Llanto, locura, emoción, gozos y sombras. De todo tuvo el partido inolvidable que uruguayos y ghaneses jugaron el viernes en el Soccer City de Johannesburgo.
Mirá que te lo digo en serio. Ni se te ocurra hacer una ficción con un guin parecido al del partido porque nadie te lo cree, nadie, nadie. Vos no podés decir que en un partido en el que todos te dicen que va a ganar Ghana -hasta eso te queda feo en el guion- porque es el único africano que queda y al que le cobran un penal bien cobrado a su favor en la última jugada del alargue, con todo el estadio vibrando y viviendo, que por primera se mete un equipo del continente en semifinales. Mirá si va a quedar afuera porque los uruguayitos, los que antes eran campeones y ahora salen a picotear, te lo ganan de atrás en los penales después de haberse ido perdiendo en la primera parte tras un gol en la última jugada del primer tiempo, y después de haber tenido ese penal y expulsión en la última jugada de los 120 minutos de tiempo extendido.
No lo hagas, y si querés, revisá la actuación de Uruguay en el Mundial de Sudáfrica 2010, así evitás cualquier exageración de la realidad.
Es que ha sido maravilloso lo de esta celeste vituperada largamente durante la clasificatoria mundialista, y ahora, con los equilibristas y contorsionistas de la opinión jugando al ilusionista, el equipo de Tabárez se ha colocado entre los cuatro mejores del mundo, cosa que no sucedía desde 1970.
La victoria por penales 4 a 2 (1 a 1 en el partido ante Ghana) ha significado el más grande paso dado en los últimos 40 años y la posibilidad de estirar el sueño de dar batalla por la final. Fue un partido durísimo, estresante, infartante.
Mucho estudio al arranque. Uruguay intentaba jugar la pelota limpia desde el fondo, ante la ausencia de delanteros netos de los africanos. Un vertiginoso contragolpe a los tres minutos casi genera el primer gol. En los dos primeros tiros de esquina Uruguay ya mostró que ahí había algo.
El Ruso cortó una pelota, levantó la cabeza y metió un largo pase para Suárez. A los segundos fue Egidio quien se la metió a Suárez y el delantero del Ajax holandés sacó un buen tiro. Tres ataques más dos pelotas quietas que aún no lastimaban, pero que daban la sensación de que por ahí algo habría.
Un córner con peinada antes hizo que, de asco, la sacara el arquero.
Emparejó un poquito Ghana, pero Uruguay seguía mejor. Buscaba por arriba Y ahí empezó la montaña rusa de adrenalina. No había quién bancara. Uruguay estaba insoportable y generaba jugadas y centros lógicamente peligrosos. Terrible, pero terrible contra metieron los ghaneses, y el tiro de Gyan pasó al ladito del palo. Lo mismo que un cabezazo de Boateng que pasó cerca.
En el medio se nos había ido el Canario Lugano lesionado, y había ingresado por él Andrés Scotti. De partido parejo a partido que se define con un gol de larga distancia en la última jugada del primer tiempo, cambia todo, pero no las formas de encarar y de jugar el segundo tiempo. ¡Vos te das cuenta cómo nos vino a embocar Sulley Muntari en la última jugada del primer tiempo! Un tiro lejano y esquinado no permitió que Muslerita llegara. Nico Lodeiro ingresó en la segunda parte con la intención de generar más fútbol en ofensiva. Uruguay arrancó con fuerza y ganas, pero con fuerza a estos nos se les gana. Un ataque para un lado, una contra fulminante. Todavía falta casi un tiempo, pero me va a dar algo.
Una gran jugada y trepada de Fucile termina en falta. Se prepara Forlán, le da y golazo. 1 a 1 a los ocho minutos del segundo tiempo. Ahí volvió a cambiar el juego: fue abierto, con opciones de gol para los uruguayos y algunas trepidantes arrimadas de los ghaneses. Así hasta el pitazo final.
Vamos al alargue. Arrancó con todo Ghana y Uruguay aguantando a pie firme, pero como en el partido. Ya en el primer chico Uruguay estuvo bien, creciendo en el juego, pero no pudo desequilibrar. Y en el segundo, parejo, y se iban a los penales hasta que llegó ese tiro libre mal sancionado para Ghana, un par de salvadas y, al final, cuando iba a ser gol, Luis Suárez la ataja en la línea penal, expulsión y casi segura eliminación. Pero no, por algo los arcos tienen palos o caños o lo que fuere, y fue ahí, en el travesaño, donde pegó la pelota que nos salvó.
Después, los penales, el triunfo, los sueños, y ahora el destino nos pone en el camino a Holanda.