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Archivo, febrero de 2024.

Foto: Ernesto Ryan

Panorama regional: balance y perspectivas para América Latina

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Según el último informe de la Cepal, la región continúa transitando una senda de bajo crecimiento durante los próximos años, en línea con el desempeño observado desde 2015.

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Leído por Patricia Lima
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La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) difundió el martes su informe anual titulado Balance preliminar de las economías de América Latina y el Caribe 2025, en el que alerta que la región “continúa transitando por una senda de bajo crecimiento” y que esa tendencia podría profundizarse en los próximos años, dado que los principales motores que le han dado soporte a la actividad perderían dinamismo.

Perspectivas de crecimiento

Concretamente, el organismo estima que este año cerraría con un crecimiento regional del entorno de 2,4%, anticipando una desaceleración adicional hacia 2026 (2,3%). De esta manera, la región acumularía cuatro años de bajo crecimiento, con una expansión promedio anual de apenas 2,3%. Otra forma de dimensionar este fenómeno es considerar que, recién luego de una década, el PIB per cápita logró alcanzar los niveles vigentes en 2014, previo a que la región ingresara en la fase baja del ciclo económico.

Al interior del conjunto, el desempeño por subregiones continúa evidenciando situaciones dispares. América del Sur habría crecido este año 2,9%, al impulso de la reactivación económica de Argentina, Bolivia y Ecuador, que venían de contraerse durante 2024.

En el caso de Centroamérica, las nuevas estimaciones apuntan a un crecimiento de 2,6%, producto del debilitamiento de la demanda externa asociada a las medidas comerciales de Estados Unidos. Si bien se espera un repunte durante 2026, las fuentes de vulnerabilidad vinculadas al comercio, las remesas y el acceso al financiamiento representan riesgos latentes que podrían conspirar contra el dinamismo.

Finalmente, se espera un crecimiento de 5,5% para la región caribeña, que se aceleraría todavía más en el correr del año que viene con una expansión del orden del 8,2%. Estos datos, no obstante, están “distorsionados” por el impacto que ha tenido la actividad petrolera en Guyana, aunque también recogen las consecuencias de la normalización del turismo y el desempeño favorable de varios sectores clave de actividad.

Mercado laboral

En este marco, la Cepal estima que el ritmo de crecimiento del empleo continuará perdiendo impulso, dado que pasará de 2,0% en 2024 a 1,3% en 2026 (la mitad del crecimiento observado durante el primer quinquenio de este siglo). Igualmente, la tasa de empleo (indicador de la demanda laboral) prevista para este año (59,1%) supera en casi un punto y medio los registros correspondientes al período 2015-2019. En el caso de la tasa de actividad (indicador de la oferta laboral), también se espera un repunte entre 2025 y 2026, pero en este caso los niveles se mantendrán por debajo de los observados antes de la pandemia. El reporte también señala que la tasa de desempleo se reducirá, al igual que los niveles de informalidad.

Inflación

En el frente de los precios, las presiones inflacionarias continuaron descomprimiéndose, aunque existen diferencias por subregiones, entre las que se destaca el caso de América del Sur que más que duplica los registros del resto. Según la evaluación de la Cepal, la trayectoria bajista refleja varios factores, como la reducción de los precios de los alimentos y de la energía, la depreciación del dólar, la desinflación global y los efectos asociados a las tasas de interés que se mantienen en niveles relativamente elevados (siendo el caso de Brasil el más ilustrativo, con una tasa de referencia ubicada actualmente en torno al 15%).

Riesgos latentes

El informe identifica varios factores que podrían condicionar el desempeño previsto de la actividad regional, dado que son múltiples los riesgos externos e internos que están confluyendo en el marco de un mundo más proteccionista, incierto y volátil. En este sentido, cabe enfatizar que la escalada arancelaria promovida por Estados Unidos desde abril ha supuesto décadas de retroceso (el arancel promedio se ubica en los niveles más altos desde 1930 y casi triplica el promedio de los últimos 70 años), terminando de fragmentar el ordenamiento económico global que se consolidó a partir de la segunda posguerra. Si bien esto (aún) no generó un escenario recesivo, como el que podía anticiparse meses atrás, el crecimiento global continuará siendo moderado y no operará como dinamizador de la demanda externa regional.

Sobre los riesgos de naturaleza externa, la Cepal indica que el crecimiento de la región “estará supeditado a las dinámicas que se observen tanto en el crecimiento del PIB mundial, en especial de los principales socios comerciales, como en el comercio global” (cuyo crecimiento pasaría de 2,4% en 2025 a 0,5% en 2026). La forma que adoptará el reacomodo de los bloques comerciales y las consecuencias de las políticas migratorias estadounidenses sobre la repatriación de personas y remesas serán dos factores clave para muchas economías latinoamericanas.

También será clave la postura que adopte la Reserva Federal de Estados Unidos, que ha venido reduciendo su tasa de interés y, por esa vía, ha generado condiciones de acceso al financiamiento más benevolentes para los países latinoamericanos. Este sesgo se mantendría durante 2026, en particular teniendo en cuenta que el cambio de autoridades previsto para la institución monetaria estaría alineado con los intereses de Donald Trump, que viene atacando al presidente actual por mantener las tasas de interés en niveles todavía “elevados” que conspiran en detrimento del dinamismo económico. En efecto, reducciones adicionales de las tasas de interés estadounidenses (es decir, una profundización de la política monetaria expansiva) generan condiciones para un “dólar barato” a nivel global, acceso más fluido al crédito (menores tasas y mayor captación de flujos) y dan un sostén financiero al precio de las materias primas (que tienden a moverse de forma espejada con el dólar).

Igualmente, lo anterior no compensa otros riesgos que subyacen a los mercados financieros internacionales (en particular, ante los riesgos de que se esté generando una burbuja especulativa asociada al auge de las inversiones en inteligencia artificial), que se mantendrán volátiles, producto de que los niveles de incertidumbre siguen siendo inusitadamente elevados.

Con relación a los riesgos de origen interno, la Cepal advierte que el desempeño de la actividad podría quedar más condicionado ante la pérdida de dinamismo del empleo y el impacto que tendría la moderación consecuente de los ingresos sobre el consumo interno (el consumo de los hogares ha venido explicando más de la mitad del crecimiento latinoamericano durante los últimos años). También señala el potencial impacto económico que podrían generar las condiciones climáticas adversas, dada “la vulnerabilidad estructural de muchas de las economías de la región frente a desastres naturales”.

En la órbita de las finanzas públicas la situación también es compleja, con niveles de déficit y endeudamiento que comprimen los márgenes para el despliegue de políticas expansivas orientadas a suavizar los efectos de la desaceleración, además de la carga creciente que supone el pago de intereses.

Finalmente, el otro factor que condiciona las perspectivas económicas tiene que ver con el proceso de reducción inflacionaria, dado que limita los márgenes para impulsar políticas monetarias de corte expansivo que dinamicen el consumo y la inversión.

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