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Foto: Natalia Rovira

La carrera de la vida: con la atleta María Pía Fernández

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La trinitaria fue calificada como la deportista de 2019 por el Comité Olímpico Uruguayo.

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Suena el disparo y María Pía Fernández larga; siente mucha energía y lo deja todo en la pista. Es adrenalina pura lo que le corre por el cuerpo y se siente muy poderosa. Está llena de fuerza y trata de exigirse al máximo, lo hace desde que tenía 13 años. A diario, muy temprano en la mañana el despertador le anuncia que se tiene que preparar para el primer entrenamiento. Lo hace en un turno de dos a tres horas, luego del almuerzo descansa un rato y en la tarde nuevamente vuelve a trabajar pensando en sus sueños.

Esta rutina de trabajo viene dando sus frutos desde hace años, pero en 2019 decantó en uno de sus mayores logros: María Pía se coronó campeona sudamericana en 1.500 metros, en Lima, Perú. En 2015 había obtenido el tercer puesto en esta misma competición. Además, en 2018 fue campeona iberoamericana en 3.000 metros y bicampeona en 1.500 metros en Trujillo, Perú. Obtuvo la medalla de plata en 1.500 metros, y la de bronce en 800 metros en los Juegos Suramericanos de 2018, en Cochabamba, Bolivia. Y en el Mundial de Catar de 2019, en su primera participación, marcó el récord nacional. Fernández fue elegida como la mejor deportista de 2018-2019 por el Comité Olímpico Uruguayo.

María Pía, además de corredora, es parte del Ejército nacional, y también está cursando segundo año en la Facultad de Medicina.

“Con mucha suerte se podrá empezar a competir nuevamente a fin de año, para seguir en busca de esos puntos que nos permitan estar en Tokio el año que viene”.

¿Cómo tomaste la noticia de la suspensión de los Juegos Olímpicos Tokio 2020?

Eran el gran objetivo del año; la noticia fue un bajón, pero ya sabíamos que iba a pasar por el tema del coronavirus. El panorama ya venía complicado, y eso pone en desigualdad a todos los países, porque en cada parte del mundo se está viviendo una situación distinta al resto, entonces fue una decisión acertada el suspenderlos, porque se tienen que hacer cuando estén las mismas condiciones para todos. Es un bajón, pero hay que seguir intentando estar motivados y seguir entrenando como se pueda para mantener un estado físico bueno y estar en forma para cuando se retomen las competencias. En el año ya casi que no hay nada, con mucha suerte se podrá empezar a competir nuevamente a fin de año, para seguir en busca de esos puntos que nos permitan estar en Tokio el año que viene.

¿Qué objetivos te planteaste para el futuro?

El año que viene hay otro Sudamericano; quiero competir en esta instancia y representar a Uruguay, pero sé que si lo ganara de nuevo no sería lo mismo, no sería igual, porque las primeras veces tienen su magia. Lo que me queda por lograr, además de estar en los Juegos Olímpicos, sería una medalla en el Panamericano; el año pasado tuvimos una actuación muy buena, quedé en el quinto lugar, así que el objetivo para los próximos es tener esa medalla.

Momentos, emociones, carreras

¿Cuál fue el mejor momento de tu trayectoria?

La primera vez que gané la medalla de oro en Lima, a principios de 2019, cuando logré ser campeona sudamericana absoluta. Había sido campeona en categorías inferiores, pero lograrlo en la categoría absoluta fue cumplir un sueño que tenía desde niña. Cuando me subí al podio y escuché mi himno me emocioné muchísimo, como en la llegada y como cada vez que me veo correr esa carrera.

¿Cuánto tiempo habías trabajado para esa carrera?

Para esa carrera trabajé diez años, lo que logro hoy es la sumatoria de los esfuerzos que he hecho desde chica. La gente te dice “qué lindo que corrés”, y es porque cuando tenía 13 años trabajaba mucho la técnica y otras cosas que hoy ya no hago, pero las tengo interiorizadas y es gracias a ese gran trabajo que Sebastián Allende hizo conmigo que hoy soy lo que soy.

¿Un momento de quiebre en tu carrera?

Los Juegos Panamericanos de Toronto 2015. Llegué con muchísima ilusión porque eran mis primeros Panamericanos, llegaba bien, había entrenado muchísimo, y unos días antes, ya estando en Canadá, me vino un dolor de muelas que empeoró día tras día, al punto de que no me dejaba entrenar. Tomé mucha medicación, y además estaba con malestar estomacal por los antibióticos. Todo el trabajo de tantos años se me vino abajo, corrí porque estaba ahí, pero quedé última. Me costó superar eso, sobre todo porque al otro día me levanté y había un titular de diario que decía: “Pía Fernández quedó última”. Ya venía frustrada y eso fue el detonante; estuve mal mucho tiempo, hasta que me di cuenta de que mi carrera no terminaba ahí, tenía que seguir trabajando, y desde 2015 hasta ahora mejoré muchísimo. Ahora es sólo un recuerdo.

Ese mojón significó un impulso para vos.

Sí. Si bien los Panamericanos son cada cuatro años y te frustra el hecho de haber estado tanto tiempo esperando eso para que te vaya así, lo tomamos como un impulso para empezar a trabajar, y el año pasado tuvimos una actuación súper buena, en la que logré el récord nacional. Fue la revancha.

“En la gimnasia del liceo teníamos que correr la vuelta al parque de Trinidad, yo me lo tomaba como una competencia y salía corriendo adelante de los varones”.

Sus inicios

¿Por qué elegiste el atletismo?

Empecé por casualidad. Siempre fui muy competitiva y tengo un hermano un par de años más grande que yo, entonces siempre competíamos por absolutamente todo. En la gimnasia del liceo teníamos que correr la vuelta al parque de Trinidad, y yo me lo tomaba como una competencia y salía corriendo adelante de los varones. El profesor de educación física me vio condiciones y me dijo que me inscribiera en una carrera de dos kilómetros.

¿Cómo terminó esa carrera?

Gané. Y en la llegada estaba Sebastián Allende, que ahora es mi entrenador, y me invitó a unirme a la escuelita de atletismo.

¿Si no te hubieras cruzado con ese profesor que vio tu talento qué deporte hubieras elegido?

En ese momento de hecho hacía muchos en simultáneo; me encantaban el básquetbol, la natación y el handball. Llegué a hacer fútbol en el liceo con mis compañeras también, y si no hubiera sido por esa carrera no hubiera elegido el atletismo porque nadie de mi familia hacía y no es un deporte tan común, y menos en Trinidad, que no hay pista; la que hay es de carbonilla, donde entrené al principio, pero a medida que fui creciendo fui entrenando en otras pistas.

¿Tu familia te apoyó cuando Allende te invitó a iniciarte en el atletismo?

Sí, y fue fundamental. Cuando decidí empezar mi tía me regaló unos championes, porque esa carrera la hice con unos championes bajitos de paseo, como tiene cualquier chico. No tenía nada.

¿Qué te dio este deporte para manejarte en la vida?

Valores, me los dieron el deporte y mi entrenador, que para mí es como un padre. Además de inculcarme lo deportivo siempre me enseñó valores, y todo eso es lo más importante que me voy a llevar. También aprendí lo que significa la superación, seguir aunque esté todo en contra. Al principio yo no tenía ni championes ni pista, empecé de cero, y superar todo eso con compañerismo y trabajo en equipo fue fundamental. Me quedó para la vida.

Aunque de afuera no parezca, es trabajo en equipo.

La que corro soy yo, pero atrás hay un equipo gigante, desde mis compañeras de entrenamiento, mi psicólogo, mi nutricionista hasta mi mánager, mi médico, mi fisioterapeuta. Es un gran grupo de gente que está atrás de mí aportando, sin ellos no hubiese llegado a donde estoy.

¿Cómo lo vivís hoy en día?

El alto rendimiento es complicado; lo nuestro no es salud, pero vale la pena. El deporte te abre muchísimas puertas, te hace conocer el mundo, te da oportunidades que no hubiese vivido: experiencias, gente, lugares, superarme a mí misma; si te lesionás o tenés una mala carrera, siempre hay revancha. Los valores y las oportunidades merecen la pena. Es duro, hay lesiones y dolores, estás entrenando lejos de la familia, pero tenés que pasar por todo lo malo para llegar a lo bueno.

Misma oportunidad, misma recompensa

¿Se respeta el lugar de la mujer dentro del atletismo?

El atletismo para mujeres es complicado, partimos de una desigualdad física muy grande, porque nunca vamos a poder correr tan rápido como los varones. Sabemos que eso es algo genético y físico, pero hoy en día en el atletismo de mujeres y varones no hay casi diferencias en cuanto a lo económico. En el fútbol, por ejemplo, hay una brecha gigante, pero cuando mirás atletismo es una serie de mujeres y una de varones, no hay competencias aisladas, y eso ayuda a que no haya desigualdad dentro del deporte.

¿Y en las competencias?

Se compite por igual, y al ser profesionales se perciben los mismos ingresos. Cuando se corre una Diamond League, la máxima liga del atletismo, el premio económico al primer varón que cruce la línea de los 100 metros es exactamente el mismo que el de una mujer que lo haga, entonces no hay desigualdad. Tampoco en las pruebas: si hay 10.000 metros de mujeres hay 10.000 metros de varones, y se televisan por igual.

Seguramente Kathrine Switzer, la primera mujer que se anotó en una carrera, cuando eran sólo de varones, hizo mucho por eso. Cuando la estaba corriendo trataron de sacarla, y además fue descalificada al momento de la llegada.

Sí, hubo que pelear para llegar a esto; antes era sólo de varones, gracias a eso competimos nosotras hoy.

¿Qué medalla valorás más?

La medalla más linda que me dio el deporte es el cariño de la gente y de mi grupo de trabajo.

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