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Gustavo Penadés

Foto: Federico Gutiérrez

Gustavo Penadés: “La cabeza de todos los que están al frente de la educación es muy conservadora; eso me desespera”

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Para el senador blanco debe haber una discusión “muy profunda” sobre los roles de los centros educativos y dijo que se cuestiona si los mecanismos de enseñanza deben seguir siendo los mismos de hace varias décadas.

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Editar

Los últimos días del año pasado estuvieron marcados por la aprobación y posterior veto del proyecto de ley de suelos de prioridad forestal, uno de los tantos asuntos en que Cabildo Abierto (CA) marcó diferencias sustanciales dentro de la coalición. Sin embargo, para el senador del Partido Nacional (PN) Gustavo Penadés “no hay que dramatizar”, ya que “unidad en el gobierno no quiere decir unanimidad”. “Hay visiones respetables y distintas en muchos temas, y hay que negociar y mucho”, sostuvo.

Año nuevo, vida nueva, se dice, pero otros proyectos que generan ruido a la interna de los partidos socios de la coalición siguen ahí. En el oficialismo todavía falta acordar, por ejemplo, sobre el proyecto de ley –también de CA– de prisión domiciliaria para reclusos mayores de 65 años. En paralelo, el primer trimestre de 2022 traerá también una discusión hacia afuera, porque en febrero la coalición empezará oficialmente la campaña para defender los 135 artículos de la Ley de Urgente Consideración (LUC), con la mira en el referéndum del 27 de marzo. Sobre lo que pasó en el año que terminó y lo que viene en el que comienza, Penadés conversó con la diaria.

En agosto de 2021 se instaló oficialmente la mesa de coordinación de la coalición, con legisladores de los cinco partidos del oficialismo y el secretario de Presidencia, Álvaro Delgado. ¿Siguió funcionando?

Sí. Lo que pasa es que como hoy vivimos en la época de la vitrina, todo tiene que suceder en la vitrina para que ustedes se enteren, pero no todo tiene por qué suceder ahí. Hay muchas reuniones de coordinación, la mayoría no toman estado público y está bien que así sea; no como un elemento de ocultamiento sino por el trabajo diario. Acá [en el Parlamento] la coordinación es diaria. Por la insistencia de nuestros socios de la coalición, que reclamaban, se instaló a nivel de Presidencia un ámbito que el presidente [Luis Lacalle Pou] encargó a Delgado. Se reúnen y además hay una comunicación permanente.

Por ejemplo, por el tema de la ley forestal que impulsó CA, el senador Guido Manini Ríos, se reunió con Lacalle Pou fuera de ese ámbito, a mediados de diciembre. ¿Qué pasó con ese tema en la coordinación?

Hay coordinaciones de diferentes niveles. La del más alto nivel es la que lleva adelante el presidente con los líderes partidarios, y esa se reúne periódicamente: ha habido reuniones en Suárez [y Reyes, la residencia presidencial], etcétera. En el segundo nivel está la que coordina el secretario de Presidencia y en el tercero está la coordinación parlamentaria. El tema del veto al proyecto de forestación, que fue mantenido en la última Asamblea General, era de primer nivel: Lacalle y Manini.

El proyecto forestal obtuvo media sanción en la Cámara de Diputados en diciembre de 2020 y se trató en el Senado exactamente un año después. ¿No hubo forma de acordar en todo ese período?

Hubo reuniones, quizás lo que faltó fue comunicación... El Poder Ejecutivo entendió que el mejor camino para trabajar con relación a la forestación estaba vinculado a los decretos y la bancada de CA entendió que debía ser a través de una ley. El proyecto que salió de la Cámara de Diputados es una ley que no considero buena, y es a la postre la que termina saliendo de la Cámara de Senadores y vetada hace unos días atrás. Pero en el Poder Ejecutivo también hubo un arduo trabajo para llegar a un acuerdo entre [los ministerios de] Ganadería y Ambiente, que costó muchísimo, porque legítimamente cada ministro, a pesar de ser del mismo partido [colorados], defendía o veía el tema desde dos ópticas distintas: uno desde la producción y otro desde la preservación del ambiente, y costó mucho tiempo que se pusieran de acuerdo –quizás fue demasiado el tiempo que costó–. En el medio, no nos olvidemos, hubo un cambio de ministro de Ganadería, y fue como empezar de cero [Carlos María Uriarte fue cesado a fines de junio de 2021 y sustituido por Fernando Mattos]. Quizás faltó diálogo entre esos ministros y la bancada parlamentaria de CA. Pero creo que la intención política de CA era promover sí o sí la ley.

¿El veto de Lacalle Pou puede ser visto como un mensaje político del estilo “acá mando yo”?

El mensaje político fue “Uruguay sigue dando garantías a los inversores de que las reglas son claras”. El tema no es de patrón de estancia, de “acá se hace lo que yo quiero”. Es un claro mensaje que va en línea con otros mensajes que desde el gobierno se vienen transmitiendo desde el primero de marzo de 2020.

Siguiendo con CA, uno de sus proyectos que quedó pendiente, y está en comisión, es el de prisión domiciliaria para reclusos mayores de 65 años. ¿En qué situación está?

Con modificaciones es un proyecto votable. Entre ellas, algunos temas vinculados a la edad y que algunos delitos o antecedentes deban ser tenidos en cuenta. Pero refleja un elemento de sensibilidad muy discutible, producto de que está vinculado, incuestionablemente, al pasado reciente. Eso es así y nadie lo puede ocultar. Es un tema que tiene ribetes jurídicos, éticos y políticos que hay que encararlos, y 2022 será el año para hacerlo.

En el acto de cierre de campaña de CA, a mediados de diciembre, Manini Ríos dijo que la ideología de género “es perversa” y que enfrenta “al hombre con la mujer y al hijo con el padre”. ¿Qué opinión te merecen esas expresiones?

No sería tan radical. Pero hay cosas que son absolutamente insostenibles.

¿Cuáles?

Sin perjuicio de reconocer que a la mujer le falta todavía mucho para avanzar en la equiparación con el hombre en algunas materias tan importantes, como la laboral o la de los derechos políticos –en cuanto a la representación–, creo que eso no responde a una intencionalidad de impedir, sino lisa y llanamente a la historia de la humanidad, desde los tiempos del hombre de las cavernas, y a los roles que a cada uno nos tocaba cumplir. El avance trae, por supuesto, generación de derechos, y me parece muy bien que así sea. Pero el radicalismo en ese tema, “machirulo”, “heteropatriarcado”, me parece una reverenda barbaridad. Entiendo que hay mucho para avanzar, que se ha avanzado mucho y que el tema no es enfrentando a hombre con mujer y mucho menos padre con hijo. También entiendo que hay un extremismo, demasiado radical en algunos, en cuanto a la relación intrafamiliar, padres e hijos, que no comparto.

¿A qué te referís?

A llevar al extremo de que el padre no puede sancionar –por supuesto que sin violencia– a su hijo o hija, educarlo o decidir sobre los temas que están vinculados al relacionamiento intrafamiliar, en el que la autoridad la ejercen los padres [ambos] desde todo punto de vista. Me parece una locura.

¿En qué ley está eso?

No es un tema de carácter legislativo sino discursivo y de posicionamiento, que tiene un alto componente de modas internacionales, que también existen. Porque tampoco nos hagamos los distraídos: hay una onda expansiva de un mundo cada día más globalizado, en el cual las cosas no pasan por casualidad, y hay financiación del exterior. ¿Eso está mal? No, lo que me parece deshonesto es que no se diga que se responde a intereses que son legítimos pero lo tenés que decir, no se pueden encubrir. Entonces, yo estoy en la mitad de la posición entre lo que sostiene el senador Manini y lo que sostienen las feministas radicales.

Desde la oposición se ha señalado que mantener el precio de los combustibles, pese a que la nueva regla establecida en la LUC marcó en los meses previos una suba, se debe a que se llegó a las firmas para el referéndum. ¿Es así?

No creo que sea así. Es producto de los negocios que hizo Ancap por el precio al que le vendió fueloil a UTE para que exporte energía a Brasil. Hubo una ventanita por la cual no subir [los precios]. Yo no conozco a ningún gobernante que disfrute subiendo impuestos o tarifas. Entonces, hubo una oportunidad de no subirlas y no se subieron. Pero lo que a mí más me divierte de toda esta situación es que el que inventó esta fórmula que hoy se está aplicando, entre otros, fue el FA. Hay que leer las actas para ver lo que decían los senadores del FA, y también los senadores de la coalición, pero no los del PN, porque íbamos lisa y llanamente por la desmonopolización.

¿Ahora sería viable intentar nuevamente la desmonopolización?

No, tema superado. Porque en política no podés ser un idealista sin sustento. Cuando no tenés votos para aplicar lo que querés hacer, esa idea la metés en el freezer y algún día volverás a insistir sobre ella, pero este no es el tiempo. En todos los lados donde se han desmonopolizado los servicios ha sido tremendamente exitoso: el Estado se quedó con la mayor parte del mercado, pero esa competencia permitió que en vez de ser víctima pases a ser cliente. El Banco de Seguros, Antel, las Afaps, lugares en donde se desmonopolizaron los servicios, se anunció que se iba a acabar el mundo, pero no se acabó; al contrario, el que se benefició fue el ciudadano.

¿Cuáles son los temas más importantes en los que se debe enfocar el oficialismo para defender la LUC, de cara a la campaña que se viene para el referéndum?

La seguridad y la educación, porque son las dos cosas que nos están golpeando ante los ojos. Lo que me sorprende de la educación es cómo las familias no están mucho más preocupadas por la calidad educativa que van a recibir sus hijos, especialmente los que concurren al sector público. Porque hoy es todo educación y no “M’hijo, el dotor”. Ese paradigma cambió y ahora es “mi hijo, el licenciado, el ingeniero en sistemas”. Pero si de cada 100 gurises que entran en la educación secundaria de los quintiles más pobres de la población, 60 no terminan tercer año, ¿qué hacés con esos, a dónde los mandás? ¿Cómo los capacitás?

¿Y qué hizo la LUC para cambiar eso?

Cambió la gobernanza. No es la única solución, no nos confundamos, pero cambia una gobernanza que permite centralizar una hidra de 50.000 tentáculos que realmente complica.

¿Se puede atenuar la deserción liceal por cambiar la gobernanza de la educación? Quizás los más pobres no llegan a terminar el liceo por problemas estructurales, que van más allá de la gobernanza.

Pero la gobernanza trae un cambio en los planes. También tiene que haber una discusión muy profunda sobre los roles de los centros educativos y una cantidad de otras variables. Este es un tema que me apasiona. Yo me llego a cuestionar si los mecanismos de educación tienen que seguir siendo los mismos de cuando yo fui a la escuela –fui a escuela y liceo públicos–. Sigue siendo lo mismo. La estructura es la misma, porque la cabeza de todos los que están al frente de la educación es muy conservadora. ¿Sabés cuánto hace que vengo escuchando que el cambio entre Primaria y Secundaria hace que el alumno pase de un maestro a 13 profesores? Hace 40 años. No han cambiado un comino. Eso es lo que me desespera. Flaco, si ahí tenés detectado que hay un problema, encaralo de una vez.

Pero la LUC no cambia eso.

Por supuesto que no, pero cambia la gobernanza. La LUC no tiene nada que ver con lo que estamos hablando, pero la gobernanza sí, que es por lo que pretendemos empezar. Lo otro empieza por el gobierno de la educación, pero eso es harina de otro costal.

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