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Karina Milei, Javier Milei, y Fernanda Villarruel, tras conocerse los resultados en las elecciones PASO, en las que Milei fue el candidato más votado, el domingo 13 de agosto en Buenos Aires.

Foto: Alejandro Pagni, AFP

Si Milei gobernara sin pactar con “la casta”, no tendría respaldo en el Congreso, señala el politólogo Gerardo Scherlis

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Mauricio Macri podría acordar con el candidato de La Libertad Avanza y prestarle parte del aparato político que el outsider precisaría en caso de llegar a la presidencia, afirma.

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Una semana atrás era un puñadito el que preveía que en las PASO triunfaría el candidato estrambótico que hizo campaña con la promesa de dolarizar, de implementar iniciativas como la venta de órganos y el recorte de los planes sociales. El 30% obtenido por Javier Milei y La Libertad Avanza el domingo en Argentina hizo que los cientistas políticos tuviesen que asumir que lo que parecía inviable resulta posible y comenzar a ensayar respuestas a cómo sería un eventual gobierno a su mando. La plataforma electoral que el candidato presentó en mayo se componía de un conjunto de generalidades mezcladas con propuestas concretas que, como suele pasar con esta clase de documentos, no se explicaba cómo se aplicarían. Una carta de intenciones.

En la categoría de las iniciativas más abstractas: “eliminación de gastos improductivos del Estado; fomento de las inversiones privadas; mejorar los procesos productivos y de servicios; promover los convenios internacionales de intercambio comercial; optimización de los recursos del Estado y prestar seguridad al personal de salud”.

En cuanto a las otras, ya figuraban medidas no sólo más concretas sino verdaderos parteaguas: “proteger al niño desde la concepción y al adulto mayor hasta su muerte natural”, “eliminar la obligatoriedad de la educación sexual integral en todos los niveles de enseñanza”, creación del “sistema de voucher cheque educativo” y, a la cabeza, su estandarte a lo largo de la campaña: la idea de la dolarización.

Adiós a la moneda nacional

Milei consiguió que durante meses el debate y las entrevistas realizadas al resto de los candidatos girasen, en buena medida, en torno a su propuesta de dolarizar la economía. Su iniciativa de sustituir los pesos que están en circulación y los depósitos bancarios por dólares tiene, como mínimo, dos condicionantes, explica el economista argentino Juan Manuel Telechea. La primera es que, como gran parte del programa del candidato, tendría que pasar por el Congreso, donde se prevé que su apoyo sea escaso. La segunda, una cuestión “mucho más compleja en términos económicos”, es la enorme cantidad de pesos que hay en relación con los dólares que tiene el Banco Central, por lo que su propuesta implicaría hablar de unos 5.000 pesos por dólar, “una locura”, afirma.

El hecho de que Milei coloque la dolarización como la clave para bajar la inflación, continúa Telechea, lleva a que debería conseguir un financiamiento externo de unos 30.000 millones de dólares, una suma considerable que hace que “se ponga en duda” que pudiese concretar esta propuesta. De la mano iría la desaparición del Banco Central, una medida que no comparten ni en la coalición gobernante Unión por la Patria ni en la opositora Juntos por el Cambio. Y la entidad, creada en 1935, tiene su carta orgánica creada por ley, por lo que una modificación debería pasar por el Congreso, donde, frente a esas posturas, fracasaría.

Pese a que en los últimos días ha querido moderar el discurso en algunos aspectos, Milei ha mantenido que no tendrá inconvenientes con el Fondo Monetario Internacional, puesto que su ajuste será mayor que el propuesto por el organismo. Ese recorte iría ligado a la reducción del Estado a su mínima expresión, que se reflejaría, entre otras cosas, en la disminución del número de ministerios. En su plataforma estableció que los reduciría a seis: Economía, Relaciones Exteriores, Infraestructura, Defensa, Justicia, Interior y Seguridad. Además, también según su plataforma, crearía el Ministerio de Capital Humano, que reuniría las actuales carteras de Desarrollo Social, Salud y Educación.

En el documento se argumenta que la fusión se produciría con el afán de generar “políticas públicas transversales” que no se pisen entre sí. Pero no es ese el corazón del asunto. Se entiende que el nuevo formato permitirá “alcanzar los estándares necesarios para explotar al máximo el potencial intelectual, y las capacidades y talentos de cada uno, en pos de incentivar su desarrollo individual y colectivo, con el fin de llegar a ser un país desarrollado”. El nombre de la cartera lo anticipa, el objetivo es la productividad.

Si se piensa en los ministerios que mantendría, que permanezcan vigentes Defensa, Seguridad e Interior es coherente con las extensas iniciativas planteadas en la materia en su plataforma con relación a lo que dedica a otras áreas. Son 47 puntos que comienzan con la creación de centros penitenciarios de gestión público privada, en línea con lo que sucede en el resto de América Latina, donde la tendencia es invertir más en construcción de cárceles que en políticas de rehabilitación. También figura el estudiar la posibilidad de reducir la edad de imputabilidad de menores de edad e “impulsar el tratamiento de proyectos en las cámaras para eliminar de la legislación penal cláusulas garantistas”.

Con la misma mano dura se pretende dotar de un mayor respaldo a la Policía mediante modificaciones en aquella legislación que “dificulte” su accionar y, en contrapartida, “otorgue excesivas concesiones a los delincuentes”. Un cúmulo de iniciativas cobijadas en la “reformulación del sistema de seguridad interior y la promoción de una doctrina de Seguridad Nacional”, un titular que podría despertar las alarmas en América Latina por lo que ha significado en el pasado reciente.

Los extranjeros tienen una mención especial. Se prohibiría su ingreso al país si tuviesen antecedentes penales y se los deportaría inmediatamente si cometieran delitos en territorio argentino.

Otra propuesta que ha estado en la discusión pública es la tenencia o portación de armas. La politóloga argentina Lara Goyburu toma este asunto como ejemplo para señalar las inconsistencias que existen en los planteos del candidato. Mientras en su plataforma se hablaba de tenencia -“planteamos la desregulación del mercado legal y proteger su uso legítimo y responsable por parte de la ciudadanía”-, en los medios Milei ha promovido la portación, idea esta última sobre la que la candidata a vicepresidenta, Victoria Villarruel, dio marcha atrás esta semana. Goyburu explica que se confunden los términos, pues tenencia implica “que podés tener el arma en tu casa y cuando la vas a trasladar la tenés que descargar”, algo que ya existe en Argentina, y portación que se la puede llevar cargada.

Fuera de la agenda de seguridad, pero acorde con estas inconsistencias, Goyburu recuerda que días atrás también generó alarma que Milei afirmara en el programa La cosa en sí que plebiscitaría la ley que garantiza el acceso a la interrupción voluntaria y legal del embarazo (IVE), “cuando esa ley es materia penal y la Constitución prohíbe específicamente plebiscitar en esa materia”.

El candidato, que no paró de sacudir el avispero esta semana durante su raid mediático, sostuvo en el programa A dos voces que el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet), cerraría. “Va a haber una secretaría de estas características, sí que la va a haber, pero se va a dedicar a ciencias duras”, afirmó el economista.

Milei también ha defendido el “dar de baja la ley de coparticipación federal, y para eso -dice la politóloga- no basta con conseguir mayorías especiales en ambas cámaras, hay que reformar la Constitución, porque después de la reforma del 94 forma parte de la Constitución Nacional”. La académica indica que estos ejemplos muestran que Milei tiene un “total desconocimiento de la estructura del Estado” al tiempo que utiliza “un discurso muy efectivo en términos comunicacionales, pero con una distancia práctica para sus logros”.

Nota aparte, al tiempo que anuncia la eliminación del Conicet, en la plataforma se plantea un incremento de recursos mediante la ley de presupuesto nacional del instituto de investigaciones Científicas y Técnicas de las Fuerzas Armadas.

El hombre solo

Donald Trump llegó a la presidencia con el Partido Republicano, Jair Bolsonaro ligado a las Fuerzas Armadas y el agronegocio. ¿Javier Milei? Solo. El discurso se repite entre los analistas que miran con atención el fenómeno de este partido unipersonal, esta fuerza política cuyos límites son el candidato. Frente a ese panorama, el politólogo y profesor en la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires Gerardo Scherlis explica que si Milei no acordara con “la casta” de la que reniega, no tendría respaldo en el Congreso, en el que “podría llegar a tener unos 40 diputados de los 257 que conforman el Congreso y aspirar a un máximo de ocho senadores de los 72 que hay”.

Esta situación pone en juego la posible gobernabilidad. Para concretar muchas de sus iniciativas, el candidato libertario precisaría contar con otra espalda en el Parlamento. Así las cosas, Scherlis asegura que “no sería descabellado” pensar en un escenario de conflicto con el Congreso, en cuyo caso habría dos opciones: o el presidente sigue el rumbo de Alberto Fujimori o, por el contrario, es el Parlamento el que lo destituye.

La otra alternativa sería evitarse ese choque y terminar por pactar con una parte de los “políticos parásitos” eje de su discurso. Esa posibilidad, concuerdan los analistas, podría materializarse con una alianza, al menos con una parte, de Juntos por el Cambio. Milei, en su gira por los medios posbatacazo, ha atacado reiteradas veces a su contrincante Patricia Bullrich, a quien describe como una “mala copia” de su persona. Empero, tanto Scherlis como la doctora en Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional de Rosario Gisela Pereyra Doval vislumbran que la cola del expresidente Mauricio Macri ya ha comenzado a meterse en el tablero de negociaciones.

Scherlis sostiene que lejos de atacar a Milei, el exmandatario ha aparecido en los medios celebrando que aproximadamente 60% de los votos hayan sido contra el kirchnerismo. “Tengo un buen diálogo con Mauricio Macri”, dijo el candidato al otro día de las PASO, en un posible guiño.

El politólogo señala que “recién ahora empiezan a aparecer algunas figuras presentadas por Milei, pero no tiene referentes en ningún área, ni en salud, ni en educación, ni en infraestructura, es puramente él, no forma parte de las redes, del sistema político”, por lo que Macri podría brindarle parte de ese aparato y dar “confiabilidad a los sectores económicos que están un poco asustados”. El expresidente, a su vez, habría entendido que Juntos por el Cambio no tendría demasiadas chances de plantarse como la oposición a Milei puesto que, en sistemas presidenciales, “normalmente hay un gobierno y una oposición” y, en este caso, esa oposición sería el kirchnerismo.

La voz de la calle

Las propuestas de Milei, tal como lo espera, parecen generar una rápida reacción. Sin ir muy lejos, el haber dicho esta semana que habría que cerrar el Conicet llevó a que ayer se produjera una movilización en defensa de la institución convocada por trabajadores e investigadores. Su idea de ir a un plebiscito por la IVE también despertó respuestas de distintos actores.

Una “articulación fuerte” opositora desde el campo social se generará desde el primer día, “de hecho, ya puede verse”, sostiene el politólogo Iván Schuliaquer, puesto que Argentina es un país de fuertes organizaciones sociales, sindicalizado. Eso hará que su agenda “sea difícil de pasar” de llegar a la Casa Rosada. Dicho esto, matiza: Trump y Bolsonaro, pese a existir una parte importante de la sociedad que se oponía a sus políticas, pudieron avanzar en su programa porque también ellos contaban con un fuerte respaldo. Un respaldo que, pese a no ser el 30% que lo votó en las PASO, dice, también tiene Milei. En ese sentido, Schuliaquer habla de una “construcción de subjetividad y de identidad política fuertes por parte de Milei” con trabajadores informales y una porción de la juventud, sobre todo con varones. “Creo que ahí hay una identidad política fuerte, es en eso donde veo quizás algo diferente y para tomarlo muy en serio”. El politólogo, además, observa que “otra cuestión muy rara para la Argentina es que sería el primer populismo de derecha”.

La politóloga y docente en la Universidad Nacional de Córdoba Valeria Brusco considera que “indudablemente hay un activo social que hace tiempo está medio dormido, en un tiempo pospandemia que es de repliegue”. “Es como si nos hubiéramos agotado en la pandemia y nos hubiésemos vuelto a casa, a cuidar la huerta, el patio y la salud, pero indudablemente este tipo de amenazas -dice en referencia a las políticas más polémicas de Milei- son las que consiguen activarlo”. De todos modos, como su colega Schuliaquer, Brusco también pone paños fríos al aclarar que “la disputa por el aborto fue muy peleada”, que son temas de “creciente importancia y aceptación, pero el aborto o la educación sexual no tienen un respaldo mayoritario”, por lo que también podría “activarse esa ola conservadora y reaccionaria que viene bajando desde Perú”.

Los estallidos sociales que se produjeron en distintas latitudes de América Latina en los últimos años demuestran que, como expresa Scherlis, “la calle ha sido un factor muy desestabilizante” y que las fuertes protestas suelen ser un elemento necesario que “acompaña las caídas presidenciales”. El futuro próximo que advierte podría ser la chispa para una nueva explosión: “Cualquier presidente que gane en Argentina en octubre o noviembre, tendrá un panorama que no le va a resultar fácil el próximo año”. Anticipa que “todos van a implementar alguna forma de ajuste fiscal, a recortar subsidios para los servicios públicos, a achicar algo de gasto público”. Sin embargo, no todas las situaciones serían iguales. Una presidencia de Milei podría ser el escenario en que el fuego prendiese más rápido, porque “lo más probable es que las expectativas que genere en sus seguidores se frustren muy pronto, y cuando la expectativa es alta, la frustración puede derivar en una crisis política”.

“No hago pactos con comunistas”

Las palabras de Milei no sólo alborotan a la sociedad argentina, también los dirigentes de la región siguen con atención algunas de sus declaraciones. El miércoles, en diálogo con la agencia Bloomberg, aseguró que no pactaría con comunistas, por lo que rompería relaciones con China y Brasil. Si de él dependiera, también disolvería el Mercosur. Su posicionamiento en materia internacional parece ser uno de los puntos realmente impracticables de llegar al gobierno. 

Quizás por eso, en un almuerzo realizado en el Club Francés, quien sería la futura canciller, Diana Mondino, dijo que no había que tomar al pie de la letra lo dicho por Milei. “Es un bocón”, bromeó. Tal vez notó que afirmar que se cortarían las relaciones con los dos principales socios comerciales en un país “eminentemente agrícola y de exportaciones primarias” sería comprarse un problema grande, argumenta la doctora en Relaciones Internacionales Pereyra Doval. Tomar ese camino -continúa- lo enfrentaría al empresariado y al agronegocio, un respaldo clave para su programa privatizador. 

El conflicto del campo de 2008, cuando el gobierno de Cristina Kirchner, muestra que tocar estos intereses podría causar una enorme movilización, porque en ese momento -explica- “salieron, todos, todos, todos, hasta los más pobres, a decir ‘con el campo no’”.

Tampoco cree demasiado inteligente que al igual que Trump y Bolsonaro, Milei pretenda mover la embajada de Argentina en Israel de Tel Aviv a Jerusalén. “Si bien no tenemos relaciones terriblemente fluidas con los países árabes, ponerse de punta con estos países me parece un suicidio económico”, opina, pues Israel no ha ofrecido nada a cambio. “Lo haría sin ningún tipo de beneficio”, dice Pereyra Doval.

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