Para tener más insumos en el análisis de los protocolos sanitarios acordados entre la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP) y el Ministerio de Salud Pública (MSP), el colectivo de Familias Organizadas de la Escuela Pública organizó un conversatorio, en el que este lunes expusieron médicos y educadores. Alicia Fernández, coordinadora del Área Programática de Salud de la Niñez del MSP, planteó en la actividad que los protocolos se elaboraron “para este momento de la pandemia” y agregó que la situación sanitaria “ha cambiado mucho” en los últimos dos años. Como se prevé que siga cambiando, la pediatra afirmó que los protocolos definidos con ANEP “no son estáticos” y que su flexibilización dependerá de la situación que atraviese el país el 7 de marzo, fecha de inicio de clases.
En suma, la jerarca del MSP dijo que se apunta a que los niños puedan tener “ese tiempo que se merecen de la forma más normal”, en referencia a la presencialidad en los centros educativos. No obstante, aseguró que todavía debe primar la cautela antes de pensar en volver a la situación prepandemia. Para fundamentar su postura, informó que los datos del 2 de enero decían que había 1.082 casos activos de covid-19 en menores de 15 años en el país, pero el lunes la cifra se disparó a 10.335 en ese tramo etario. Además, a inicios de 2022 se registraban 552 casos de menores de 15 años que requirieron internación desde el comienzo de la pandemia, número que al final de enero aumentó a 698. En total, 100 de ellos necesitaron ser internados en cuidados intensivos, según informó Fernández.
Si bien dijo que desde la autoridad sanitaria se insiste en la vacunación de los niños y adolescentes, aseguró que la transmisibilidad del virus “se mantiene”, aunque sea menor en quienes están vacunados. Respecto de la inoculación, aseguró que en el sistema educativo no se va a discriminar a los niños que no están vacunados respecto de los que sí lo están. Según explicó, ello implica que los primeros “van a ir al centro educativo y vamos a priorizar que no se les exija ningún test de diagnóstico para volver cuando tengan que guardar aislamiento o cuarentena”. Además, Fernández marcó que se debe “rescatar la importancia de que los adultos completen su inmunización para proteger a los niños” y su proceso de escolarización, ya que se reducen las posibilidades de contagio.
La jerarca del MSP aseguró que desde la cartera desean que el 7 de marzo la situación sanitaria “haya cambiado” y, de esa forma, “ilusionarnos con que estos protocolos no van a ser tan necesarios”.
Dos bibliotecas
Álvaro Galiana, director del Hospital Pediátrico del Centro Pereira Rossell, planteó que si bien la variante ómicron de covid-19 es “menos virulenta”, se propaga más rápido y “está generando números preocupantes en la población menor de 15 años”. Según completó, observó “un cambio ostensible en las consultas en el Pereira Rosell”, donde se encuentran 28 niños ingresados con patologías vinculadas a la covid-19. Galiana señaló que “han habido niños en CTI con neumonía, no sabemos si vinculada solamente a la covid; niños que tenían covid con accidentes vasculares encefálicos graves”, en los que dijo no saber con exactitud “si el covid tuvo que ver”. El médico señaló que se trata de “un virus relativamente nuevo” que “en algunos casos genera enfermedades de tipo inmunológico de las que todavía estamos aprendiendo” y “por eso queremos que los chiquilines no se infecten con la covid-19”.
“No es menor tratar de que no se infecten”, valoró, y argumentó que de esa forma se puede evitar que pasen por episodios de fiebre alta o de que contagien a sus familiares. Según argumentó, si bien en un principio los niños casi no contagiaban el virus, “eso ha cambiado” y hoy son ellos quienes “en parte importante infectan al grupo familiar”. De todas formas, Galiana planteó que la salud de los niños no debe valorarse sólo a través de la covid, sino que también hay que contemplar aspectos de su socialización, como la asistencia a clase. En ese sentido, se refirió al “daño que ha generado la falta de concurrencia a los centros escolares” en esa población.
En cambio, el docente grado 5 de Pediatría de la Facultad de Medicina (Fmed) de la Universidad de la República, Gustavo Giachetto, consideró que “conceptualmente, para menores de 15 años la covid-19 representa una amenaza de enfermedad grave muy pequeña”, principalmente en comunidades con un nivel alto de cobertura vacunal. Para fundamentarlo, en función de los datos brindados por Fernández señaló que entre los menores de 15 años actualmente el virus tiene una tasa de hospitalización menor a 0,6% y de CTI menor a 0,1%. En otras palabras, explicó que en esa población “la mayor parte de los casos no se hospitalizan, no ingresan al CTI y no mueren”. “Si no es eso, que se califica como enfermedad grave, la enfermedad es leve” entre los más chicos, según valoró.
Por su parte, Giachetto dijo que la discusión sobre los efectos del llamado “covid prolongado” en niños tiene “dos corrientes”. Según detalló, de un lado están quienes dicen que los síntomas poscovid pueden ser similares a los observados en cualquier otra enfermedad infecciosa. En cambio, dijo que entre quienes dan más importancia al tema se plantea que la prevalencia estimada de covid prolongado en niños y adolescentes es de 0,8% y que la resolución de los síntomas ocurre entre uno y cinco meses. Por lo tanto, esos síntomas existen, “pero es algo poco frecuente”, sostuvo.
Formas de bienestar
Para el catedrático, la enfermedad “no es una amenaza grave”, si bien reconoce “que tiene sus repercusiones”, aunque gracias a la vacunación estas sean leves. En ese sentido, señaló que se debe “desmitificar que los niños son los motores de esta pandemia” y que “es prioritario y urgente mantener la enseñanza presencial, independientemente del número de casos” de covid-19 que se registren.
Giachetto valoró que “la salud general de los niños, niñas y adolescentes se apoya mejor manteniendo los centros educativos abiertos y hay que trabajar sobre el miedo de contraer covid, que es una cosa que está muy fuertemente afianzada en la sociedad”. Para ello, ilustró que se puede “hablar abiertamente con los niños y sus familias sobre la prevención” y de que “cuando los menores de 15 años no están vacunados tienen un riesgo similar al de la gripe”, sin que ello implique “gripalizar la covid”. Además, dijo que el gobierno debería “promover dosis de refuerzo en padres, familiares directos, cuidadores y en todos los trabajadores de la escuela, especialmente si son de riesgo”. En suma, consideró que “hay que cambiar las estrategias de abordaje, si es que realmente queremos trabajar en favor del bienestar biopsicosocial de los niños”. “Las políticas restrictivas aumentan el miedo y falsamente transmiten una sensación de escuelas inseguras”, lo que, según valoró, también ocurre “cuando llenamos la escuela de máscaras”. Según entendió, ello contribuye con la idea de que el centro educativo “es un potencial peligro e indirectamente que los niños son un peligro, y no lo son”. El pediatra concluyó que está de acuerdo con “ir aflojando los protocolos”. En relación con las medidas de prevención aprobadas por la ANEP y el MSP, dijo no encontrar “argumentos científicamente válidos para decir que una cuarentena de un niño no vacunado tiene que ser distinta a la de uno vacunado”.
Gabriela Garrido, de la Clínica de Psiquiatría Pediátrica de la Fmed en el Pereira Rosell, indicó que cuando se habla de salud mental “no se puede separar lo sanitario de lo educativo”. Respecto de lo ocurrido en la pandemia, dijo que 2020 “se perdió” por lo novedoso de la situación sanitaria, a lo que se sumó “un temor muy generalizado”, pero “hoy estamos con otra información”. Garrido coincidió en que la presencialidad “es imprescindible” para los niños y no se ha podido suplantar por la virtualidad, más allá del buen uso de la tecnología que se realice.
A partir de una encuesta que su grupo de investigación realizó a docentes uruguayos, estos señalaron que tenían poca información sobre la situación de la salud mental de sus estudiantes, “lo que no es para nada habitual cuando tenemos una situación de presencialidad común y corriente”. Según explicó, en Uruguay “el maestro sigue siendo uno de los principales detectores de factores de riesgo” en los niños y también a la hora de “percibir precozmente” situaciones que afecten su salud mental. La psiquiatra infantil señaló que con relación a este tema “no estamos en el punto de partida de 2020”, tanto a nivel de los alumnos como de los docentes, ya que “tenemos situaciones que están más complicadas”.
Garrido planteó que “el impacto en la salud mental lo seguimos viendo y no sabemos cuándo lo vamos a dejar de ver”, ya que muchas veces es una curva en ascenso después de que decrece la curva de casos de covid-19. Al respecto, agregó que la evidencia internacional muestra que la prevalencia de la depresión en niños y jóvenes se puede estimar en 25% -es decir, uno de cada cuatro la padece- y la de ansiedad es de 20% en ese tramo etario. Según explicó, esas cifras muestran que los índices de prevalencia se duplicaron respecto de la prepandemia.
La educación
Tanto la secretaria general de la Federación Uruguaya de Magisterio, Elbia Pereira, como el director del Colegio Santa Elena, Pablo Cayota, estuvieron de acuerdo con la necesidad de fortalecer los recursos con los que cuentan los centros educativos. Al respecto, Cayota señaló que “no se puede pasar una pandemia sin hacer algunas inversiones”, por ejemplo, para “que haya cargos de retenes en los centros para absorber las suplencias que se van a generar” con la aplicación de los protocolos sanitarios. Al respecto, el educador señaló que la última versión del protocolo “es una obra de ingeniería” y que su correcta aplicación implicará “tener mucha información” y “conocimiento técnico”. “Ojalá que la ola de omicrón baje, porque si no vamos a tener un año mucho más complejo que los anteriores, creando mucho estrés institucional y en maestras y profesores”, dijo.
Además, Garrido sostuvo que debe pensarse en que “en escuelas de contexto crítico cerca de 50% de los niños van a requerir un apoyo para compensar sus rezagos, porque ya venían con necesidades educativas especiales”. Para la psiquiatra, es necesario pensar “cómo se van a ofrecer esas ayudas” y, por ejemplo, habló del “refuerzo de los recursos docentes y de otros recursos a nivel de las instituciones”. Al respecto, Pereira se mostró preocupada porque considera que “no se está viendo” una “definición de apoyo real” de recursos humanos y materiales por parte de la ANEP.