La participación de las mujeres en los cuerpos técnicos dentro del fútbol uruguayo siempre ha sido escasa, y no muchos años nos alejan de cuando era nula. Atendiendo a esta problemática, en 2018 la Asociación Uruguaya de Fútbol (AUF), en el marco del programa Forward de FIFA, presentó un proyecto para fomentar la profesionalización de las mujeres en este ámbito. Una de las medidas fue establecer en el fútbol femenino la obligatoriedad de que los cuerpos técnicos de los equipos estén conformados por al menos una mujer.
En este sentido, la AUF y la FIFA, en convenio con la Asociación Uruguaya de Entrenadores de Fútbol (AUDEF), crearon un programa de becas para fomentar que más mujeres se hicieran de las licencias que las habilitan a ser entrenadoras.
Todo se transforma
Se conformó un grupo de 30 mujeres que tenían las ganas, la necesidad y la valentía de formarse como entrenadoras de fútbol. Las 35 mujeres se inscribieron en 2018 para las licencias C (que habilita a ser entrenadora de fútbol infantil) y B (para el fútbol amateur). Algunas continuaron hasta obtener la A, que habilita a entrenar las divisiones juveniles y, finalmente, 14 de ellas continuaron hasta la Pro, que lleva un total de dos años de estudio y capacita y titula para dirigir fútbol profesional.
Cuando vistan la celeste
Virginia Camaño viste actualmente la camiseta de Náutico; en su pasado defendió a Danubio, Salus y Liverpool. Estudió para ser entrenadora para no desvincularse del fútbol cuando madure como jugadora, porque tenía muchas cosas para enseñar y transmitir con base en su experiencia, y con el objetivo personal de que el fútbol femenino crezca, aunque también le gustaría trabajar en el fútbol de varones. “El fútbol masculino es más dinámico, más rápido, y me gustaría probar ahí, como experiencia”.
Analía Guerrero trabaja de ayudante en Liverpool, primer equipo en que le gustaría ser entrenadora. En su experiencia como jugadora vistió la casaca de River Plate en el primer campeonato del fútbol femenino uruguayo, en 1996; también jugó en San Francisco de Las Piedras, en Rampla Juniors y en la selección. “Soy la más vieja”, dice con orgullo.
También estuvo en Salus: de jugadora pasó a ayudante y luego a entrenadora. Ahí descubrió su gusto por la docencia y el buen entendimiento del fútbol, y se dio cuenta de que ser entrenadora era lo suyo. De su experiencia dentro del fútbol femenino destaca que “se ha puesto muy competitivo, hay muchas jugadoras de elite”, pero su principal desafío es dirigir varones, no sólo “por la experiencia de compartir un vestuario, una cancha con ellos”, sino también por hacer historia: “Dirigir la selección, que sea dirigida por mujeres, que el cuerpo técnico sea femenino o mixto, no por un tema de género, quiero que sea una mujer que esté capacitada, porque hay muchas y siempre se le da primero la oportunidad al varón”.
Sobre la calidad de enseñanza de las licencias, Virginia y Analía coinciden en que fue mucho lo aprendido. “Antes miraba la pelota, ahora veo la técnica: si pasa la pelota qué hace el jugador, si sigue la jugada o no, si el defensa está bien parado. Yo juego de zaguera, de atrás miro todas las posiciones de mis compañeras y veo todos los errores, tenés otra visión”, comenta Virginia.
Analía dice que adquirió muchísimo conocimiento: “Ahora me siento a ver fútbol y sé lo que estoy mirando, antes veía la pelota ir de lado a lado. Además de las materias básicas tuvimos Nutrición, Inglés, Tecnología; fue súper completo”.
Una de las posibilidades
Virginia cree que en el caso del fútbol femenino es fundamental estudiar para dirigir: “Dentro de lo amateur que es el femenino debemos darle el mayor profesionalismo, es fundamental que quien dirija sepa lo que está haciendo”. Para eliminar la desigualdad que hay con el masculino y entre los mismos equipos del femenino “falta mejorar mucho en infraestructura, vestimenta, canchas, transporte; hay cuadros que están muy bien y otros muy mal. Falta seguimiento a las jugadoras que estudian, trabajan y luego practican”.
Analía, por su parte, se pregunta: “¿Estamos preparadas para ser profesionales? Es un paso muy importante. Los varones lo viven desde niños, sueñan con ir a Paris Saint-Germain y ganar millones de dólares. A la mujer primero se la enseña a ocuparse de la casa, a tener familia, a estudiar, son muchas cosas que en el fútbol no se manejan. Es difícil ser entrenadora, madre, ama de casa. Una jugadora estudia para ser profesional en otro ámbito, y está perfecto, porque es lo que le va a dar un futuro; nosotras, en Liverpool, insistimos mucho con eso, entonces, para ser profesionales hay más complicaciones que sólo mejorar cuestiones de logística”.
Doble esfuerzo
Como en todo espacio de conquista, varias son las dificultades para transitar el camino. “Tanto los compañeros como los profesores tenían una concepción errónea de que las mujeres estábamos estudiando para dirigir mujeres, teníamos que aclararles: ‘Nosotras vamos a tener la misma licencia que ustedes, podemos dirigir lo mismo, no tienen por qué vincularnos con el femenino’, explica Analía. “Tenemos la misma capacitación y estamos preparadas, de hecho muchos de ellos van a dirigir femenino, lo que sucede es que nosotras somos una nueva competencia para ellos”, agrega Virginia.
Entrenadoras, árbitras y dirigentes
Jorge Vezoli fue el docente de Pedagogía, didáctica y aprendizaje. Licenciado en Educación e investigador, ha realizado varios estudios demográficos y socioeconómicos sobre el fútbol femenino. Uno de ellos advertía que era esperable que las mujeres que se iban a retirar cuando el fútbol femenino uruguayo tuviera alrededor de 25 años generarían la necesidad de nuevos caminos dentro del fútbol para no desvincularse. “Hay que generar los espacios de formación para los tres componentes que estaban faltando en el esquema: entrenadoras, árbitras y dirigentes, porque en los próximos años el fútbol va a tener jugadoras federadas y clubes que deberán encaminarse sí o sí por la agenda de la FIFA, que va camino al profesionalismo”, explicó.
Cada uno debe aportar desde su lugar para cambiar la realidad. “El Instituto Técnico Profesional tiene la capacidad de formarlas en dos áreas, entrenadoras y dirigentes. Ir a pelear los espacios para ocupar esos cargos políticos es otra historia. Empatizo mucho con ellas por una necesidad pedagógica, y por forzar donde estaban los espacios que estaban mal distribuidos, por lo menos para tenerlos en la cabeza, y en ese sentido ellas me ayudaron a mí: uno teoriza muchas cosas, pero ellas te cuentan lo que vivieron realmente. Lo que pasaron en los clubes, en las selecciones, todo evoluciona, pero no es cuestión de que pase el tiempo; tenés que forzar las cosas, no hay otra, si esperás por el reloj el tiempo te gana, porque el fútbol está matrizado en el hombre, es una realidad que está dada y desde ese lugar hay que encarar todo lo que se viene. La llegada de ellas nos ayudó mucho, tenerlas, verlas y escucharlas es diferente, empezamos a entender y a colocar los conocimientos y lo que teníamos para decirles en un contexto más real, más genuino, porque estaban presentes”, agrega Vezoli. “El tiempo pasa rápido y, para ellas, culturalmente el tiempo pasa más rápido: un varón a los 40 se siente de otra forma, ellas a los 40 te dicen ‘no es para mí’. Tenés que trabajarles la cabeza”, comenta.
Aprendiendo para enseñarte
Esto supone un desafío también para el instituto, que está aprendiendo a convivir con mujeres. “Evitamos que los grupos sean la réplica de un vestuario de varones, cortamos con ese vicio, debe haber otra lógica”. Todo cambió para el ITP, que tuvo que adaptar su estructura y crear algo básico que no existía, baños para mujeres. Pablo Hernández, actual director de la escuela y profesor de la generación de las mujeres, expresó las claras intenciones que tiene la institución de volver a brindar esta oportunidad a más mujeres. “No hay nada firmado ni establecido, pero es mi intención hablar con Valentina Prego o con quien corresponda para repetir la experiencia. Quedamos muy conformes, estamos en la misma línea de la integración y la igualdad: ya tenemos baño de varones y de mujeres, lo previmos desde el inicio”. Será difícil la inserción laboral. Hernández explicó que “la oferta supera ampliamente la demanda; todos los años se reciben alrededor de 60 personas, 30 por semestre, y la demanda de trabajo es la misma, no se generan puestos de trabajo porque los equipos y las divisionales son los mismos”.
Valentina Prego se acercó al grupo y les dijo a los compañeros varones que era el momento de recomendar a sus compañeras. Como en cualquier ámbito laboral se recomienda a alguien capacitado, son ellos quienes tienen la primera chance, quienes tienen la responsabilidad de abrirles el camino a las mujeres.