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Foto: Mara Quintero

Reporte del Ineed manifestó preocupación por la “fragilidad” de estudiantes de educación media con ascendencia étnico racial que no es la blanca

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Con datos de Aristas, el estudio se centró en analizar los desempeños, las expectativas y los trayectos educativos de distintas “minorías” que asisten al liceo o la UTU.

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Leído por Andrés Alba.
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“¿Quiénes son, cómo se sienten y qué desempeños tienen los estudiantes pertenecientes a algunas de las minorías que asisten a educación media?” es el título del nuevo reporte de los datos del estudio Aristas, que data de 2022 y es llevado a cabo por el Instituto Nacional de Evaluación Educativa (Ineed).

La intención del reporte es crear una “descripción del perfil de los estudiantes que forman parte de alguna de las minorías dentro de las aulas de educación media”. Para ello, el Ineed hizo una selección de los distintos grupos: quienes se definen como “afrodescendientes o con otra ascendencia étnica racial minoritaria (asiática o amarilla, indígena u otra diferente a blanca)”, inmigrantes, “que se identifican con un género distinto al femenino o al masculino” y también aquellos estudiantes “con necesidades educativas específicas”.

Además del perfil, el reporte prevé analizar las trayectorias educativas de dichos grupos de estudiantes “a través de indicadores tales como asistencia a educación inicial; rezago; inasistencias a clase; resultados educativos en lectura y matemática, y sus vínculos dentro del centro, su participación, sentido de pertenencia y sensación de seguridad”. Como complemento, investigaron sobre la formación y ciertas “actitudes” de los docentes con respecto a la diversidad y también a la igualdad de género.

“Para lograr la inclusión de todos los niños y adolescentes es necesario poder identificar a los grupos excluidos, comprender cuáles son y qué obstáculos enfrentan”, aseguraron en el reporte. Si bien manifestaron que “la categorización siempre resultará imperfecta”, subrayaron que “es necesaria para dar seguimiento a la desigualdad educativa a nivel de sistema”. Por estas razones, con el reporte intentan “dar voz a los estudiantes en riesgo de exclusión, con el fin de visibilizar sus experiencias en el sistema educativo”.

En ese marco, los hallazgos evidenciaron que las realidades entre cada grupo analizado son “muy distintas”. Una de las conclusiones que observaron con mayor preocupación “es la fragilidad de los estudiantes que se autoidentifican con una ascendencia étnico racial distinta a la blanca”. Es que según, recogió el Ineed, esta población estudiantil es la que tiene peor desempeño, “sus trayectorias educativas han sido más fragmentadas y tienen menores expectativas de estudio a futuro”.

Además, identificaron que también son quienes tienen “menos apoyo de sus familias, tienen menos recursos y asisten a centros educativos de contexto más desfavorable”. Como agravante, a partir del análisis a los docentes develaron que “tienen muy poca formación en el área de diversidad étnico racial, lo cual es consistente con que dicen haber trabajado el tema muy poco o nunca”.

En cuanto al estudiantado cuya identidad sexual no se corresponde con el género femenino o masculino, relevaron que si bien tienen mejores desempeños que los varones en lectura y que las mujeres en matemática, “tienen peores vínculos interpersonales y presentan menores habilidades interpersonales e intrapersonales, más conductas internalizantes y externalizantes, así como también menos motivación y autorregulación”. Además, se sienten “más inseguros en el centro y sus alrededores”. Con respecto a este punto, los docentes arguyeron que “pocas veces” o incluso “nunca” abordaron los temas de diversidad sexual en clase.

Por otro lado, sobre los estudiantes inmigrantes el reporte concluyó que “asisten mayoritariamente a centros educativos privados, de contextos más altos, y sus familias también tienen un estatus socioeconómico más favorable que los de sus pares”. Asimismo, señalaron que “si bien su desempeño en matemática es a priori más alto que el de los uruguayos, cuando se los compara con estudiantes de su mismo contexto, región y tipo de centro, sus desempeños resultan más bajos que los de sus compañeros (tanto en matemática como en lectura)”.

Este resultado se vincula con que tienen “peor vínculo con profesores y adscriptos” y también un “bajo sentido de pertenencia al centro”. Por último, evidenciaron que este grupo de estudiantes tiene “mayores expectativas de estudio a futuro”.

Identidad sexual no binaria

El estudiantado que se identificó con otro género que no es ni masculino ni femenino fue el 2,4%. Proporcionalmente, el reporte identificó que más estudiantes del sector privado identificaron su identidad sexual por fuera del binarismo: “En los centros privados hay un 2,8%, frente a un 2,6% en escuelas técnicas con ciclo básico tecnológico y un 2,2% en liceos públicos y escuelas técnicas con formación profesional básica”. Destacaron que “si bien son 6 décimas de diferencia entre los privados y los públicos, eso significa un 27% más en privados respecto de los públicos, siendo además una diferencia significativa estadísticamente”.

En cuanto a las trayectorias de repetición, los porcentajes son similares a los de los varones –respecto de las mujeres es un poco más alto–: en educación media, el porcentaje de repetición de quienes no se identificaron con los géneros binarios es el 6,2%, mientras que el de los varones es el 7,5%. Sin embargo, en el estudio se destaca una diferencia: “Sus expectativas de estudio son más altas que las de los varones, aunque menores que las de las mujeres”.

Sobre la situación laboral de los estudiantes que se identifican como de otro género, evidenciaron que “el 75,1% no trabaja y el 11,2% no trabaja pero busca empleo”, un porcentaje también más similar al de los varones.

Una diferencia notoria es que, con relación al trabajo no remunerado dentro del hogar, el Ineed observó que “las mujeres y los estudiantes que se identifican con otro género son los que están más sobrecargados de tareas”. Por último, aunque destacaron que en lectura tienen mejor desempeño que los varones y en matemática que las mujeres, subrayaron la “vulnerabilidad” en cuanto a la convivencia y “las habilidades socioemocionales”.

En concreto, señalaron que esta “mayor fragilidad” se visualiza en “un menor vínculo con pares y adscriptos, una menor percepción sobre la escucha de la voz del estudiante dentro del centro educativo, menores habilidades interpersonales que las mujeres y menores habilidades intrapersonales que los varones, mayores conductas internalizantes, mayores niveles de conductas externalizantes respecto a las mujeres, menor motivación y autorregulación que las mujeres y una menor percepción de seguridad en el centro y sus alrededores”.

Estudiantes con ascendencia étnico-racial distinta a la blanca

70,6% de los estudiantes se autoidentificó como de ascendencia blanca. En tanto, 10,5% lo hizo como de ascendencia afro o negra, 9,9% de otra, 7% de indígena y casi 2% de asiática o amarilla. Al considerar estos datos, el Ineed observó que “el peso de los autoidentificados con ascendencias minoritarias es mayor en las escuelas técnicas y liceos públicos y menor en centros privados”. Vinculado con esto, constató “una mayor concentración de estos estudiantes en los centros de contextos más desfavorables: el 49,5% asiste a instituciones de contexto desfavorable y muy desfavorable, en comparación con el 34,7% de los estudiantes de ascendencia blanca”.

Con relación a lo que ocurre en los hogares, si se pone el foco en “el clima educativo”, tanto sobre los recursos como sobre la “supervisión parental”, encontraron que hay “una situación de mayor vulnerabilidad y desamparo para los estudiantes de ascendencia racial no blanca que para los de ascendencia blanca”.

En cuanto a la repetición y las inasistencias, también encontraron diferencias: 8,8% de los estudiantes de ascendencia racial no blanca de educación media y 13,9% de primaria repitió, mientras que entre los de ascendencia blanca repitieron el 5,9% en educación media y el 10,4% en primaria.

Con foco en el futuro, identificaron que las expectativas de estudio son “más modestas” que las de los estudiantes de ascendencia blanca, particularmente si se mira a las de la universidad: “un 44,2% aspira a hacerlo, frente a un 57% de sus pares de ascendencia blanca”. Sobre lo laboral, hay una diferencia en la actualidad, ya que “se observa que el porcentaje de estudiantes que trabaja o busca trabajo es mayor entre quienes se identifican con ascendencia étnica racial distinta a la blanca (24,8%) que para los que se identifican con ascendencia blanca (19,8%)”. Por otro lado, estos últimos “tienen mayores aspiraciones a trabajar en un futuro cercano (31,7% ante 28%)”.

El Ineed también recabó que los estudiantes de ascendencia étnico-racial no blanca tienen “peores vínculos” con sus pares y adscriptos que los de ascendencia blanca, y además, “tienen un menor sentido de pertenencia y se sienten menos seguros en el centro educativo que sus pares”. Por último, en relación a sus “habilidades interpersonales, que abarcan la empatía y las interacciones con sus compañeros, así como las habilidades intrapersonales (derivada de las subescalas de regulación emocional y autocontrol), se observan niveles inferiores en comparación con aquellos que se identifican con una ascendencia racial blanca”.

Estudiantes no nacidos en Uruguay

El 4,8% de los estudiantes de la muestra de Aristas son nacidos en el extranjero. Argentina, Venezuela o Europa es de donde mayormente provienen. Otro tanto proviene de Cuba, República Dominicana y Brasil.

En el reporte identificaron que gran parte de quienes arribaron a Uruguay desde otro país lo hicieron durante la edad escolar o incluso en la educación inicial. Por otro lado, constataron que hay “una mayor concentración de estos estudiantes en centros de contextos favorables: mientras que el 62% de los inmigrantes concurre a centros de contexto favorable y muy favorable, este porcentaje desciende al 40,2% entre los nacidos en Uruguay”. Asimismo, más inmigrantes residen en Montevideo que en el resto del país.

Sobre el análisis de repeticiones y faltas, el estudio no reveló “diferencias significativas” en comparación con los estudiantes que nacieron en Uruguay. Sin embargo, en cuanto a las expectativas a futuro observaron que son muy altas entre los estudiantes inmigrantes. Concretamente, el deseo de estudiar una carrera universitaria es del 61,7% de los estudiantes inmigrantes, mientras que entre los nacidos en Uruguay tiene esa aspiración el 52,9%. Además, también trabajan o buscan más trabajo.

Por otro lado, mostraron que en comparación con los nacidos en Uruguay, tienen “resultados más bajos” en matemática y lectura. “No es el estatus familiar lo que hace que a estos estudiantes les vaya peor que a otros estudiantes que asisten al mismo tipo de centro”, manifestaron. Para justificarlo, subrayaron que “los estudiantes inmigrantes tienen en promedio un estatus socioeconómico familiar más alto que el resto en todos los tipos de centro”, pero señalaron que “es probable que ciertos aspectos del clima escolar y la integración de los estudiantes jueguen un rol menos favorable para los inmigrantes que para los nacidos en Uruguay”.

Si bien no identificaron que haya “diferencias significativas entre uruguayos e inmigrantes en relación con la supervisión parental, el vínculo entre estudiantes, la voz del estudiante, las habilidades inter e intrapersonales, las conductas externalizantes e internalizantes, la motivación y autorregulación ni la percepción de seguridad”, sí observaron “diferencias en el vínculo con profesores y adscriptos y en el sentido de pertenencia”: “En los tres casos los vínculos resultan más débiles entre los inmigrantes que entre los estudiantes nacidos en Uruguay”.

Formación docente

Uno de los focos del estudio fue observar la formación de directores, adscriptos y docentes de Matemática y Literatura o Idioma Español en las distintas áreas relativas a la inclusión de minorías, como igualdad de género, diversidad sexual, dificultades de aprendizaje o diversidad étnico-racial.

Como conclusión de lo relevado, se asegura que “tienen muy poca formación en diversidad étnico racial”, que “es el área que presenta menores cifras de formación entre todas las áreas medidas”. Por otro lado, identificaron que “en lo que se encuentran más formados es en dificultades de aprendizaje y, en segundo lugar, en derechos humanos”.

Sin embargo, consultados por la frecuencia con la que abordan los distintos temas, los docentes de Matemática “en general no lo han hecho”, mientras que “los que han trabajado en mayor medida los temas son los adscriptos y los docentes de Literatura/Idioma Español”. En ese sentido, los derechos humanos y la convivencia escolar son algunos de los temas que son tratados en mayor medida con los estudiantes, contra la “diversidad sexual, diversidad étnico racial, inclusión de personas con discapacidad y dificultades de aprendizaje”, que “nunca” o “pocas veces” han sido trabajados.

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