La Transformación Curricular Integral (TCI) implementada en el gobierno anterior realizó cambios en nombre de asignaturas y cargas horarias. Si bien entre sus objetivos tuvo la mejora de la formación en las disciplinas de las llamadas STEM [ciencia, tecnología, ingeniería y matemática, según la sigla en inglés], la carga horaria de la asignatura Matemática se vio sensiblemente reducida.
Esa situación llevó a que en 2023 se conformara un colectivo de profesores de la asignatura que planteó públicamente su preocupación sobre lo que ocurría en la currícula de Secundaria en general, y también con la orientación Físico-Matemática en particular. En el Plan Reformulación 2006, vigente antes de la TCI, en quinto año de dicha orientación había dos materias de Matemática, cada una con cinco horas semanales, y en sexto otros dos cursos de seis horas cada uno.
La TCI supuso que en el quinto año de la orientación, que pasó a llamarse Ciencia y Tecnología, las dos unidades curriculares de matemática sean de cuatro horas semanales cada una y en sexto una tiene cuatro horas y la otra cinco. Como a ello se le resta una hora en los cursos de ciclo básico, en su momento desde el colectivo sacaron en limpio que la TCI dejó cuatro horas semanales menos de formación en la disciplina para quienes ingresan al liceo y luego siguen el trayecto de Ciencia y Tecnología hasta el último año.
Recientemente, las actuales autoridades de la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP) aprobaron algunos cambios a la TCI y poco después realizaron ajustes a la grilla de materias y orientaciones de Secundaria, entre ellas el incremento de una hora de matemática en quinto año del trayecto Ciencia y Tecnología con perfil Matemático y de otra hora en una de las matemáticas del siguiente año en el trayecto Ciencia y Tecnología Química.
No obstante, el colectivo de docentes entendió necesario pronunciarse de forma pública nuevamente, ya que, si bien valoran algunas de las modificaciones realizadas, consideran que no son suficientes. En diálogo con la diaria, Santiago Vigo, Ana Fortes, Ignacio Dolyenko, Natalia Bermúdez, Franco Mariani y Juan Pablo Rodríguez, profesores de Matemática e integrantes del colectivo, explicaron que esperan que los cambios vayan más a fondo, por ejemplo, con la modificación del Marco Curricular Nacional, pieza clave de la TCI que marcó que la enseñanza debe apuntar a desarrollar competencias en los estudiantes antes que a desarrollar contenidos.
Al respecto, los docentes valoraron que el Consejo Directivo Central de la ANEP haya explicitado que a partir de ahora los maestros y profesores pueden planificar e impartir sus clases a partir de la libertad de cátedra y que hayan señalado que los programas para el año que viene se elaborarán a partir de contenidos. No obstante, advierten que si el MCN continúa vigente, hay margen para que distintos actores dentro del sistema le marquen a los profesores que deben actuar en base a los parámetros establecidos en el gobierno anterior.
En suma, desde el colectivo marcaron que entre los docentes se generó cierta confusión respecto a qué curso de matemática del último año del trayecto de Ciencia y Tecnología es el que aumentará la carga horaria el año que viene. Los docentes explicaron que recibieron una comunicación de la ANEP que marcaba que la hora iba a aumentar en el curso de Matemática 1, donde se aborda el cálculo y análisis matemático, y luego otra en la que se marcaba que el aumento de una hora se daría en Matemática 2, orientado a la geometría. Según informaron a la diaria desde la Dirección General de Educación Secundaria, el incremento se dará en la primera de las unidades curriculares mencionadas.
Más allá de ello, Dolyenko sostuvo que, con todas las horas que se perdieron en la TCI, agregar una hora termina siendo “ineficiente”.
Lo que dejó la Transformación Curricular Integral para Matemática
Más allá de que dejaron en claro que todavía es pronto para hacer una evaluación completa de su implementación, ya que la TCI recién se aplicó en todos los grados este año, desde sus distintas experiencias profesionales los docentes afirman que ya comenzaron a ver falencias en los aprendizajes de los estudiantes. Por ejemplo, Fortes lo asoció directamente a la flexibilización de los requisitos de evaluación definidos con el nuevo plan, a la que catalogó como “muy nociva para la educación matemática”.
En referencia a los espacios de acompañamiento que se realizan en diciembre y febrero como sustituto del período de exámenes, Fortes planteó que implican que “los estudiantes que no aprobaron antes pueden aprobar con un póster, con una entrega de ejercicios o con una prueba escrita, indistintamente”, en función de lo que se resuelva en cada grupo. “Eso habla de una disparidad y no de una universalización en el acceso”, consideró.
En ese sentido, la integrante del colectivo señaló que, si bien a través de estos mecanismos de evaluación pueden seguir transitando en la educación obligatoria, luego la educación terciaria “no va a ser transitada de la misma forma” por estudiantes que aprobaron los cursos a través de formas tan distintas.
De hecho, señaló que los efectos de los cambios en el reglamento de evaluación ya se empiezan a ver en los propios liceos: “La flexibilización de aprobación hizo que a primero de bachillerato llegaran estudiantes con las tres matemáticas de los años anteriores como previas”. Según agregó, ello va acompañado de “graves problemas operatorios” y, cuando ello ocurre, “es imposible poder abordar otros conceptos que requieren una mayor abstracción”. “Pasás tres cuartas partes de una clase enseñando a operar y no el concepto que querés dar”, lamentó.
Del mismo modo, los profesores cuestionaron los cambios en las notas de exoneración establecidos por la TCI, que, por un lado, modificó la escala de calificaciones, que pasó a ser del 1 al 10, lo que “permite menos diferenciación entre rendimientos de estudiantes”, planteó Mariani. El docente también señaló que, en el caso de bachillerato, se cambiaron las condiciones para la exoneración de materias y todas se aprueban con cinco, independientemente de si es del trayecto específico o no, lo que antes tenía notas de exoneración diferenciadas.
Desde su experiencia personal y por lo que ha hablado con colegas, Fortes dijo que los estudiantes que reciben en bachillerato después de haber transitado por la Educación Básica Integrada de la TCI “vienen acostumbrados a una flexibilización de la aprobación donde las faltas no importan” y saben que “con asistir en el último periodo de tiempo pueden aprobar el curso”. “Eso hace que no tengan un compromiso con los cursos, que haya una gran cantidad de inasistencias y, en una disciplina como Matemática, la asistencia y el compromiso constante es fundamental”, sostuvo. Según agregó, eso “va en detrimento de que un docente pueda dar un curso medianamente aceptable”.
Los docentes de Matemática consideran que en las condiciones actuales no pueden desarrollar la materia
Desde el colectivo también cuestionaron que el enfoque de competencias propuesto por la administración anterior no haya priorizado ninguna competencia referente al pensamiento lógico-matemático. Por ello, los profesores de la asignatura consideran que desde la TCI se ve a la matemática como un apoyo de otras disciplinas, con poco espacio “para estudiarla en sí misma”.
Dolyenko sostuvo que si eso se suma a la baja en la carga horaria, los profesores de Matemática “no tienen la posibilidad de desarrollar la materia en la clase. “El docente termina enseñando herramientas para ciertas cosas, se desdibuja totalmente la enseñanza de la disciplina”, planteó.
En ese sentido, Fortes dijo que si bien la matemática muchas veces se usa “como una herramienta en otras áreas”, para ello primero “tenés que conocer la herramienta” y eso es lo que los docentes sienten que no están pudiendo hacer. La profesora marcó que los docentes de aula reciben “directrices claras desde la inspección” respecto a que lo que den en clase “tiene que ser aplicable y nada puede ser abstracto”. Según concluyó, para poder aplicar la matemática “primero hay que conocerla, porque no es que uno aprende matemática aplicándola”.
Por su parte, Bermúdez marcó que las tutorías específicas para la asignatura también se han dejado de lado a partir del gobierno pasado. Si bien las tutorías se mantuvieron, dijo que estas cambiaron de formato y, justamente, perdieron la especificidad de las materias. De hecho, dijo que las directrices que reciben los profesores que toman las horas de tutoría marcan que “tienen totalmente prohibido enseñar la asignatura”. “Es como más una suerte de socialización, así nos lo decían, socializar para que se involucren con el liceo; nosotros pedíamos en aquel momento y seguimos reclamando que los chiquilines necesitan un apoyo extra”, agregó.
El colectivo pide incrementar horas con criterio pedagógico y mejorar otros acompañamientos a los estudiantes
Desde el colectivo han enviado notas a las actuales autoridades de la ANEP y también del gobierno nacional, de forma que sus planteos sean considerados. De hecho, llegaron a reunirse con la vicepresidenta de la República, Carolina Cosse, quien escuchó sus planteos.
Dolyenko relató que en la nota que elaboraron este año los profesores llamaron a convocar al Congreso Nacional de Educación “para que haya una discusión democrática horizontal y con los actores involucrados” para la elaboración de los programas, y particularmente con los profesionales de la enseñanza. Al respecto, ven con cierta preocupación que, más allá de que se ha discutido sobre la revisión a los cambios curriculares en los espacios de Asamblea Técnico Docente, las consultas que llegan a los profesores directamente desde la administración lo hacen a través de mecanismos similares a los del gobierno pasado. Por ejemplo, mencionaron el caso de consultas a través de cuestionarios en línea que no permiten intercambio ni demasiada profundidad.
Respecto a las horas de la asignatura en la currícula, desde el colectivo reclaman que se aumenten las horas, pero “con un criterio pedagógico acorde al desarrollo de la disciplina”. Ante las distintas comunicaciones enviadas desde la administración, los profesores consideran que, si bien hay una intención que va en ese sentido, pareciera que “no se conoce muy en profundidad cómo funciona la asignatura matemática” y que “da lo mismo agregar las horas en cualquier lugar”.
Otro de los reclamos del colectivo pasa por mejorar algunas condiciones materiales en los liceos, como aumentar y fortalecer los equipos multidisciplinarios y contar con horas de coordinación docente, algo sobre lo que hasta el momento hay bastante incertidumbre entre los profesores. Además, apoyan la “reivindicación general histórica de la educación” respecto a fijar un tope de 25 estudiantes por grupo. “No podemos tener grupos de 40, como está habiendo ahora”, sostuvo Forte, quien agregó que, “en una disciplina como matemática, la superpoblación afecta muchísimo”.
Además de lo curricular, los profesores de Matemática también reclaman la concreción de la Universidad de la Educación autónoma y cogobernada.