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Laboratorio móvil, ayer en la Facultad de Ciencias. Foto: Federico Gutiérrez

El Laboratorio Móvil celebró su exitoso recorrido entre 2016 y 2017

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Ni siquiera el calor aplastante, que ya a las 9.00 pisaba los 30ºC, logró quitarles la alegría a María Torre, decana de la Facultad de Química, Juan Cristina, decano de Facultad de Ciencias, Celsa Puente, directora general del Consejo de Educación Secundaria, y María Julia Muñoz, ministra de Educación y Cultura. Motivos no les faltaban: estaban dando cierre a la temporada 2017 del Laboratorio Móvil, una unidad transportable que este año llegó a 118 escuelas rurales de los 19 departamentos del país y cumplió con su objetivo de acercarles la ciencia a unos 2.300 niños y maestros.

El proyecto del Laboratorio Móvil es llevado adelante por la Facultad de Ciencias y la Facultad de Química de la Universidad de la República, y es posible gracias al patrocinio de la empresa Bayer. Tiene por objetivo “despertar el interés por la ciencia en los niños y jóvenes”, y para cumplirlo montan en un vehículo un laboratorio que permite hacer experimentos en siete grandes áreas: sustancias (los escolares pueden hacer experimentos sobre el pH y la dureza de los cursos de agua de las localidades en las que viven), microbios (que permite a los niños comprender la importancia de la levadura para el pan o de la potabilización del agua), herencia y genes, física en el entorno (donde los niños pueden medir cómo distintos instrumentos producen música o cómo hacer un arcoíris), química cotidiana (por ejemplo, se experimenta para determinar la acidez o alcalinidad de distintas cosas), geología (que permite estudiar propiedades de las rocas) o cristales (los escolares aprenden a hacerlos crecer). Todo esto, que ya de por sí alcanzaría para dejar boquiabierto a cualquier escolar del país, adquiere mayor relevancia cuando la escuela visitada está en una localidad rural pequeña donde la palabra “laboratorio” tiente tantas chances de ser usada en la vida cotidiana como un equipo para escalar el Himalaya.

Tal vez por ello Cristina se mostró conmovido y dijo que “no hay palabras para expresar lo que se siente democratizar la ciencia”, y expresó que la posibilidad “de que una niña de una escuela rural haga un experimento de óptica o de ADN puede significar la diferencia para que decida que va a ser médica o ingeniera o veterinaria”. Para la decana María Torre, el proyecto “tiene gran potencialidad de futuro, porque hoy llegamos a 118 escuelas rurales, pero hay muchas más por visitar”. Patricia Angulo, de la empresa Bayer, manifestó que “como empresa de científicos e inventores, nos conmueve y nos inspira que 2.300 niños hayan pasado por el laboratorio”. Justamente sobre eso se centraron las palabras de Celsa Puente, quien remarcó la importancia que los laboratorios tienen par los estudiantes de séptimo, octavo y noveno año, que en las escuelas rurales pueden completar su formación básica, al tiempo que celebró “la conjunción entre la Udelar, la ANEP y la empresa privada”. Cerrando la parte de disertaciones, Muñoz destacó que desde el Ministerio de Educación y Cultura están “preocupados y ocupados por que la ciencia llegue a todos, pero también que la desarrollen todos”, y valoró al Laboratorio Móvil como una herramienta alineada con ese objetivo.

Escapando del sol abrasador, los presentes fuimos invitados a pasar al laboratorio, donde estudiantes y docentes jóvenes de la Facultad de Ciencias mostraron cómo con jugo de repollo colorado se podía determinar la acidez o alcalinidad del jugo de limón, una gaseosa o jugo de naranja. Y si bien las autoridades importan, son estos jóvenes los que están en la primera línea en la batalla por despertar la curiosidad científica de los niños. Lucía Bidondo, estudiante de química, dice que la experiencia de trabajar con los escolares la “enriquece mucho, sobre todo a la hora de encontrar la forma de explicar de forma simple y divertida fenómenos complejos”. Lucía Moreira, estudiante de biología, agrega que “lo máximo es ver la satisfacción en sus caras cuando se cuelgan a preguntar y experimentar”, y cuenta que una niña se entusiasmó tanto que le pidió su número de teléfono para mandarle preguntas de ciencia, y hace poco le mandó un mensaje preguntándole por qué la levadura hacía crecer el pan. Pablo Fagúndez, docente de Química Analítica, destaca que “cuando vas con los niños recién te das cuenta de si verdaderamente entendiste, porque tenés que darles muchas vueltas a las cosas para asociarlas con lo que ellos ya saben”. Autoridades contentas, 2.300 niños contentos, los estudiantes y docentes de los laboratorios contentos, en Bayer contentos... como dijo la ministra Muñoz, “una situación win-win”.

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