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El G7 eleva su apuesta

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El análisis sobre China se redujo a discusiones acerca de la disminución de la dependencia occidental sobre insumos chinos para los usos de tecnologías 5G.

El presidente francés, Emmanuel Macron, pareció lograr su objetivo de evitar tensar aún más la situación con China, a pesar de las presiones de Japón en sentido contrario.

La guerra en Ucrania volvió a estar en el centro de la cumbre. La presencia del presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, estuvo comprometida por las interrogantes sobre la situación militar de la ciudad de Bajmut y el anuncio no desmentido de la toma de control de las fuerzas del presidente ruso, Vladimir Putin, y sus confusas respuestas. También se suscitó una escaramuza político-diplomática cuando Ucrania “no encontró lugar” en la agenda para una reunión bilateral con el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva.

La decisión de dotar a Ucrania de aviación a la brevedad fue uno de los hechos más impactantes de la reunión. Esta decisión aleja posibilidades del fin de la guerra e incrementa mucho la presión sobre Rusia. A ello se agregaron varias decisiones que incrementan las sanciones económicas al régimen de Putin.

India participó en el encuentro reafirmando su posición inicial de no condenar a Rusia por la invasión y a la vez reclamar por la paz. Brasil centró su presencia como invitado a la cumbre en una firme y encendida convocatoria a un proceso de paz que pueda terminar con la guerra, coincidiendo con la postura de diálogo y suspensión de los enfrentamientos de China e India.

El G7 sube mucho la apuesta en el terreno militar. Dotar a Ucrania de una fuerza aérea con aviones de última generación occidentales refuerza la perspectiva de una prolongación del conflicto.

Esto finalmente deja un escenario tan incierto como el previo a la cumbre, pero con dos datos muy claros. El primero es que el G7 sube mucho la apuesta en el terreno militar. Dotar a Ucrania de una fuerza aérea con aviones de última generación occidentales refuerza la perspectiva de una prolongación del conflicto e incrementa los peligros de una escalada. Esto da razón a los analistas que pronostican una nueva guerra fría 2.0, con una diferencia abismal con la primera: que no se enfrentan sistemas económicos alternativos, sino que la lucha es por la hegemonía política, militar y tecnológica. Por esa razón, es cultural, fundamentalmente.

El segundo: la proyección y el potencial crecimiento del llamamiento firme y decidido de Brasil por la paz. Esto hace aparecer a una de las potencias emergentes del mundo con capacidad de liderar al “sur global” en una causa mundial que busque encaminar los esfuerzos del mundo hacia una convivencia constructiva y hacia una gobernanza mundial que lo haga posible, reforzando también las posiciones crecientes de no alineamiento activo en muchos países.

También queda la expectativa por lo que suceda realmente en terreno con la contraofensiva ucraniana. Lo mismo sucede con las turbulencias que muchos temen si Estados Unidos no resuelve su crisis de deuda externa y si la “solución” afecta la economía mundial.

Persiste la preocupación por lo que pueda resolver Rusia. Cada vez más, la situación se aleja de un final predecible. Esta cumbre agregó más preocupación e incertidumbre.

Carlos Pita fue embajador uruguayo en Chile, España y Estados Unidos.

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