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Foto: Ramiro Alonso

Preguntas sobre ética en el caso Moreira

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Las palabras del intendente

Carlos Moreira nació en Nueva Helvecia, Colonia, en 1947. Abogado, fue subsecretario del Ministerio del Interior, diputado, senador e intendente de Colonia. Su carrera política avanzó de manera consistente, y a sus 72 años es un “peso pesado” dentro del Partido Nacional (PN). De ideas conservadoras, en 2019 apoyó la precandidatura de Jorge Larrañaga y la reforma constitucional Vivir sin Miedo, que ayudó a redactar.

El 18 de octubre, a nueve días de las elecciones nacionales, se difundieron grabaciones de dos conversaciones entre Moreira, actual intendente de Colonia, y la edila María José García. En ellas el intendente se niega a cumplir el pedido de renovar una pasantía; sin embargo, cerca del final del primer audio, agrega: “Salvo que vos me vengas a convencer a mí personalmente”. La alusión sexual implícita es confirmada por la edila en ese primer audio; en el segundo, es el intendente quien es explícito.

Pocos días después, con su hijo sentado a la derecha y su hija a la izquierda, Moreira dio una conferencia de prensa en la que afirmó que se trataba de audios viejos, grabados sin su consentimiento en una época en que tenía una relación informal con la edila. Además, señala que el fin de la viralización de los audios a escasos días de las elecciones es claramente político.

La filtración de los audios tuvo consecuencias inmediatas: Moreira fue expulsado de su sector por Jorge Larrañaga, y debió renunciar al PN y a su candidatura al Senado. La vicepresidenta electa, Beatriz Argimón, señaló que en el PN no hay lugar “para gente de este tipo, por más que duela”. Por su parte, el presidente electo, Luis Lacalle Pou, señaló que “no se puede mirar para el costado”.

Después de las elecciones, otros asuntos acapararon la atención y hubo un relativo silencio al respecto. Mientras tanto, los ediles blancos no dieron cuórum a las sesiones de la Junta Departamental, evitando que la situación fuera tratada.

El 4 de febrero de 2020 Moreira volvió a ser noticia: la Fiscalía de Colonia archivó su caso pues se considera que no hay elementos suficientes para inferir abuso de funciones ni abuso sexual. Simultáneamente, se hace público que Moreira es uno de los tres candidatos a la Intendencia por el lema Partido Nacional –sin tener aún el apoyo del directorio del PN–. En síntesis: a cinco meses de la turbulencia inicial, Moreira se ve libre de consecuencias legales y, aun en una situación negativa, será un candidato con considerables posibilidades de ganar.1

Juzgar las palabras del intendente

Quienes no tenemos formación jurídica carecemos de autoridad para cuestionar si Moreira es imputable de acoso y abuso de funciones. Sin embargo, en tanto ciudadanas/os, podemos y debemos analizar la cuestión desde una perspectiva política y ética. No alcanza con ser no imputable para ser un buen gobernante. ¿Cumple Moreira con los estándares éticos que debemos exigir a nuestros gobernantes?

Dentro de esa pregunta hay, al menos, tres puntos concretos a tener en cuenta: ¿Tuvo Moreira una conducta deshonesta? ¿Tuvo con la edila una actitud abusiva y/o acosadora?¿Qué revela esto acerca de las cualidades éticas de la persona elegida como gobernante?

Parece claro que la conducta de Moreira es –por lo menos– cuestionable. Como señaló la fiscal, los audios estaban editados, pero el intendente se responsabilizó de su contenido. Las pasantías no se renovaron, pero la promesa implícita está clara en la grabación. La iniciativa fue tomada por la edila (que hizo la llamada y el pedido), pero los audios hacen evidente que se trata de un modo de actuar sistemático: el intendente “no pierde oportunidad”. Si bien desde un punto de vista jurídico puede argumentarse que no hay suficientes elementos objetivos, sí parece haberlos para un juicio ético. Es difícil negar que el intendente usó su función pública para obtener beneficios personales.

Por otro lado, aunque jurídicamente no se considere abuso sexual, resulta difícil afirmar que no se trata de una conducta machista y abusiva. Moreira es un hombre 30 años mayor, máxima autoridad dentro de la Intendencia y caudillo del partido por el que es electa edila; además, la invitación sexual se hace en el contexto de un pedido de favor. Es cierto que él pertenece al Ejecutivo municipal y ella al Legislativo; sin embargo, la relación de autoridad es innegable. No parece faltar a la verdad decir que la relación sentimental entre Moreira y García está embebida en una relación de poder profundamente asimétrica.

Evaluar la ética

¿Tenemos elementos para establecer un juicio ético? Es difícil afirmar que Moreira actuó de manera correcta. Desde la perspectiva del bien común, parece claro que su conducta no es buena: no sólo encarnó modelos de poder patriarcales y caudillistas, sino que priorizó su beneficio (sexual) al correcto cumplimiento de su función pública. Desde un punto de vista deontológico, jerarquizó sus inclinaciones y deseos a su deber; un mundo donde todos actuaran como él sería muy indeseable. Por último, desde la perspectiva de la virtud, parece que su accionar no puede ser considerado excelente desde ningún punto de vista.2

¿O hay alguien que pueda considerar que Moreira actuó bien? Tal vez alguien que considere que la política es meramente una lucha de poder en la que la virtud consiste en imponerse, una versión refinada de la competencia de los chimpancés machos por la primacía en la alimentación y la reproducción. Desde esa perspectiva podríamos aplaudir a Moreira: sin dudas, ha encontrado la forma de ejercer consistentemente el poder. Pero ¿es esta la perspectiva que deseamos para nuestra democracia?

Los gobernantes y los gobernados

Incluso en la democracia más famosa de la historia –la de Atenas clásica– gran cantidad de gobernantes eran de ética cuestionable. Platón afirma que quizás sólo uno (Pericles) merezca respeto. La gran mayoría de los/las gobernantes son dañinos, puesto que ignoran lo que es justo, bueno, honesto y útil, pero creen saberlo y actúan en consecuencia. Sin conocimiento ni humildad, es poca la ayuda que le brindan a la sociedad. Cuando se reconoce la propia ignorancia se está preparado para “buscar los medios de hacernos mejores”. Para que el/la gobernante sea útil a la sociedad, debe “tener cuidado de sí, trabajar, meditar, ejercitarse”. Puede cuidar de los demás porque puede cuidar de sí: ser ético implica un trabajo sobre sí, una autoeducación.3

Aun sin los altos estándares de Platón, Moreira no muestra demasiada grandeza ética. Tampoco la han demostrado otros/as gobernantes implicados en esta historia política: ni quien solicita favores o graba conversaciones a escondidas, ni quien viraliza contenido privado, quien boicotea las sesiones de la Junta Departamental o quien dice que “no se puede mirar para el costado” pero no impide que la candidatura se concrete.

Se atribuye la afirmación de que “la gente tiene gobernantes que se le parecen” a André Malraux –el escritor de La condición humana, una de las novelas políticas más destacadas del siglo pasado–. Si Malraux tenía razón, estos personajes son los reflejos de la sociedad que somos; el acoso, el abuso de poder y la deshonestidad no pasan solamente entre políticos.

Sería bueno que Moreira no fuera candidato (ni intendente). Pero con él o sin él, es fundamental que nos eduquemos para parecernos a otros gobernantes.

Nigel Manchini es profesor de Filosofía y magíster en Neuropsicología y Educación.


  1. Fuentes: Resolución de la fiscal E Travers, 3/2/2020. Informes aparecidos en la diaria, Montevideo Portal, La Red 21, El Observador, El Eco Digital (Colonia). Página web de Carlos Moreira. 

  2. En Breviario de ética (2011), de Osvaldo Guariglia y Graciela Vidiella, se encuentra una introducción sencilla a estos temas, abordados aquí de forma superficial. 

  3. Las referencias son al Alcibíades, de Platón. Este asunto y este texto se tratan en Hermenéutica del sujeto, de Michel Foucault. 

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