Durante la era Modi los vínculos entre el poder político y el económico adoptan la forma de un capitalismo clientelista inédito en la historia. La relación del primer ministro indio con la tercera fortuna del mundo, Gautam Adani, resulta ilustrativa.
Al día siguiente de su victoria en las elecciones presidenciales de 2014, Narendra Modi apareció a bordo de un jet privado del empresario Gautam Adani, una de las principales fortunas de India. De un lado del fuselaje, los colores de la bandera: azafrán, blanco y verde; del otro, los de las empresas del grupo Adani. Aunque el matrimonio entre poder y dinero puede observarse en casi todo el mundo, el vínculo entre estos dos hombres –figuras del supremacismo hindú y del enriquecimiento desenfrenado, respectivamente– ha tenido una solidez sorprendente durante los últimos 20 años. Es testimonio del éxito de una forma de capitalismo clientelista sin precedentes en la historia de India.
Adani dejó Gujarat por Bombay a los 18 años sin título universitario. Primero trabajó en la industria del diamante clasificando piedras. Un año después volvió a su casa y ayudó a su hermano a montar una empresa de láminas de plástico. Su negocio creció tan rápido que tuvieron que abastecerse de materias primas en el extranjero. En 1988, ambos fundaron Adani Exports, que se diversificó hasta abarcar el almacenamiento de alimentos, la energía, el cemento y el acero. Diez años más tarde, Adani sentó las bases de su imperio a orillas del mar Arábigo, en una parcela de casi 3.600 hectáreas de tierra en parte cubierta de bosques y pasturas: el puerto privado de Mundra.
Favores mutuos
La relación entre Modi y Adani comenzó en 2002 tras el pogromo de Gujarat en el que 2.000 personas, en su mayoría musulmanes, fueron asesinadas por fanáticos hindúes con la complicidad de Modi, entonces ministro jefe del Estado de Gujarat. Dentro de la Confederación de la Industria India varios dirigentes pidieron su renuncia. Otros decidieron apoyarlo y fundaron una nueva organización: Resurgent Group of Gujarat (RGG). Adani, que entonces tenía 40 años, se convirtió en su líder. En 2003, en la primera edición de la feria de inversiones Vibrant Gujarat (Un Gujarat Vibrante), el ambicioso hombre se dio a conocer: prometió al político 15.000 millones de rupias en inversiones (unos 167 millones de euros). Esto le valió su primera devolución de favores: la ampliación de Mundra, que desde entonces se ha convertido en el mayor puerto privado de India. Según Forbes India, que examinó los contratos originales, los arrendamientos son “a veces por un centavo de dólar el metro cuadrado (el lote más caro cuesta 45 centavos el metro cuadrado), que [Adani] subarrienda a otras empresas por alquileres de 11 dólares el metro cuadrado”1.
Gujarat ya ofrecía las políticas más favorables al sector privado de todo el país antes de que Modi llegara al poder. Sin embargo, Modi amplió todavía más los beneficios concedidos durante su mandato en ese Estado (2001 a 2014). Sistematizó las zonas económicas especiales y las zonas nacionales de inversión y fabricación, ofreciendo a los industriales terrenos agrícolas que se han convertido en un territorio de excepción, libre de impuestos, de normas medioambientales y de leyes laborales. Tomarse libertades con los procedimientos se está convirtiendo en la norma: en 2008, el ministro jefe del Estado ofreció un terreno llave en mano al gran empresario Ratan Tata para la fábrica de automóviles que este acababa de renunciar a construir en Bengala Occidental debido a protestas de los campesinos. Un mensaje de texto con una sola palabra, “Suswatan” (bienvenido), equivalía a una autorización. “Narendra Modi es una persona extremadamente fácil de tratar, muy informal, complaciente y agradable, pero también competente”, cuenta Tata, que sabe cómo mostrar su gratitud2.
En Gujarat, más que en ningún otro lugar en aquel entonces, el dinero público servía para hacer regalos. En 2013, el gobierno estadual habría comprado electricidad al grupo Adani a un precio anormalmente alto, según el Comtroller and Auditor General (CAG, el equivalente federal del Tribunal de Cuentas). En pocos años, Modi ha construido un modelo de desarrollo basado en megaproyectos, en detrimento de las pequeñas y medianas empresas. Las exenciones fiscales concedidas a sus promotores desvían fondos públicos y estrangulan el gasto social.
La política del maletín
Durante la década de 1990 la relación entre las élites políticas y económicas indias cambió. Lejos del capitalismo de Estado de las primeras décadas, que sometía a las grandes familias industriales a los arbitrajes del plan, surgió otro modelo, basado en la menor intervención del Estado. Las asociaciones público-privadas, que empezaron a proliferar en los años 2000, reflejan la toma de poder de los industriales sobre las élites políticas a cambio de jugosos sobornos. La mayoría de los grupos indios (entre ellos los hermanos Ambani, el primer operador de telefonía móvil Bharti Enterprises y los conglomerados mineros Jindal Steel & Power y Vedanta) han hecho fortunas negociando contratos en los grandes sectores de las telecomunicaciones, la propiedad inmobiliaria y la energía, y aprovechando las líneas de crédito dócil concedidas por bancos estatales cuyos directores son nombrados por el gobierno. El informe “House of Debt”, publicado en 2012 por Crédit Suisse, muestra que los préstamos de los bancos indios destinados a unos diez conglomerados se dispararon de 2008 a 2012, mientras que su propia deuda se quintuplicaba3. “Demasiados grandes prestamistas insisten en su derecho sagrado a ser apoyados, aunque se nieguen a devolver sus préstamos”, denunciaba Raghuram Rajan en 2014, entonces director del Banco de la Reserva de India. “Amenazan con quebrar hasta que los bancos hacen las concesiones necesarias para mantenerlos con vida”4. Para el historiador marxista Jairus Banaji, “hay que echar luz sobre esta manera de gobernar en la que los bancos públicos garantizan la deuda del capital, el punto ciego del capitalismo clientelista”5.
Además, son cada vez más los empresarios que ocupan escaños en el Parlamento. En 1998, el 14,5 por ciento de la Lok Sabha (cámara baja del Parlamento) estaba compuesto por diputados que trabajaban en el comercio o la industria, frente al 28,4 por ciento actual. Según la investigadora Aseema Sinha, “estos políticos-empresarios ponen sus funciones legislativas al servicio de sus intereses económicos”6. El “barón de la cerveza” Vijay Mallya, por ejemplo, aprovechó su participación en varias comisiones como diputado para lanzar su aerolínea Kingfisher en 2005 (en quiebra desde entonces).
A falta de subvenciones públicas, las empresas también financian partidos políticos y campañas electorales. Durante mucho tiempo, el Partido del Congreso se nutrió de sus amigos del mundo empresarial que financiaron la victoria de unos 40 diputados a fines de los años 1960. Esta “política de maletín”, según la expresión del investigador Stanley A. Kochanek7, se vio facilitada por los “electoral bonds” (bonos electorales) que permitían a los donantes indios, o incluso extranjeros, permanecer en el anonimato. Acaban de ser prohibidos por la Corte Suprema.
Aunque no se puede saber cuánto pagó, nadie duda de que Adani aportó una financiación sustancial a la campaña de Modi para 2024. Por qué iba a dudarlo, si le ha resultado tan bien en el pasado. En febrero de 2019, unos meses antes de comenzar su segundo mandato, Modi modificó la normativa que impedía a su favorito acceder a los seis aeropuertos recientemente abiertos a la competencia. Tras superar la oferta de 25 empresas, Adani compró todos los aeropuertos. Como contrapartida, a fines de 2022 compró la cadena de televisión NDTV, una de las pocas que todavía mantenían una línea editorial crítica con Modi. En los programas, el tono cambió de inmediato.
¿Tercera fortuna mundial?
En 2019 Adani subió al tercer puesto del podio de las personas más ricas del mundo, junto con Elon Musk y Jeff Bezos, en el lugar que hasta entonces ocupaba el francés Bernard Arnault. Se convirtió así en el primer asiático de la historia en alcanzar esta posición. Pero su gloria duró poco: en enero de 2023, el vendedor bursátil estadounidense Hindenburg (fondo especializado en apuestas sobre la evolución de los valores) acusó a su conglomerado de manipular el precio de sus acciones y de utilizar filiales en paraísos fiscales para inflar de forma artificial su valoración bursátil.
Las revelaciones implicaron una pérdida de casi 100.000 millones de dólares para el grupo. Algunos esperaban la caída del imperio. En vano. Al contrario, la secuencia reveló la eficacia de los cortafuegos desplegados por las autoridades para proteger al oligarca. En su discurso tras el informe Hindenburg, Modi usó una línea de defensa bien conocida: confiaba en la capacidad de sus 1.400 millones de conciudadanos para denunciar una caza de brujas desde el extranjero. Ni una sola palabra sobre Adani. “Sin dudas piensa que el debate no concierne a sus votantes, entre los cuales decenas de millones están desempleados, viven en la pobreza extrema y, por tanto, no pueden figurarse lo que podrían significar 100.000 millones de dólares”, escribe con un toque de ironía la escritora Arundhati Roy8. El líder de la oposición, Rahul Gandhi, afirma que fue expulsado del Parlamento al mes siguiente para “proteger a Narendra Modi de cualquier pregunta que pudiera hacerle sobre el escándalo financiero de Gautam Adani”9. Mientras se rechazaba la creación de una comisión parlamentaria de investigación, la Corte Suprema nombró a un grupo de expertos, donde tres de los seis tenían conflicto de intereses. Como era de esperar, el cenáculo concluyó: “No hay pruebas de manipulación de precios en los valores” (Decan Herald, 18-9-2023).
Ahora se sospecha que los organismos de control de fraude realizan controles selectivos de los competidores económicos del grupo Adani. “No por casualidad, sino como parte de un sistema”, afirma el periodista y denunciante Paranjoy Guha Thakurta, quien, junto con su colega Ayush Hoshi, relata el último episodio: la adquisición de una cementera en el verano boreal de 2023. Dos meses después de que el tercer productor nacional de cemento, Shree Cement, mostrara interés en adquirir a su rival Sanghi Industries, la brigada antifraude allanó sus 24 oficinas y fábricas con la acusación de evadir 2.800 millones de dólares al fisco. La empresa retiró su oferta en julio. Tres semanas después, Sanghi Industries fue adquirida por Ambuja Cement, propiedad del grupo Adani10.
Camille Auvray, periodista. Traducción: Emilia Fernández Tasende.
Cifras de vértigo
- Población india: 1.417 millones de habitantes
- Población de la metrópoli de Mumbay: 21.700.000 habitantes
- Población del estado de Sikkim: 610.500 habitantes
- Población rural: 64 por ciento
- Esperanza de vida: 67 años
- Producto interno bruto: 3.420 millardos de dólares.
- Ranking mundial en paridad de poder adquisitivo: Tercero
- Proporción del sector informal en la fuerza de trabajo: 80 por ciento.
- Proporción de trabajadores agrícolas en el sector informal: 50 por ciento.
- Salario medio en Uttar Pradesh (el más elevado del país) : 20.730 rupias (unos 230 euros) al mes.
- Salario medio en Sikkim (el más bajo del país): 15.130 rupias (unos 168 euros) al mes.
- Patrimonio neto de Mukesh Ambani, el hombre más rico del país: 117,5 millardos de dólares (ocupa el noveno lugar en el mundo).
- Población subalimentada: 17 por ciento.
- Población analfabeta: 24 por ciento.
- Idiomas y dialectos hablados en India: 780, entre los cuales hay 22 reconocidos como oficiales.
- Sistemas de escritura: 25 (incluidos los 22 oficiales)
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Citado por Christophe Jaffrelot, “Le capitalisme de connivence en Inde sous Narendra Modi”, Les Études du CERI, 237, París, setiembre de 2018. ↩
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Citado por Christophe Jaffrelot, op. cit. ↩
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Ashish Gupta y Prashant Kumar, informe “House of Debt”, Crédit Suisse, Zurich, 2-8-2012. ↩
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Discurso de Raghuram Rajan, “Third Dr. Verhese Kurien Memorial Lecture on Indian Economic and Financial Development”, Institute of rural management Anand (IRMA), 25-11-2014. ↩
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Jairus Banaji, “Indian Big Business”, Phenomenal World, 20-12-2022. ↩
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Aseema Sinha y Andrew Wyatt, “The Spectral Presence of Business in India’s 2019 Election”, Studies in Indian Politics, 7, 2, Nueva Delhi, diciembre de 2019. ↩
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Stanley A. Kochanek, Business and Politics in India, University of California Press, Berkeley, 1974. ↩
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Arundhati Roy, “Modi’s model is at last revealed for what it is: violent Hindu nationalism underwritten by big business”, The Guardian, Londres, 18-2-2023. ↩
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Banarbé Binctin y Guillaume Vénétitay, “Gautam Adani: magnat du charbon et faux ami écolo de Total en Inde”, Observatorio de Multinacionales, París, 13-7-2023. ↩
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Ayush Joshi y Paranjoy Guha Thakurta, “Are law-enforcement agencias assisting Adani Group takeovers?”, www.adaniwatch.org, 22-9-2023. ↩