La Asociación Uruguaya de Fútbol (AUF) confirmó esta semana el primer amistoso que tendrá la selección en 2026, en la recta final de su preparación para el Mundial de Estados Unidos, México y Canadá. Será nada menos que en Wembley, el próximo 27 de marzo, donde el equipo que conduce Marcelo Bielsa enfrentará a Inglaterra. Se espera que la AUF pueda confirmar otro amistoso para esa doble fecha FIFA de marzo, posiblemente ante otro contrincante también mundialista.
Al medirse con un rival europeo de esta jerarquía, Uruguay podrá tener, a tres meses del Mundial, un panorama más claro de sus expectativas para la competencia, en la que en la fase de grupos tendrá como rivales a los debutantes de Cabo Verde –una de varias selecciones que tienen su primera participación mundialista gracias a la expansión a 48 equipos–, al complicado Arabia Saudita (que le ganó a Argentina en la fase de grupos de Qatar 2022) y a uno de los candidatos al título, España.
Pero la principal misión, el desafío para el equipo de Bielsa en ese amistoso, y en los otros dos que queden para iniciar el Mundial, será el de cambiar su imagen y mostrarse a la altura de la competencia y de las circunstancias, después de la derrota contra Estados Unidos con la que cerró este año, un cimbronazo que –acumulado a una serie de actuaciones deslucidas o llanamente decepcionantes– puso en duda todo el proceso y moderó considerablemente las expectativas de tres millones, todos técnicos aficionados. Esta última derrota también motivó una conferencia de prensa y una ratificación oficial del técnico en el cargo.
Un nexo para Bielsa
La llegada del director técnico argentino, en 2023, supuso cierta revolución para la selección uruguaya. No sólo por ser extranjero, y un entrenador de alto perfil que llegó tras años de dirigir en Europa, sino también, justamente, porque el estilo de juego de Bielsa, el de los equipos intensos, verticales y de propuesta ofensiva, parece distanciarse de aquel al que la celeste ha atesorado como esencia. El choque entre las voluntades de este cambio y las resistencias que suscita ha sido un eje sobre el que ha transitado la selección uruguaya durante estos dos años, y ha plagado el camino de dificultades.
Diego Godín, excapitán y el jugador con mayor cantidad de presencias en la selección uruguaya, confirmó hace unos días que le ofrecieron la posibilidad de sumarse al grupo para oficiar como nexo entre los jugadores y el cuerpo técnico. Sin embargo, el Faraón rechazó la invitación; dijo que no se hubiera sentido cómodo, que no era algo que esperaba y que confía en que “es algo que van a solucionar entre el entrenador y los jugadores porque la selección está por encima de todo”.
Un camino sin recompensa
Además de estos resonados problemas de relacionamiento, merece su atención la parte puramente deportiva, especialmente con la ostensible baja en el nivel de varios de los futbolistas de la selección en el último tiempo, algo que difícilmente pueda achacarse a Bielsa.
El mejor momento de la selección de Bielsa, cuando realmente hubo una ilusión atada al equipo y se vislumbró el juego que se suponía que iba a ostentar la celeste en la nueva etapa, fue después de aquellos triunfos ante Brasil y Argentina por eliminatorias. Los protagonistas de esos partidos pueden simbolizar fácilmente cómo cambiaron las circunstancias para varios futbolistas, al punto de tirar hacia abajo el poderío general de la selección como equipo.
Darwin Núñez, que anotó en ambos partidos, pasó de ser el 9 de Liverpool a jugar en Al-Hilal de Arabia Saudita, un fútbol no sólo de menor jerarquía, por su propia competencia, más allá de las capacidades técnicas de los futbolistas que desde hace unos años empezaron a poblar esas canchas, sino también ajeno y nada visto para los tres millones de directores técnicos celestes. Ronald Araújo, que le hizo un golazo a Argentina en La Bombonera, ha tenido muchos problemas de lesiones; hoy está fuera del equipo en Barcelona, pero por un tema “privado” –según su entrenador, Hansi Flick– y emocional, presuntas consecuencias de los cuestionamientos y las críticas que sufrió en sus últimas apariciones europeas, donde ha sido señalado por costosos errores defensivos.
Federico Valverde no ha llegado a cumplir en la selección todo lo que prometía por su estatura como figura de élite del fútbol mundial, y Manuel Ugarte es otro jugador cuyo nivel fue en abrupta caída, en coincidencia tal vez con su no tan repetida participación entre los 11 titulares de Manchester United.
Con estas dificultades y contratiempos, la selección uruguaya arrancará un año crucial y definitorio. Bielsa buscará soluciones y el equipo deberá fortalecerse física y mentalmente para encarar esta etapa, “atadita a una ilusión” y “con el viento siempre en contra”, para citar las palabras del Canario Luna que conmovieron al técnico argentino de la celeste. Pero no hablamos de ningún cuadro chico.