La Justicia argentina imputó a los referentes de la hinchada de Nacional Alan Lorenzo y Nicolás Carpani por el intento de robo a la sucursal del banco Macro de San Isidro, que fue descubierto el 4 de agosto, a partir de una varilla que sobresalía unos centímetros de la calle Chacabuco, según informaron a la diaria fuentes allegadas al caso.
Lorenzo y Carpani fueron imputados por un delito de robo agravado por su comisión en lugar poblado y en banda, y por daño calificado, para los que el código penal argentino prevé penas de hasta seis años de penitenciaría. Ante la Fiscalía, Lorenzo se negó a declarar, mientras que Carpani negó todo vínculo con la organización criminal, que también está integrada por paraguayos y argentinos. La conexión con Lorenzo se detectó a través de un relevamiento de huellas dactilares dentro del taller.
En Uruguay, Lorenzo y Carpani fueron condenados a seis años en junio de 2019 por el asalto a un camión de matrícula paraguaya que transportaba 45 kilos de cocaína por la ruta 3.
Las fuentes informaron que este martes será extraditado a Argentina César Casenave, el último uruguayo detenido por este caso. Casenave fue detenido a mediados de setiembre cuando se encontraba en su casa en el balneario San Luis. Conocido como el Gallego, es hermano del líder de la barra de Nacional, Carlos Cazenave, quien junto a Alan Lorenzo fue investigado como sicario de Sebastián Marset. Se estima que la Justicia lo imputará por el mismo delito que a Lorenzo y Carpani, aunque el fiscal de la causa analiza la posibilidad de pedir una ampliación de la formalización para los tres uruguayos, con lo que podría incluir el delito de asociación para delinquir.
El túnel fue descubierto cuando un conductor de una camioneta notó un golpe en el piso de su vehículo, bajó y descubrió una varilla que sobresalía unos centímetros del empedrado de la calle Chacabuco, a pocos metros de la sucursal del banco Macro. Se estima que el trabajo se realizó en no menos de seis meses y faltaban unos pocos días de trabajo para que pudieran concretar la conexión con la bóveda del banco.
La seguridad del banco coordinó con la municipalidad de San Isidro, que empezó a buscar el origen de la varilla y así encontraron a unos 3,6 metros de profundidad un túnel de más de un metro de ancho, contenido con paneles de madera e instalación eléctrica que conectaba con un taller de chapa y pintura, que la organización había alquilado por un año, tras el cierre del negocio.