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Federica Silvera, mediocampista de la selección femenina durante un entrenamiento.

Foto: Natalia Rovira

Deseo y superación

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Con Federica Silvera, jugadora de la selección uruguaya de fútbol y de San Lorenzo en Argentina.

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Federica Silvera, montevideana de 26 años, comenzó jugando a los seis años en el equipo de baby fútbol Tricolor. Luego pasó por Colón, Fénix, Nacional y Bella Vista, equipo éste que lo tuvo que dejar cuando eligió el fútbol sala en Río Negro City. Pero todo empezó mucho antes, en la vereda de su casa en La Blanqueada jugando con un amigo, en tardes interminables de peloteo que se convirtieron en una responsabilidad cuando la llamaron para que formara parte de la selección uruguaya de fútbol y luego de San Lorenzo de Almagro de Argentina. Garra estuvo con ella cuando vino a Montevideo a entrenar con la selección celeste. “Cada vez que veo a mis compañeras es una alegría tremenda, así sea por dos días. Siento que me miman el corazón”, dijo.

El Cuervo se interesó por Federica al verla jugar contra ellos en partidos de fútbol sala por Copa Libertadores. La jugadora recibió un mensaje de Sindy Ramírez, la otra uruguaya que integra el plantel, decía que los dirigentes estaban interesados en los goles de Fede. No lo dudó y aceptó la propuesta, una oportunidad única que debía ser aprovechada, y viajó para ser la segunda uruguaya en integrar el plantel del CASLA.

Se fue sólo para jugar al fútbol, oportunidad que pocas mujeres del país tienen. También estudia Economía. El club les brinda a las chicas el apartamento, la comida, y un viático que anteriormente era mínimo y ahora aumentó, luego de que se profesionalizó el fútbol femenino en el país, gracias a la movida liderada por Macarena Sánchez, actual compañera de equipo de Federica, que “el 21 de enero hizo pública su batalla legal subiendo [un comunicado a través de sus redes sociales]”(https://trabajo.ladiaria.com.uy/articulo/2019/3/la-lucha-por-la-profesionalizacion-del-futbol-femenino-en-argentina-e-impresiones-sobre-uruguay/).

La delantera puede notar la diferencia entre jugar al fútbol en Argentina y en Uruguay: “En lo institucional allá hay más apoyo y se cuenta con más recursos, a mí una de las cosas que me sorprendió cuando llegué a San Lorenzo fue que teníamos un gimnasio y las instalaciones para nosotras, si bien a veces hay que estar peleando como en todos lados con las juveniles o quien sea, los espacios están y es fundamental, poder trabajar el físico en un gimnasio hace la diferencia”, explicó a la diaria. En Nacional entrenábamos una vez a la semana con suerte en el gimnasio porque tenías que estar peleando para tener ese lugar y si llovía o lo que fuera no podíamos hacer trabajo físico. Acá es una hora de gimnasio y una de cancha, eso te cambia, te cruzas con una uruguaya de 17 años y se nota”, reflexionó.

El fútbol es la pasión de Federica y le encantaría poder vivir del deporte, pero entiende que es una una carrera corta y que hay que tener otra base porque siendo mujer se torna mucho más difícil, pero cree que hay cosas que han cambiado: “Hoy de repente te preguntan cuándo jugás, te van a ver, el cambio en Argentina se está viendo, muy lento pero se ve, desde la profesionalización”, comentó, agregando, en referencia a esto pero sumándole el machismo que rodea el fútbol, que “los prejuicios son difíciles de romper de raíz de un día para otro, hay que ver lo positivo también, hay veces que te sacan de una cancha o no te dejan estar en un espacio y te miran mal por ser mujer, pero también están quienes te apoyan y te dan tu lugar”.

Federica Silvera, mediocampista de la selección femenina durante un entrenamiento, previo a un partido amistoso con Argentina.

Foto: Natalia Rovira

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