Para cientos de miles es un motivo de orgullo, tal vez para otros miles un granito molesto, una perturbación por baranda, pero lo de Peñarol, que este miércoles iniciará su serie de semifinales en Río de Janeiro ante Botafogo a las 21.30 en el estadio Olímpico Nilton Santos, es un hecho significativo y altamente reseñable: será la vigésimoprimera vez que juega por llegar a la final de la Copa Libertadores.
Desde que en 1960 empujó la creación del torneo que finalmente terminó conquistando -esa vez jugó la semifinal ante San Lorenzo de Almagro-, hasta 2011, cuando la patinada en el penal del Tanque Santiago Silva que jugaba para Vélez Sarsfield permitió que Peñarol volviera a jugar una final de América después de 24 años, los mirasoles habían llegado 20 veces a estar entre los mejores cuatro o seis de América (hubo años en que las semifinales fueron triangulares).
Desde la primera Libertadores del 60 hasta la de 1970, en la que Estudiantes le ganó a Peñarol -que debió jugar y definir la copa con varios suplentes y juveniles porque no tenía a los seleccionados que participarían unos días después en el Mundial de México 70-, el club de las 11 estrellas jugó en diez de las 11 semifinales posibles y sólo no estuvo entre los mejores en 1964.
En 49 participaciones jugar 21 semifinales es una enormidad para el torneo de clubes más significativo de América. Si a ello le sumamos que la geopolítica del fútbol y su economía han torcido notoriamente los destinos deportivos de las contiendas internacionales a favor de Brasil y Argentina con sus múltiples y poderosos participantes, esta participación de Peñarol es muy destacada, como lo fue la de los propios carboneros en 2011, la de Nacional en 2009 y la de Defensor en 2014.
Llegar hasta esta instancia no implica ni balances adelantados ni conformistas para el equipo de Diego Aguirre, ni triunfalismos exagerados y sin base de sustentación de acuerdo a fallidos razonamientos que se soportan en una inexistente expectativa por transitiva, pero es asimismo una instancia única e irrepetible para tratar de llegar a una final que meses y años atrás parecía tan esquiva.
Flor de Copa
Peñarol, que como se sabe viene de salir segundo en el grupo que compartió con Atlético Mineiro, Rosario Central y Caracas, después eliminó en octavos de final a The Strongest y en cuartos de final al poderosísimo Flamengo, entrenó de manera privadísima en Laranjeiras, en el campo de Fluminense, donde en 1919 se jugó la final más larga del mundo y de donde salió el primer choro de Pixinguinha 1x0.
No hay datos de lo que planificó Aguirre en cuanto a nombres y estructura táctica para el partido que se jugará en el barrio de Engenhao en Río de Janeiro, pero sí hay dos cosas importantes para después proyectar una posible alineación y esquema: 1) la información es poder y, entonces, ni Aguirre ni su cuerpo técnico pueden andar otorgando ventajas a sus rivales para que preparen el partido con todo digerido; y 2) aunque se desvíe del paradigma de la competencia que aprendimos de los partidos de fútbol que se juegan para ganar, en estas instancias de dos módulos de 90 minutos se juega para clasificar y no para ganar el partido. Como arquitectos de futuras construcciones, como técnicos prevencionistas, los cuerpos técnicos evalúan estrategias para clasificar y sus respectivos cálculos de riesgo. Con instancias de este tipo a este Peñarol 2024 le ha quedado bien empezar de visitante, pero ya no para decidir con una gran victoria en casa y sí para conseguir un gran resultado en casa ajena y después ir a la segura para avanzar.
Más allá de eso, por derecho de conquista, hay una oncena de Aguirre que más o menos tiene ocho o nueve jugadores fijos y esta vez lo que podrá cambiar será por la ausencia médica del floridense Javier Cangrejo Cabrera, que, lesionado, ni siquiera viajó a Río; por las dudas tras las recuperaciones plenas de Eduardo Darias y Jaime Báez; por una posible restructuración de la mediacancha tratando de imponer más piernas para trabar el juego carioca; o para reforzar la última línea haciendo jugar a Maximiliano Olivera como zaguero y no como lateral. Nada quiso mostrar Aguirre.
Otra variable general que puede afectar la conformación de la oncena es el especialísimo césped sintético que tiene el Nilton Santos desde hace un año, que según expertos es de lo más parecido a las mejores canchas de césped natural, por lo que no necesariamente tiene que generar problemas a los equipos que no juegan regularmente en gramados artificiales.
Peñarol podría formar con Washington Aguerre; Pedro Milans, Javier Méndez, Guzmán Rodríguez, Maxi Olivera; Damián García, Darias o Rodrigo Pérez; Leonardo Sequeira, que ingresaría por el lesionado Cabrera, Báez o Alan Medina, Leonardo Fernández y Maximiliano Silvera. También podría ingresar de arranque, y en formato línea de tres o de cinco, Lucas Hernández.
Un fuego
Botafogo, que lidera el Brasileirão después de 30 partidos jugados, empezó la copa en segunda fase, en la que eliminó a Aurora de Bolivia y luego clasificó a fase de grupos dejando afuera a Bragantino.
En su serie fue segundo por saldo de goles detrás de Junior de Barranquilla y por delante de Liga de Quito y Universitario de Lima, y desde ahí sólo ha eliminado a brasileños: primero a Palmeiras, a quien eliminó por puntos, y después a San Pablo, a quien dejó fuera por penales después de dos empates.
El elenco, guiado por el portugués Arthur Jorge, tiene futbolistas en alza internacionalmente y en su selección, y aparentemente tiene una duda por su lateral izquierdo entre el experiente Alex Telles o el juvenil Cuiabano, pero el resto estaría firme y jugaría así: John; Vitinho, Bastos, Alexander Barboza (argentino de nacimiento y uruguayo por su padre), Telles o Cuiabano; Gregore, Marlon Freitas; Luiz Henrique, el campeón del mundo Thiago Almada, el venezolano Jefferson Savarino e Igor Jesus, el naciente goleador de la selección brasileña.
En el plantel del fogão está también el uruguayo Mateo Ponte, que ha jugado en 11 de los 14 partidos que los cariocas jugaron en esta Libertadores, y tiene 13 presencias en los 30 partidos del Brasileirão 2024.