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Mesa coordinadora de emergencias y 911 de ASSE. Foto: Ricardo Antúnez

Lo urgente y lo rápido

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SAME atiende 1.200 llamados diarios; apenas 3% son emergencias reales.

El Sistema de Atención Médica de Emergencia (SAME) de la Administración de los Servicios de Salud del Estado (ASSE) procura despegarse del mecanismo de “demanda inducida” creado por las empresas privadas hace 40 años para consolidarse como un centro de coordinación nacional de traslados a hospitales vía terrestre y aérea.

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Falta menos de una hora para que termine este miércoles. La parada de taxis de 8 de Octubre y Abreu está concurrida. Desde el interior de la cabina de atención telefónica del SAME pueden verse las luces encendidas de autos, motos y ambulancias que surcan la noche. Aunque pasen a pocos metros, los sonidos que emiten los motores y sirenas no llegan hasta el interior de esta habitación. Los vidrios del edificio, cuyas paredes tienen material aislante, deben ser de doble o triple ancho, quizás. Y desde el techo, que está bastante alto, cuelgan unos paneles que también amortiguan los ruidos exteriores. Los continuados: “SAME, buenas noches. Habla...”, y los diálogos sigilosos que mantienen los trabajadores reinan en este lugar.

Ese día hubo 1.300 llamadas al teléfono 105 del SAME. Cerca de medianoche la situación aparenta estar tranquila. “Esa palabra yo no la digo”, emite, sonriente, Patricia Coraggio, médica coordinadora general de turno. “Nunca sabés lo que puede llegar a pasar en un rato”, advierte.

Adriana Rampi, también médica y encargada de atender los llamados sanitarios que llegan por el 911, que también son atendidos por esta institución, coincide con su colega. Lo mismo opinan los telefonistas. Prohibido decir tranquilo, entonces.

En promedio, SAME recibe 1.200 llamados diarios. Las telefonistas son las primeras que atienden los pedidos de atención, y les asignan una clave según el grado de urgencia que revistan. “Clave 1 son pacientes graves con riesgo de vida; clave 2 son aquellos pacientes que pueden esperar un máximo de dos horas en ser atendidos, que no corren riesgo de vida; y las claves 3 y 4 muchas veces las manejan los médicos de radio. La 4 es una consulta simple que se puede atender en domicilio, mientras la 3 puede ser algo más complicado pero que se puede resolver en domicilio”, explica Adriana.

Demandas y semejanzas

François Borde, director del SAME desde hace ocho años, dice que el sistema de emergencia móvil de Montevideo “es de demanda inducida” y que fue creado por los empresarios médicos hace 40 años. La primera empresa en instalarse se especializó en coronarias y logró el éxito comercial; lo mismo ocurrió con la segunda, que apuntó a la atención pediátrica, y con las otras que les siguieron. Con el paso del tiempo, el negocio de las móviles “se ha ido transformando, y para mantener cautivos a los socios, las empresas van compitiendo en un montón de cosas que si las contás, en el resto del mundo no te las creen”. Ese mecanismo, el jerarca también lo visualiza en el desarrollo de empresas de servicios de acompañantes de hospitales y sanatorios. “Uruguay es uno de los mejores ejemplos de sistema de demanda inducida. Nos hacen sentir mal si no tenemos a nuestros padres mayores o hijos pequeños bajo un sistema de emergencia, y lo mismo pasa con los sistemas de acompañantes. Nosotros tenemos muy arraigada la cultura del prepago: hasta el entierro tenemos pago, y eso no ocurre en los países vecinos”.

Borde recuerda que hace más de tres décadas el Ministerio de Salud desarrolló un sistema de traslados que era un “espejo” del privado, y que esa concepción ha sido superada. “Nuestro objetivo no es seguir la lógica del mercado, sino buscar la optimización de los servicios de emergencias reales y realizar los traslados a los diferentes centros de salud. Hoy, el Estado necesita crear un centro regulador de emergencias, que el 105 no sea el número de una ambulancia”.

En el SAME trabajan 700 personas: “220 médicos, 130 enfermeros, 180 choferes, 70 personas en cabina, pocas administrativas”, entre otros oficios, explica Borde. Hay 18 ambulancias que tienen como base operativa centros de salud ubicados en Cerro, Piedras Blancas, Maroñas, Prado, Hospital Español, Las Piedras y Ciudad de la Costa.

Llamados y decisiones

Patricia, en el rol de jefa de turno, deberá hacer el seguimiento de los casos rotulados con la clave 1.

A las dos de la mañana llamó un hombre bastante desesperado. Claudia lo atendió, hizo el interrogatorio de rigor, escribió las respuestas en una planilla en su computadora, trató de calmarlo y le asignó la clave más preocupante. Patricia revisó los datos ingresados por la telefonista y llamó al usuario que reclamaba atención. La médica pregunta cómo se siente, qué le ha ocurrido, si está solo, si ha consumido algún tipo de drogas. Ella también trata de darle tranquilidad. El muchacho tiene problemas con el consumo de drogas y está angustiado, tanto que su vida corre riesgo y será necesario que un médico concurra a su casa para atenderlo.

Al costado del escritorio de Patricia trabaja Isabel. En su mesa hay teléfonos, una base de radiollamados, libretas, papeles. Ella es la encargada de despachar ambulancias o médicos de radio.

Hace 31 años que Isabel trabaja en ASSE, y asegura que las crisis de angustia, los intentos de autoeliminación y los casos de abuso de drogas son cada vez más frecuentes. Hace unos años, cuando no había sistemas informáticos, Isabel apuntaba y dejaba estampadas las coordinaciones en cuadernos de diferentes colores.

La tarea que realiza esta mujer no es sencilla. “Tengo que priorizar el envío de ambulancias según la gravedad de los pacientes. Lo peor es cuando tenés que elegir entre uno y otro. Te equivocás y se muere una persona”. Borde dice que las ambulancias asisten 26% de los llamados que se reciben a través del 105. “Un bajísimo porcentaje de los llamados requieren traslados urgentes. Del 100% de los llamados quedan definidos como emergencia un 6%, y realmente un 3% son emergencias reales”.

Nuevos servicios

El SAME también se encarga de coordinar los traslados aéreos gratuitos de pacientes que lo requieran dentro y fuera del país, ya sea de usuarios de ASSE o de entidades privadas.

“Hay que hacer muchas coordinaciones para lograrlo”, explica Borde.

“El Estado dispone del avión, de recursos humanos, de médicos y pilotos”. Antes esa tarea la realizaba la Fuerza Aérea. “Nosotros recibimos los pedidos, los estudiamos y ordenamos los traslados si lo ameritan”, agrega. Esta semana se realizaron dos viajes sanitarios en avión a Montevideo: el martes, un paciente de Rocha que sufría una hemorragia digestiva, y ayer, viernes, se concretó el traslado de una persona que sufrió múltiples quebraduras en un siniestro de tránsito ocurrido en Brasil. “El Ministerio de Relaciones Exteriores realizó el pedido de repatriación. El paciente está estable pero inmovilizado, no puede venir en un avión de línea; es un tema social, él no puede alquilar un avión particular. Se justifica que se coordine ese traslado”.

El director del SAME cree que cada vez que el sistema sanitario implementa un nuevo servicio, no hay marcha atrás posible. “El gasto en salud es exponencial, porque la gente demanda cada vez más”.

“Nuestro modelo está en permanente construcción, vamos inventando y replicando experiencias que vimos en otros países en función de las características del Uruguay”. Borde aspira a que el SAME extienda su accionar al resto del país y, primero, comience a coordinar las emergencias que acontezcan “al sur del río Negro”. “Ese proyecto está hecho y lo está evaluando el nuevo directorio de ASSE. Acá hay un sistema informático que funciona, pero cuesta conseguir información de lo que ocurre en pequeñas localidades, porque ASSE tiene 900 puestos de salud con diferentes grados de complejidad en el país”.

Bajo control

Adriana controla los pedidos que son derivados por el sistema 911. Los eventos sanitarios que acontecen en espacios públicos y los siniestros de tránsito de Montevideo, Canelones y Maldonado aparecerán en la pantalla de su computadora. En estos casos, si bien la coordinación la realiza el SAME, asistirán móviles de las emergencias privadas de guardia. La mayor parte de las atenciones se realizan a “politraumatizados por accidentes de tránsito, personas caídas, convulsiones y paros cardiorrespiratorios en la vía pública”.

Cuando se acciona una emergencia “te ponés en la situación, tenés que llamar al lugar, tratar de hablar con quien pidió la asistencia y calmarlo, porque están desesperados y no saben definir una situación. Nosotros tenemos que saber lo que está pasando para tratar de resolver”, explica Adriana. “Muchas veces tenemos que pedir para hablar con otra persona que esté junto a quien realizó el llamado”, añade.

Adriana asegura que la urgencia no le hace perder el control. “Si te estresás o te ponés muy nervioso, el paciente puede morir”. Esta médica trabajó en policlínicas y en ambulancias, cuerpo a cuerpo con los pacientes. Desde hace siete años atiende vía telefónica, lo cual implica un “desafío” en su labor profesional. “Es otra etapa de mi carrera, y es un desafío, porque tenés que saber clasificar y saber qué ocurre del otro lado. Quizás este trabajo sea más difícil”, indicó.

Gestión de camas

La gestión de camas en hospitales “es un tema clave”, según Borde. “Para analizar los servicios de un hospital hay que pararse en la puerta de emergencia, ver los casos que entran, los que quedan y los que salen. Los hospitales son para pacientes agudos, salvo el Piñeyro del Campo, que es para crónicos”, ya que ahí se encuentran internadas personas ancianas, recuerda.

La permanencia en las camas de los centros de salud públicos de pacientes que no reciben el alta porque no tienen lugar donde alojarse es un “tema social” que produce “una realidad compleja”.

La falta de camas en hospitales también está relacionada con la ausencia o falta de recursos humanos. “Si faltan auxiliares de servicio quedarán box de internación sin usar, y lo mismo pasa si no hay camilleros ni personal de laboratorio o de registros médicos. Quienes están todo el día con el paciente son los enfermeros, y si son avezados te dan vuelta una sala”.

Borde valora que la asignación de recursos económicos por parte del sistema de salud a los centros de atención esté ligada a la gestión. “Recién ahora se están comparando las realidades de los hospitales, porque a partir de la gestión viene la asignación de los recursos. Si todo resulta igual, no hay estímulo para hacer las cosas bien”.

Méritos y reconocimientos

Frente a sus ojos Gabriela tiene una planilla. A lo largo de la noche llamará varias veces a los diferentes hospitales de Montevideo y del interior para conocer la cantidad de camas y sillones libres en cada uno de ellos, así como de profesionales y servicios disponibles. En cada llamado que realiza, Gabriela muestra familiaridad con los interlocutores. Hace muchos años que habla con varios de ellos. Gabriela no sólo registra la información en esa base de datos, sino que también la dejará a resguardo en un cuaderno que, al menos, conservará durante un año.

Miguel tiene 54 años. Empezó a trabajar en el sistema mutual siendo un muchacho. Luego pasó a trabajar en el Banco Comercial. “Viví en la burbuja del sistema financiero hasta que el banco cerró, en 2003”. Tras esa experiencia, volvió a la mutualista en la que había trabajado con anterioridad. Hace diez años SAME realizó un llamado para contratar telefonistas, y de ese modo Miguel ingresó al sistema público. Hoy realiza la coordinación de las internaciones en los Centros de Tratamiento Intensivo (CTI) de todo el país. Afirma que “ASSE es gigantesco y tiene de todo”. “Los hospitales son un termómetro de lo que pasa en el país. Podés ver todo tipo de cosas haciendo esta coordinación. Y acá podés hacer cosas por los demás; cuando te vas del trabajo sentís que hiciste algo bueno por alguien”. “Eso está bueno”, resalta.

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