El nombre de la rosa: si están con ganas de leer una novela con tanto potencial para entretener y, a la vez, despertar curiosidad intelectual como el de la obra de Umberto Eco, les sugiero entrar a Fortuna, de Hernán Díaz.
La historia principal es la de un exitosísimo financista estadounidense y la de su esposa, pero no está contada de manera tradicional, sino en cuatro versiones que se complementan e intercambian sentidos, un poco a la manera de la película Rashomon y un poco a la de los cuatro evangelios de la Biblia.
En todo caso, hay que leerlas en orden: la primera es una biografía crítica de ese millonario, en la que se lo pinta como un ser frío y despiadado que enriquece mientras la economía estadounidense se hunde (está ambientada en el crack de 1929) y su esposa enloquece. El segundo capítulo son los apuntes de autobiografía que este hombre le dicta a una joven secretaria, con la intención de contrarrestar los efectos negativos de la biografía anterior, que se nos dice ha circulado como libro. El tercero, la historia de esa secretaria, contada décadas después, cuando ya es una escritora profesional y se encuentra con los diarios de la esposa del millonario. El cuarto es una transcripción de esos diarios.
El nombre en inglés de la novela es Trust, y el término establece un juego con dos de los hilos de la novela. Por un lado, significa alternativamente “monopolio” (en verdad, es el resultado de la adquisición de varias empresas de un mismo ramo) y “fideicomiso”. En este sentido, alude a la pequeña historia del capitalismo que contiene la novela.
En otro plano, “trust” significa “confianza”, y aquí la guiñada se dirige a nuestro trabajo como lectores: ¿en cuál de los relatos –si en alguno– debemos confiar? ¿En la versión crítica que se publica con nombres cambiados pero cuyo autor habría sido alguien cercano a la pareja del millonario? ¿En la versión del propio financista, rebajándole todos los tramos autopromocionales? ¿En las sospechas de la ghost writer? ¿O en los diarios que esta encuentra, atravesados de aforismos y conceptos de estética vanguardista?
Fortuna nos obliga a leerla con avidez porque plantea dos cuestiones cada vez más inquietantes: qué pasó realmente con la mujer, cuál es la naturaleza de su enfermedad, y quién era realmente el genio financiero del matrimonio. Develar esos misterios es una operación de desinvisibilización finamente sintonizada en la sensibilidad feminista. El disfrute no llega únicamente al producir respuestas, sino también por la forma en que el estadounidense Hernán Díaz (nacido en Argentina en 1973) engarza los distintos niveles de sospecha y descubrimiento que contienen sus cuatro relatos.
La recomendación de Fortuna llega tarde, porque apareció en español el año pasado, tras recibir el premio Pulitzer, pero ustedes también la reciben temprano, con la confianza que nos da este boletín, porque seguramente escriba un poco más sobre ella para la próxima edición de la diaria Libros.
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