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Y vinieron todos los tiempos

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El 27 de junio de 1973 empezó la dictadura. El 22 de diciembre de 1986 se aprobó la ley de impunidad. El 30 de setiembre de 2020, la Cámara de Senadores resolvió no desaforar a Guido Manini Ríos.

Años, meses, semanas, días, fechas diferentes. En cambio, los protagonistas son los mismos. Por un lado, los representantes de la clase dominante en sus estructuras de partidos blanco y colorado, unidos a los militares. Por el otro, el pueblo uruguayo, víctima de sus mentiras, de sus compromisos incumplidos. Los primeros, hablando y regalando palabras sobre el honor; los segundos, sufriendo el desencanto y la frustración.

Tuve la misma sensación las tres veces, lo único que cambió fue mi edad. Ellos sí que tienen claro su enemigo de clase y nos quieren convencer de que la lucha de clases no existe. Nos hablan del reparto de la torta, del derrame, ese derrame que nunca llega a los humildes, a los que viven de su trabajo. Vinieron por todo; 15 años de mejoras sostenidas en las condiciones de vida de los más pobres, más allá de los errores que cometimos, atentaron contra sus intereses y eso no lo soportaron, no lo podían tolerar más. Ahora se sacaron la máscara y les afloró el odio. Ese odio que proyecta Manini Ríos contra la justa reivindicación de los familiares de presos, muertos y desaparecidos de la dictadura, ese odio de quien fue formado para odiar y matar al enemigo, pero que no asume su responsabilidad y que en forma cobarde y sin honor se protege en los fueros, a los que él mismo garganteó durante toda la campaña electoral que iba a renunciar. No me extraña esa actitud de un militar que se convirtió en cómplice por ocultamiento de delitos de lesa humanidad.

El 30 de setiembre de 2020 se cerró un ciclo que cristaliza una nueva ruptura de la institucionalidad, al haber impedido que la Justicia investigue, al calumniar a los fiscales, al encubrir cómplices.

Los blancos y colorados, salvo la honrosa actitud de Ciudadanos, votaron en bloque para protegerlo. ¿No sienten vergüenza de apañar la delincuencia? ¿Con qué ética atacan al sistema republicano, calumniando a la Justicia?

El 30 de setiembre de 2020 se cerró un ciclo que cristaliza una nueva ruptura de la institucionalidad, al haber impedido que la Justicia investigue, al calumniar a los fiscales, al encubrir cómplices.

¿Qué viene ahora, reprimir al pueblo cuando proteste por hambre, declarar medidas prontas de seguridad o estado de guerra interna (en 1972 blancos y colorados lo votaron, y ya no existía la guerrilla)? La guerra y el terrorismo de Estado fueron, son y serán contra el pueblo. Porque como dijo el presidente de la Asociación Rural, Gabriel Capurro, “aunque todos podemos estar de acuerdo en que la desigualdad extrema no es deseable, la realidad es que la desigualdad de ingresos va a existir siempre por la propia naturaleza humana, y es justo que así sea”. Ese es el modelo social que defienden: “el regocijo arriba y la miseria abajo”.

Sólo espero que todos nosotros aprendamos pronto que la unidad y la transparencia, acompañada de una dura autocrítica para obtener aprendizajes, es lo único que puede humanizar y transformar a nuestra sociedad con un amplio sentido solidario y sin ventajas para nadie.

Sólo una cosa más. Sí sigo creyendo que somos todos iguales ante la ley, sólo hay que lograr aplicarlo.

Daniel Parada fue profesor agregado de Medicina de la Universidad de la República.

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