Como dice la canción del Sabalero, “allí lo que sobra es agua”. Es que, justamente, los bañados tienen como característica que son ecosistemas inundados de forma temporal o permanente. Esto sucede porque es frecuente que estén ubicados al borde de ríos o lagunas, que pueden desbordarse regularmente. El de Santa Lucía rodea nada menos que al río con el que apaga su sed la mitad del país.
Algo especial de estos bañados es que reciben agua salada, que llega con las mareas del Río de la Plata. Esto tiene importancia para muchas especies animales que se pueden encontrar allí, como cangrejos, aves y peces. Las lisas, por ejemplo, pasan sus fases juveniles en el río y luego se mudan al agua salada, pero también se pueden ver corvinas negras de hasta 30 kilos, poniendo sus huevos allí cerca, bajo el puente de la ciudad de Santa Lucía. Estos bañados, además, están rodeados de presencia humana, con pescadores, gente que vive a la orilla, embarcaciones deportivas, turistas, y a pesar de eso tienen una buena presencia de todo tipo de animales, que con un poco de paciencia pueden ser encontrados.
A las aves este entorno acuático les asegura abundancia de alimentos: insectos, peces, flores y frutos. Por eso es natural encontrar una enorme cantidad de especies de aves que vienen tanto para aprovechar la comida como para anidar en el laberinto de juncos y plantas, donde pueden criar a sus pichones con relativa seguridad.
Entre las muchas especies que se pueden encontrar está el macá común, que es muy raro de ver afuera del agua ya que pasa la mayor parte de su vida flotando, mientras atrapa pequeños peces, cangrejos y larvas de insectos. Sólo sale a la tierra cuando está empollando, y para eso hace un nido flotante entre la vegetación acuática, generalmente cerca de la orilla o de islas. Es fácil distinguir a esta especie por el color rojo intenso de sus ojos.
También hallan comida en abundancia los chimangos, aves de presa de tamaño mediano, a las que se puede ver revoloteando continuamente en la orilla del río o sobre los árboles, mirando atentamente a ver si aparece un roedor o alguna culebra.
En zonas de la orilla y en lugares donde se acumula arena se encuentra el cangrejo excavador. A estos crustáceos les gusta ese entorno, porque en la arena hacen túneles de hasta 50 centímetros de profundidad en los que se refugian. Ahí se forman verdaderas colonias, con cientos de individuos moviéndose entre las plantas y buscando comida. Esta especie, de pinzas robustas, vive cómoda en la mezcla de agua dulce y salada, y por eso la vemos cerca de las desembocaduras de muchos ríos. Son algo así como los basureros del bañado: se alimentan de carroña, restos vegetales, peces muertos y otros restos orgánicos, y ayudan a mantener limpio el ambiente.
Los bañados son ecosistemas que cumplen con varios servicios: regulan las crecidas de los ríos, son reserva de agua dulce y amortiguan los cambios bruscos del clima. Además pueden generar recursos productivos, como los peces con los que trabajan pescadores artesanales y, en el caso de los bañados de Santa Lucía, juncos con los que un grupo de pobladores de la zona realiza esteras, canastos y otros productos.
Por supuesto que en el ambiente húmedo del bañado se encuentran más que cómodas varias especies de ranas, que cuando baja el sol salen a buscar insectos. Por las noches, en charcos y lagunas de la zona se pueden escuchar los cantos de más de 20 especies diferentes de anfibios, entre ranas y sapos.
Uno de ellos es la diminuta ranita de sanborn, que apenas pasa los dos centímetros de largo y cuyas hembras son ligeramente más grandes que los machos. Esta ranita se encuentra casi siempre trepada en tallos de plantas acuáticas, donde atrapa insectos, arañas y otros invertebrados. La especie tiene la particularidad de que se reproduce durante casi todo el año, incluso en los meses fríos de otoño e invierno, haciendo apenas una pausa en julio.
Una buena opción para recorrer los bañados es hacerlo en canoa o bote, ya que así es posible moverse haciendo menos ruido y sin asustar tanto a la fauna. Flotando a baja velocidad, los animales nos permiten acercarnos a ellos mucho más y sacarles mejores fotos.
Un animal que es común ver en la zona es la nutria, un roedor de vida muy asociada al agua. Por eso tiene adaptaciones especiales, como membranas en los dedos de las patas, que lo ayudan a impulsarse al nadar. Las hembras tienen las mamas ubicadas a los lados del cuerpo, lo que les permite amamantar a los cachorros mientras flotan.
Las nutrias pueden estar activas tanto de día como de noche, siempre buscando las plantas acuáticas de las que se alimentan. Son capaces de armar plataformas hechas con juncos y plantas flotantes, para descansar o amamantar tranquilas a sus crías.
Más lejos del agua se puede ver a un pariente cercano, el pequeño apereá, una versión salvaje del cobayo, que come hojas, brotes y frutos, siempre escondido entre la cortina de totoras o cañas y listo para huir a toda velocidad cuando aparece un chimango o un zorro. De tanto ir y venir entre la hierba, los apereás van dejando túneles marcados, que son una forma de darnos cuenta de su presencia. Si uno se sienta en los bordes de la vegetación, cerca de estos túneles, temprano o cuando cae la tardecita, casi seguro va a ver aparecer algún apereá dando tímidos pasos fuera de su refugio.
Si se presta atención, casi en cualquier momento se puede ver aves volando o buscando comida entre los juncales, anfibios que cantan, mariposas y libélulas dando vueltas entre tallos y flores, o alguna lisa saltando casi sin hacer ruido. Los bañados son ecosistemas muy ricos en especies, con una gran diversidad de flora y fauna.
Santa Lucía está bajo la órbita del Sistema Nacional de Áreas Protegidas, y uno puede ver en cualquier momento a los guardaparques que recorren el lugar, enseñan a los visitantes a cuidarlo y tratan de minimizar el impacto humano sobre el bañado. De todas maneras, es difícil evitar nuestra influencia en el paisaje, y simplemente el vertido de aguas residuales de viviendas y chacras ya causa un impacto sobre las aguas. Este lugar de alguna manera marca una frontera clara entre el mundo humano y el ambiente natural, por lo cual los conflictos pueden surgir en muchos frentes, pero es tarea de todos tratar de que este patrimonio biológico se mantenga lo más intacto posible.
Archivo de De la Raíz Films.