambulando tras el balón, convertido en un trotamundos por el gol.
Torque siguió creciendo, transformándose en gerenciamientos. Hoy día todo el mundo sabe que las antenas capitalistas del Manchester City sintonizaron en el barrio y se instalaron en el fútbol uruguayo como un equipo que supera ampliamente las aspiraciones de infraestructura y de profesionalismo del resto de los mortales. El Manchester City del Paso de la Arena, se dio el lujo de llegar a Primera División, de jugar incluso una final, y estampar quizás para siempre el nombre del Torque en las páginas históricas del fútbol criollo.
Pablo Marini hace indicaciones desde un costado del Parque Nasazzi. El Grillo Gustavo Biscayzacú lo hace del otro. Cada uno con su librito y sus figuras: el Chapa Sergio Blanco a sus 37 inviernos y la clase intacta, lo mismo que el amor por el juego; Álvaro Brum estoico, presente en las acciones y en el orden del resto; Gustavo del Prete con la argentinidad al palo. Del lado del Villa Teresa nombres como el de Henry Giménez prometen en la mañana. Nicolás Vigneri como una cuña, Ademar Martínez con el manejo y el Indio Martín Rodríguez con la experiencia desde el fondo, cerca del trampero que custodia Santiago Morandi.
No hay chances claras sobre los arcos. Los intentos se quedan al borde de las áreas con defensas aguerridas. Torque presenta un 4-1-3-2 con Brum como un eje y el Chapa como una referencia ineludible para propios y ajenos. Villa Teresa con cuatro en el fondo, dos contenciones y cuatro furtivos ofensores como Ademar, Vigneri, Giménez y Matías Cóccaro, que ensaya la única sobre el final del primer tiempo, con un desborde que no encuentra asidero en los pies de Giménez. A manera de respuesta Del Prete, con calidad, busca el palo más lejano de Morandi pero la pelota se pierde con el final del primer tiempo.
A la vuelta el argentino Del Prete se queda corto en el salto para conectar un centro, y tira el manotazo como Maradona con los ingleses, pero ni siquiera. Torque insiste, Villa Teresa resiste los primeros embates a sabiendas de que tiene con que contrarrestar. Los arcos siguen sin suspiros pero Villa Teresa presiona cada pelota. Por eso Marini intenta con Leandro Ezquerra, que en la primera confirma con un giro sobre el rival la vigencia del pibe aquel. Es un diálogo constante de propuestas y respuestas el partido. Cuando en el área de Torque pide penal el rival es un síntoma del desespero por la falta de claridad. El villero mejor parado pero el celeste con Ezquerra al mando encuentra aire a la presión. Justamente de los pies de Ezquerra nace un centro que Morandi ataja con el pie tras el frentazo. En el rebote otro cabezazo que hace temblar las gargantas y entre el arquero y la defensa se hacen del balón. Algunos miran al línea que desestima toda duda.
El partido parecía irse con dos enormes ceros como resultado del diálogo aquel de buenas propuestas futboleras, pero en la hora, navegando los descuentos, tras un centro al área de pelota quieta, Cóccaro conecta a la altura del primer palo y abre un partido cerrado desde el inicio. Los partidos son noventa y tantos minutos, nunca menos, nunca justo. El villero se queda con los tres puntos en el ocaso. No nos quedaron debiendo emociones al final.