Según el Comité Olímpico Internacional, el deporte es una actividad física o juego competitivo y organizado que tiene como objetivo utilizar o mejorar la aptitud física y las habilidades, mientras que proporciona pasión, cooperación y entretenimiento a participantes y espectadores.
A su vez, la Organización Mundial de la Salud define la salud mental como un estado de bienestar en el que la persona puede desarrollar sus capacidades, afrontar los desafíos de la vida, trabajar de forma productiva y contribuir a su comunidad. Es decir, la salud mental no es sólo la ausencia de enfermedad mental, sino un estado de bienestar que permite a las personas desarrollarse y alcanzar su potencial.
¿Cómo pueden confluir el desafío físico del deporte y un beneficio en materia de salud mental? ¿Cuáles son los espacios que se deberían crear y promover para que estos dos aspectos convivan y se retroalimenten? Y, sobre todo, ¿cómo adaptar estos espacios a la vida de las personas mayores?
Rosario Pilo tiene 70 años, es psicóloga y jugadora de fútbol caminando, una disciplina deportiva que adapta el fútbol tradicional a las limitaciones físicas de las personas mayores y que se practica en Uruguay desde hace casi dos años. En conversación con la diaria, sostuvo que esta disciplina “es un espacio que genera juego, diversión y un acompañamiento en una etapa difícil de la vida”.
“El deporte es uno de los lugares más maravillosos para integrar a cualquier persona, pero debe tener una cabeza más integral, que incluya profesores de Educación Física, pero también asistentes sociales, psicólogos, etcétera. En fútbol caminando lo importante es lo grupal y lo que sucede adentro y afuera; son muy importantes las cosas que hablamos y nos contamos. Son esas cosas que no siempre se hablan ni se dicen por ahí. Todo lo que sea grupal es terapéutico, siempre lo es estar con otro”, sostuvo.
El psicólogo Robert Pérez, magíster en salud mental por la Universidad de la República y doctor en salud mental comunitaria por la Universidad de Lanús en Argentina, trabaja en psicoterapia y en prácticas comunitarias de cuidado en salud mental con personas mayores, con personas con afecciones neurocognitivas y con familias. En diálogo con la diaria, reflexionó acerca de la importancia de que el deporte o el ejercicio estén vinculados a un “espacio socializador de disfrute colectivo”.
“En las personas mayores el deporte debería estar integrado a una especie de espiral de beneficios que tiene que ver con el desarrollo, el mantenimiento o el enlentecimiento de la pérdida de las capacidades físicas; esto, a su vez, facilita la autoestima y la conexión con las capacidades que tienen las personas, y, por lo tanto, con todo lo que tiene que ver con su salud mental. A su vez, si todo esto está vinculado a un aspecto lúdico, creativo, colectivo y no sea solamente ejercitar el músculo, sino disfrutar del contacto con otros, y en la medida en que también se saque un poco esta noción de ganador o perdedor, todo esto estimula la salud mental de la persona y la confianza en sus capacidades”, agregó.
Foto: Alessandro Maradei.
La experiencia y la visión desde adentro
Rosario siempre tuvo una cercanía con el fútbol: su padre era jugador y sus seis hermanos varones también disfrutaban mucho de este deporte. Junto con ellos compartió muchos años de diversión atrás de la pelota y usando la vereda como campo de juego. Al llegar a la adolescencia, como estaba mal visto que una mujer jugara al fútbol entre varones, ya no le permitieron jugar.
Décadas después, se encontró con el fútbol caminando, deporte que practica desde hace dos años. Cuando piensa en su experiencia como jugadora de esta disciplina no duda en afirmar que la “recuperó como ser humano que tiene la capacidad del juego”.
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“Cuando empecé a jugar fútbol caminando sentí que volvía a la niñez. Volví a recuperar esa parte mía que más o menos hasta la adolescencia pude tener jugando con mis hermanos y los vecinos del barrio en la calle. Hoy en día me siento aquella niña, pero con 70 años”, contó.
“Cuando ves a los niños jugar un partido, ves que todos corren al mismo tiempo detrás de la pelota. Nosotros somos iguales y eso nos hace llorar de la risa. Es un poco esa cuestión de regresión, por ponerle un nombre psicológico. Tenemos la edad que tenemos y todos queremos jugar y ser Luis Suárez. Esa cosa de competencia no se la saca ningún ser humano, está ahí. Esto es algo que se discute mucho, pero personalmente pienso que es un juego y que el juego es diversión”, afirmó, y remarcó: “El objetivo no es la competencia, es jugar”.
Asimismo, es consciente del cuidado que debe tener a la hora de practicar este deporte: “No me puedo hacer la viva, porque el cuerpo hay que cuidarlo, y esto es algo que hay que aprender a hacer. Es decir, estoy usando mi cuerpo, que ha ido creciendo y se ha ido gastando, pero he aprendido a volver a disfrutar de mi cuerpo y del juego con otros”.
Además, Rosario reflexiona sobre el espacio que significa la práctica del fútbol caminando y cómo permite disfrutar de ser ellos mismos.
“En fútbol caminando dejamos colgados todos los títulos. Nadie es más que nadie, no importa si se tiene un trabajo o una carrera profesional, simplemente somos gente que se junta para jugar. A su vez, las reglas de este juego hacen que sea más humano, más compartido y más sano y cuidadoso”, afirmó.
“Es posible que el juego, en última instancia, sea lo más importante del ser humano para compartir con el otro. Se trata de defender la idea de lo grupal y del divertimento”, afirmó.
Rosario Pilo, previo a un partido de Fútbol Caminando.
Foto: Gianni Schiaffarino
El encuentro con el otro: “Cuidar lo grupal”
Como psicóloga además de jugadora, Rosario conoce muy de cerca el valor que tiene compartir con los otros y crear un vínculo de empatía, en una época en la que el culto al individualismo parece estar ganando terreno. “Pienso que hemos perdido un poco la noción del otro como compañero. Realmente nos hace falta cuidar lo grupal, lo comunitario. Sigo pensando que el trabajo comunitario te acerca al ser humano y a la humanidad; todo lo que sea trabajar con los otros no tiene precio”, enfatizó.
Como todo grupo o actividad grupal, la jugadora sabe que estos espacios se componen de personas con su propia historia de vida, con un camino transitado por cada una de ellas, donde hay experiencias y aprendizajes propios, con vivencias positivas y negativas que constituyen un todo que es la persona: fútbol caminando no es la excepción.
“También ahí aparecen nuestras formas de ser frente al mundo, cosas que nos ha dejado, como cierta competencia, cuestiones de machismo, etcétera. Todas las porquerías de la sociedad las traemos con nosotros, pero en esto de lo grupal tratamos de que no estén tan presentes. Este es un espacio que no es tanto para combatir este tipo de cosas, sino para aprender que todo esto se puede ver de otra manera”, reflexionó. “Formamos parte de una comunidad. Esto, además de fútbol caminando, genera participación e integración en muchas más cosas”, agregó.
Por su parte, y complementando esta visión, Robert Pérez considera que “pasar bien también implica el desafío intelectual de intercambiar con otros”. “Es una estimulación compleja. Está estudiado que este tipo de enfoques sobre estas actividades ayuda a prevenir o a disminuir las posibilidades de tener una demencia, una enfermedad de Alzheimer. Es una estimulación cognitiva compleja estar con otros haciendo deporte, intercambiando, hablando, presentándote, mostrándote”, analizó.
“El trabajo colectivo en el deporte, pensado desde una perspectiva de salud mental, tiene que ver con eso, con estimular todas estas capacidades y que las personas puedan autovalorarse a partir de la valoración de los otros, pero esto implica que esa misma persona también tenga la capacidad de valorar a los demás”, subrayó.
Foto: Gianni Schiaffarino
La importancia del disfrute entre distintas generaciones
“Para los jóvenes también es importante ver gente grande haciendo cosas distintas”, afirma Rosario cuando piensa en el deporte y su relación con las personas mayores. “Lo lindo de jugar a veces con los niños es que nos reconocen y reconocen lo que estamos haciendo. No estamos en un lugar cerrado y nadie está imposibilitado de vernos; eso es algo lindo de la comunicación, porque nos conocen, nos ven y nos entienden”, recalcó.
Por su parte, Pérez reflexiona acerca del estigma con el que cargan muchas personas mayores y cómo la actividad intergeneracional puede ayudar a derribar prejuicios.
“Hay un concepto que se llama ‘viejismo’ o ‘edadismo’, que tiene que ver con los prejuicios hacia las vejeces, por el que se espera que las personas mayores no puedan hacer tal o cual cosa, y este concepto está muy arraigado incluso en las propias personas mayores. Hay mucho estigma en cuanto a que las personas mayores desarrollen actividades físicas, entonces terminan haciéndolo pero de forma muy aislada, cerradas en grupos con personas de edades similares. Qué bueno sería que esto se pudiera trabajar de forma intergeneracional”, remarcó.
“Es un componente que, por ahora, no parece tan pensado, pero qué interesante sería que se pudiera trabajar de esta manera, por ejemplo, abuelos y nietos o abuelas e hijos. Cómo eso repercutiría en la imagen que construyan esos nietos o bisnietos de la vejez y en la construcción del deporte y del disfrute de aquí a muchos años”, agregó.
El psicólogo considera, asimismo, que habría que sacar el deporte de la “clandestinidad” entre las personas mayores. “Con ‘clandestinidad’ me refiero a que las personas mayores muchas veces se juntan solamente entre ellas. Está muy bueno que tengan un espacio con sus pares, pero también hay que incluir el componente intergeneracional. Hay cosas que tienen que ver con la generación de cada uno, es decir, cosas que podés hablar o transmitir entre pares de una misma generación, como los adolescentes, por ejemplo. También las personas mayores tienen esto, pero, de todos modos, es bueno que se puedan integrar otras generaciones para hacer un aprendizaje, si no se corre el riesgo de quedar encerrado”, resaltó.
Foto: Gianni Schiaffarino
La salud física y la salud mental: una relación no lineal
Pérez tiene sus reparos cuando se habla desde el plano de la salud. Considera que muchas veces hay un “sesgo” por el cual, de alguna forma, queda implícito que tiene que ver con que se piensa la salud partiendo desde los aspectos más orgánicos o biológicos, para luego ir hacia la salud mental.
Desde su punto de vista, no existe una relación lineal entre la salud mental y los beneficios de la actividad física. “Me atrevería a decir que claramente los beneficios de la actividad deportiva son en el plano de la salud, pero, sobre todo, en el plano de la persona. Cuando hablamos de salud solemos referirnos a un aspecto principalmente biológico, y muchas veces se habla de la salud mental como subsidiaria de este aspecto biológico”, explicó.
“Los beneficios [de la práctica del deporte] para la salud física se relacionan con todo lo que tiene que ver con el desarrollo de capacidades motoras, el equilibrio, la agilidad, mantener la masa muscular, la salud cardiovascular, etcétera. Todos plantean que esto repercute positivamente en la salud mental, y es cierto, pero planteado de ese modo aparece como una forma muy lineal, por la cual la salud [física] y la salud mental quedan en un plano neuroquímico, es decir, de activación de determinados neurotransmisores que se activan desde lo físico, y eso favorece la salud mental. Esto hace que quede un tanto banalizado el concepto de salud mental, porque la gente luego de hacer deporte sigue teniendo los mismos problemas o sufrimientos”, enfatizó.
Desde su perspectiva, el psicólogo considera que el beneficio del deporte en las personas mayores no es solamente en el sistema músculo-esquelético o cardiovascular, sino en la persona en sí misma, en su historia, en su autoconcepción y en su autoestima.
“Es importante que el deporte esté vinculado, al menos en las personas mayores, a un componente colectivo y de disfrute, pero no de competencia, en el que lo que prime sea la persona y no los sistemas músculo-esqueléticos o cardiovasculares. Hay que partir de la base de que el beneficio para estos sistemas va a estar –por algo es deporte–, pero no es el foco, el foco que es la persona”, subrayó.
De esta forma, Pérez considera necesario pensar en algunas políticas que impulsen el desarrollo de actividades físicas desde una perspectiva más integral, en la que se deje de lado la visión de la salud mental como dependiente de la salud física.
“Sería bueno poder pensar políticas vinculadas al deporte para personas mayores. Una política podría ser desarrollar más estudios sobre una concepción de bienestar psicológico que no sea dependiente de la estimulación músculo-esquelética y el sistema cardiovascular, sino que tenga que ver con el bienestar psicológico y, por lo tanto, con la salud mental de la persona a partir de vincular el deporte con actividades creativas, colectivas y de socialización, que implique un desafío intelectual, y todo esto dentro del deporte mismo”, sostuvo.