Cuando era un niño sus padres fueron destituidos por la dictadura militar. La injusticia lo rebeló. Y la rebeldía la trasladó a su deporte favorito, el ciclismo. Fue líder del pelotón desde otro lugar, defendiendo los derechos de los que menos tenían. Paró el ciclismo durante 20 días. Fue tildado de comunista, poco le importó. Cuando la Vuelta Ciclista llegaba a los pueblos del interior, ahí estaba Nazario, juntando firmas o repartiendo papeletas. Con el tiempo se convirtió en asistente social.
En noviembre del año pasado sufrió un accidente de tránsito. Como consecuencia del impacto, el auto explotó y se prendió fuego. Dos de sus compañeros murieron y él fue sometido a seis operaciones. Salió. Nazario Pedreira, una historia de vida y resiliencia.
El niño ciclista
Nazario Pedreira nació en Trinidad el 29 de mayo de 1967. Se formó en un hogar humilde, de gente trabajadora. Su madre, Ana Aljas, era maestra rural y su padre, Roberto Hormiga Pedreira, funcionario del Poder Judicial.
Como todo niño, su primer contacto con el deporte fue a través del baby fútbol, hasta que en su casa apareció una bicicleta, algo que no era común por esos tiempos.
De la mano de la bicicleta y de la popularidad que tenía el ciclismo en Trinidad, Nazario se inició en el deporte del pedal en 1974 asistiendo a una escuelita que se llamaba Semillero del Pedal de Flores. Ahí se encontró con José Pepe Asconeguy y Ramiro Vidal.
En la charla con la diaria, Pedreira recordó: “Había una pista en el estadio Juan Antonio Lavalleja que era popular, se hacían campeonatos y se entrenaba ahí. En el ciclismo se dice que la pista es el último examen para que un ciclista sea completo, pero yo, al empezar ahí, salí con un pan debajo del brazo. Acá no se corre en pista. El uruguayo no tiene gusto por la pista. En la mente de la gente están la Vuelta Ciclista y Rutas de América”.
Condena social
Por esos años, Uruguay vivió la dura etapa del golpe de Estado. La familia Pedreira, comprometida con las causas sociales, padeció las consecuencias. Sus padres fueron destituidos por la dictadura y debieron salir a trabajar en lo que viniera.
“Los viejos salieron a pelearla con mucha vergüenza porque los que te conocían tenían miedo de ayudarte. Fue dura, porque a la destitución le tenés que sumar la condena social. En ese entonces darte un trabajo era ayudar a ese, que es comunista o tupamaro. Yo no lo sentí tanto, pero mi madre me contó que mucha gente venía por la calle y cruzaba la vereda para no saludarla, le daban vuelta la cara. Tampoco podíamos ir a reuniones familiares porque comprometíamos al otro. Una oveja negra en el pueblo”, dice Nazario, revelando que en ese momento sus abuelos fueron los pilares que bancaron a la familia.
Lo transitado en esa etapa de vida lo rebeló. En la escuela, y posteriormente en el liceo, se caracterizaba por su mala conducta. “Me hice un poco cabecilla de las protestas”, admitió.
Por la década del 80 su nombre comenzó a hacer ruido en el ambiente del ciclismo, motivo por el cual comenzó a viajar los fines de semana a correr en Montevideo. El club Belo Horizonte lo hizo parte de su equipo de Tercera Categoría. Le pagaban un sueldito y se alojaba en un apartamento que compartía con cuatro compañeros de Flores.
Una vez finalizado el liceo se radicó definitivamente en la capital para asistir a la Facultad. ¿Qué carrera comenzó estudiando? Abogacía. ¿Motivos? Quería defender a los trabajadores.
Sin embargo, su vida pegó un giro cuando descubrió las políticas sociales, la vulneración social; ahí no dudó y cambió de rumbo.
El ascenso a Primera
Las condiciones de Nazario quedaron claramente marcadas por su rápido ascenso. En aquellos tiempos los ciclistas comenzaban corriendo en Tercera y tenían que reunir determinada cantidad de puntos para ascender a Segunda. A Nazario le fue bien en Juveniles y en 1984, cuando tenía apenas 17 años, llegó a Primera. Allí las responsabilidades pasaron a ser otras. Cobraba sueldo y corría carreras grandes.
“Estudiaba de lunes a viernes, el sábado me tomaba la Agencia Central y el domingo, a la carrera. Se corría todos los domingos en Montevideo porque había como 20 equipos y todos tenían una fecha. Hoy en Montevideo no quedan clubes. Antes era brutal la actividad. El ciclismo en los barrios era una fiesta popular domingo a domingo”, rememoró.
En 1985, un año después de su debut en Primera, Nazario se consagró campeón Panamericano de Ruta.
Con el paso del tiempo asumió otro rol. Se convirtió en líder del pelotón, pero desde otro lugar: el de la defensa de los derechos de los ciclistas y las causas sociales y populares.
“Los ciclistas nos juntábamos previo a Rutas de América o la Vuelta Ciclista, porque durante todo el año, en las domingueras, estaba la iniciativa, pero quedaba en la nada. Un objetivo por el que peleábamos era el viático. Es decir, lo que se recibe por largar y correr una carrera de diez días. Las grandes figuras del ciclismo cobran, pero hay 50, 80 ciclistas, que son los que arman el espectáculo, los peones, que son los ignorados de la ruta. Esos se van con las manos vacías. Ahí logramos el viático. Chirolas, 20 dólares por día, muy poco, pero al final ese ciclista se iba con un pesito en el bolsillo”, reconoció Pedreira a la diaria.
Inmediatamente le vino a la mente el recuerdo de una huelga que paralizó al ciclismo y lo tuvo en el frente de batalla. Dos semanas antes de largar la Vuelta de 1993, nada más ni nada menos que la edición de oro, la número 50, los ciclistas comenzaron a hablar con los dirigentes por los viáticos. No hubo acuerdo y no se largaron las domingueras de Sauce y General Hornos, que eran las previas a la Vuelta. “Parecía que se venía el mundo abajo. Me tocó ser el cabecilla y logramos quebrar el brazo, conseguimos el viático”, expresó Pedreira.
La Vuelta se puso en marcha y, tras la finalización de la primera etapa, Nazario salió sorteado para el control antidopaje. El resultado fue positivo de anfetaminas. Un mazazo.
Hasta el día de hoy, Pedreira afirma que jamás tomó nada. “No soy ningún santo, pero no tomé nada y siempre mantuve que fue una de las irregularidades en el manejo del poder. Hablando en criollo, me mataron”. Nazario reveló: “Cuando había un positivo la sanción era de 90 días, pero a mí me pusieron nueve meses. Me dejaron una temporada sin correr”.
A pesar del dolor que le generó la sanción, el hombre es fiel a su pensamiento: “Fui en cana por defender una causa justa y volvería a ir en cana de nuevo. Esa es una de las cuestiones de la lucha, no tengo elementos, pero tengo convicciones. Son parte de los trofeos que uno tiene, hay que contar las ganadas y las perdidas”.
Su postura tenía costo. Muchas veces los directores de las radios lo ignoraban. Y como los directores solían concurrir a las carreras grandes, era difícil que Nazario fuera nota. Cuando le daban la oportunidad, aprovechaba a mandar el mensaje: “Eso también me costó. Durante toda mi carrera siempre fui el caudillo del gremio reclamando por los viáticos, los premios, las condiciones de las rutas, sobre todo en la Vuelta, y eso llevó a que muchos me tildaran de ‘comunista de mierda’”.
Nazario dejó de correr en 1996 defendiendo la camiseta del club Marconi. En diciembre de ese año se recibió en la Escuela Universitaria de Servicio Social y dos años más tarde comenzó a ejercer como asistente social en un Centro CAIF rural en Blanquillo, Durazno.
El ciclismo de hoy
“¿Cómo veo el ciclismo de hoy? Veo que estamos bien en algunas cuestiones de infraestructura, bicicletas, entrenamientos, nutrición, pero no está la base social que sustentaba al ciclismo de este país: los clubes y su arraigo en un barrio y la comunidad”, expresó Nazario. Fiel a su convicción de defender las causas sociales, no duda en afirmar que al ciclismo le falta el alma. “No tenemos la base social para desarrollar la tarea. El único que mantiene esto es el baby fútbol, que es donde se junta la gente. El ciclismo no tiene una red de unidades que lo gestione, que son los clubes de barrio, eso se sostiene en el básquetbol montevideano, que sigue siendo un básquet de barrio; en el ciclismo murió”.
“En el interior se mantiene un poco. En Flores se mantiene, nosotros tenemos un campeonato que se corre todos los jueves de noche en la pista José Asconeguy y ese es un clásico de los jueves de octubre, noviembre y la primera semana de diciembre. La gente viene, y se congrega el ciclismo de la región. Eso falta en Montevideo, volver al barrio”, concluyó.
Duro accidente
Nazario Pedreira lleva más de 20 años trabajando como docente de la UTU en alfabetización laboral, una materia que reúne todo el componente de los derechos laborales, la salud laboral, las relaciones. “Me pagan por algo que haría gratis”, expresó con orgullo.
El 10 de noviembre de 2023, Pedreira viajaba en un auto junto con cuatro compañeros para asistir a un congreso del gremio de UTU en Piriápolis cuando, en el km 167 de ruta 3, sobre el puente del arroyo Porongos, el vehículo chocó de frente contra otro.
Como consecuencia del impacto, los autos se prendieron fuego. Nazario quedó atrapado dentro de unos de los vehículos y tuvo la fortuna de que en ese momento un contingente militar que volvía de Paysandú pasó por el lugar y lo rescató. Nazario fue uno de los dos sobrevivientes y dos de sus compañeros perdieron la vida en el lugar.
“Si ese camión del Ejército no pasaba por el lugar, me moría calcinado porque los autos estaban explotando y la gente no se animaba a arrimarse”, admitió.
Pedreira fue internado en estado grave en el CTI. Además de las quemaduras sufrió múltiples lesiones. “Se me hundió todo, los pulmones estaban afectados, tengo 13 costillas de fierro, en la columna también sufrí lesiones, fractura de cadera. Estuve muy grave, de hecho, nadie se explica cómo salí”, comentó el exciclista, que estuvo cerca de un mes en el CTI y fue sometido a seis operaciones.
“Pasé por todos los procesos: silla de ruedas, bastón canadiense, bastón común, y ahora puedo andar en bicicleta, por lo que me traslado por todo el pueblo en la bici”, expresó con orgullo.
Su resiliencia lo volvió a hacer visible. En la última entrega de los Premios Charrúa, que otorga el Círculo de Periodistas Deportivos, Nazario recibió un premio a través del Panathlon: “Es un reconocimiento a la trayectoria, a la vida dedicada al deporte, al ciclismo, que es mi pasión. Al camino, a mi compromiso social, al estar siempre mirando por los demás, y a esa lucha contra la muerte después del accidente... Valió la pena ser el comunista del ciclismo”.
Con el mismo compromiso
El retiro de la actividad le permitió disponer de más tiempo para seguir adelante con su compromiso social. A través de concursos entró al Poder Judicial y es forense. “Mi especialidad es violencia de género, abuso y maltrato infantil y, además, hace más de 20 años que soy docente de la UTU en la parte de alfabetización laboral”.
Por si fuera poco, es presidente del PIT-CNT de Flores y el Frente Amplio lo propuso como candidato a intendente del departamento. ¿Y el ciclismo? No se abandona. Nazario sigue ligado al deporte del pedal. Durante un tiempo fue comentarista y ahora es el presidente de la Federación Ciclista de Flores.
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