El martes 12 la directora ejecutiva de Unicef, Henrietta Fore, divulgó una declaración en la que afirma que a pesar del aumento de casos en todo el mundo “no se deben escatimar esfuerzos para mantener las escuelas abiertas o darles prioridad en los planes de reapertura”.
“Aunque existen pruebas contundentes acerca de los efectos del cierre de las escuelas sobre los niños y cada vez hay más evidencia de que las escuelas no son la causa de la pandemia, en muchos países se ha optado por mantener las escuelas cerradas”, señala, y advierte que el costo “es devastador”. “Se prevé que el número de niños y niñas que no van a la escuela aumente en 24 millones, un nivel que no se había registrado en años”, añade, además de señalar que quienes más sufrirán las consecuencias son “los niños más vulnerables”.
“Debido a la ausencia de las comidas escolares, los niños están hambrientos y su nutrición está empeorando. A causa de la falta de interacciones diarias con sus compañeros y la reducción de la movilidad están perdiendo su forma física y están mostrando síntomas de trastornos mentales. Asimismo, al no disponer de la red de seguridad que suele brindarles la escuela, los niños están más expuestos al abuso, al matrimonio infantil y al trabajo infantil”, detalla.
Considera que se debe evitar “el cierre nacional de las escuelas” y apuntar a “evaluar el riesgo de transmisión a nivel local”, además de establecer medidas de salvaguardia cuando sea inevitable cerrar las escuelas. “Si los niños tienen que afrontar otro año sin escuela, los efectos seguirán haciendo estragos en las próximas generaciones”, culmina.