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Devotos hindúes asisten al templo recién inaugurado de la deidad hindú Ram, en Ayodhya (23.01.2024).

Foto: Money Sharma, AFP

El gobierno de India inauguró un templo hindú en el lugar donde se situaba una histórica mezquita

2 minutos de lectura
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El primer ministro dijo que con su apertura el país “rompe los grilletes de la mentalidad esclava”.

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El primer ministro indio, Narendra Modi, inauguró el lunes el templo Ram Mandir en la ciudad de Ayodhya. El templo está construido sobre las ruinas de una mezquita histórica y está dedicado al dios hindú Rama.

Según informó Associated Press, el templo es un proyecto clave para Modi y otros grupos nacionalistas hindúes, quienes dicen que su construcción es un paso hacia la recuperación del orgullo hindú, que, según afirman, fue reprimido por siglos de dominio mogol y colonialismo británico. Modi tiene expectativas de que la inauguración del templo colabore con su proyecto y el del Partido Bharatiya Janata de conseguir un tercer mandato consecutivo en las elecciones de este año.

Casi 7.500 personas, entre ellas algunos famosos, se reunieron frente al templo para presenciar la ceremonia de apertura mientras un helicóptero militar arrojaba pétalos de flores. “Nuestro Ram Mandir ha llegado después de siglos de espera”, dijo Modi en un discurso que dio después de la ceremonia, en el que agregó que este templo se construyó después de “sacrificios innumerables”. Afirmó que su inauguración muestra una India que “rompe los grilletes de la mentalidad esclava”, y añadió: “El 22 de enero de 2024 no es sólo una fecha, sino que marca el amanecer de una nueva era”.

De acuerdo con la BBC, el terreno sobre el que se construyó el templo era el emplazamiento de una mezquita del siglo XVI que fue demolida por turbas hindúes en 1992, lo que desencadenó protestas violentas en toda India, en las que murieron 2.000 personas, en su mayoría musulmanes. La mezquita se llamaba Babri Masjid, y los hindúes que la destruyeron afirmaron que fue construida por invasores musulmanes sobre las ruinas de un templo dedicado a Rama.

En 2019, el Tribunal Supremo concedió ese lugar a los hindúes, a pesar de reconocer que la destrucción de Babri Masjid fue una “flagrante violación del Estado de derecho”. A los musulmanes se les otorgó otro terreno en Ayodhya en el que se les permitió construir una mezquita.

Un comunicado de la organización Human Rights Watch manifestó su preocupación acerca de que la apertura del nuevo templo pueda provocar discriminación contra las minorías religiosas en India, en particular contra los musulmanes. Según el texto, un grupo de musulmanes le escribió a la Policía para pedirle que permanezca atenta mientras los fieles visitan el templo en las próximas semanas. Algunos musulmanes optaron por enviar a sus familias lejos de la ciudad, mientras que otros advirtieron a esa comunidad que evite utilizar el transporte público.

Nilanjan Mukhopadhyay, autor del libro La demolición y el veredicto, que trata de la destrucción de la mezquita en 1992, dijo a CNN que el involucramiento de Modi en la ceremonia es evidencia de una mayor fusión entre el Estado y la religión. También confirmó que había escuchado que los musulmanes se aconsejaban entre sí evitar los trenes, no manejar solos y no usar ropa que los identificara. “Habrá una tristeza inmensa y también un miedo tremendo [entre los musulmanes en India]”, dijo.

Un testigo de lo ocurrido en 1992, Abdul Wahid Quereshi, describió a The Guardian “escenas sangrientas” de ese año, como la quema de la casa de su vecino anciano, con el hombre adentro, y relató que él sobrevivió porque un hindú que vivía cerca le ofreció refugio. Dijo que la apertura del templo le quitó su “sensación de seguridad”. Por su parte, Anwari Begum, cuyo marido fue desmembrado y asesinado en 1992, dijo a ese periódico británico: “Si la construcción del templo trae paz, dejaré de pedir justicia por el asesinato de mi marido”.

Según informó el diario The Hindu, las autoridades locales dijeron que más de 300.000 fieles asistieron al nuevo templo este martes, cuando se abrió al público. Desde temprano en la mañana, la multitud se había reunido y cantaba: “Gloria al dios Rama”. Un hombre local, Umakant Mishra, describió su experiencia: “Esperé siete horas para ofrecer mis oraciones al dios Rama. Es un momento para apreciar toda la vida. Las medidas de seguridad eran buenas, pero podrían haber sido mejores si la administración hubiera restringido el movimiento de personas que no fueran de Ayodhya”.

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