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María de los Ángeles Machado, directora de la Unidad 20 Salto.

Foto: s/d de autor, Ministerio del Interior

Luis Mendoza definió como una “cárcel con perspectiva de género” las nuevas plazas penitenciarias inauguradas en Salto

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El director del INR destacó que históricamente las mujeres fueron alojadas en los lugares que los hombres dejaban y dijo que “nos vamos con la misión cumplida de que los internos tienen que tener las condiciones mínimas de derechos humanos”.

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El Instituto Nacional de Rehabilitación (INR) inauguró nuevas plazas para mujeres en la Unidad 20 Salto, dirigida por María de los Ángeles Machado. Este espacio, que fue construido por personas privadas de libertad, tendrá capacidad para 60 mujeres. Después de la Unidad 9, que es la cárcel especializada en el trato de mujeres con hijas e hijos, la Unidad 20 es la cárcel que más niñas y niños aloja.

Luis Mendoza, director del INR, dijo en la presentación de este nuevo espacio que “no había lugares para mujeres”. “Las mujeres fueron [alojadas] en el lugar que los hombres dejaron”, agregó, por eso, “construimos cárceles de mujeres”. Puso como ejemplo las cárceles de Rivera, Durazno y Artigas, y dijo que en Treinta y Tres “se igualó” al hacer una chacra para mujeres.

En Salto, las mujeres estaban en un sector en el que también estaban los hombres; luego se les destinó un lugar contiguo, que era el alojamiento de los policías, a quienes se les cortó la guardia para que no duerman en el lugar y puedan hacerlo las mujeres privadas de libertad, explicó Mendoza. “Se hizo una planificación para hacer una cárcel con perspectiva de género, también desde el punto de vista de madres con hijos”, señaló.

“Esta cárcel tiene un doble significado porque la construyeron 40 privados de libertad, entre ellos tres mujeres, que trabajaron en esta obra”, dijo. El director del INR afirmó que esta cárcel se construyó como “práctica” de un curso: “Mucha gente no sabía agarrar una cuchara, y estas personas adquieron el oficio de la construcción”, reivindicó, a la vez que resaltó que en esta unidad “hay universidad” y que la comunidad educativa también la hicieron los privados de libertad.

“Si no tienen buen alojamiento y viven bien, es difícil trabajar en las medidas de rehabilitación en lo que tiene que ver con el trato y el tratamiento”, remarcó Mendoza. “Quedamos contentos de que nos vamos con la misión cumplida”, porque “los internos tienen que tener las condiciones mínimas de derechos humanos para cumplir con las Reglas de Mandela y que la rehabilitación sea posible”, concluyó, y enfatizó que “esto es el fruto de la unión de todo el sistema penitenciario, que hace que si todos nos juntamos y trabajamos juntos, podamos”.

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