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Daniel Diverio, en el Día Internacional de los Trabajadores, en la plaza Mártires de Chicago (archivo, mayo de 2016).

Foto: Pablo Vignali

El SUNCA se prepara para un nuevo escenario político

4 minutos de lectura
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El presidente del sindicato, Daniel Diverio, afirma que el SUNCA y la patronal están expectantes sobre lo que ocurrirá con la obra pública.

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“Hoy las patas que se le están viendo a la sota no son las mejores”, dice Daniel Diverio, y avisa que el sindicato más poderoso de este país, el SUNCA (Sindicato Único de la Construcción y Anexos), nunca negoció sin movilizarse. El último día de abril ellos serán los primeros en el calendario del Consejo de Salarios, y días antes, sus casi 40.000 afiliados irán a elecciones, del 23 al 25 de marzo. Vienen de reunir en el Platense a 6.000 afiliados para afinar la plataforma que están dispuestos a defender.

Hoy avanzan hacia su instancia de negociación salarial en un marco de incertidumbre por el cambio de escenario. El gobierno ha dado versiones y ha sugerido cambios por medio de la ley de urgente consideración (LUC), tanto sobre las pautas salariales como sobre las formas de negociación. Al mismo tiempo, la inflación, ante la que los trabajadores deben blindar sus ingresos, es una gran incógnita.

La industria de la construcción no está en crisis, pero hay 20.000 trabajadores desocupados. El número de los que sí están ocupados llegó a 72.000 en 2013. Las conversaciones con la Cámara de la Construcción son desde hace mucho tiempo una rutina, y consolidaron una cultura bipartita de negociación muy fuerte, explica Diverio, presidente del SUNCA. Tanto el sindicato como la patronal tienen ante sí la incógnita de si se mantendrá el lugar para la obra pública en el presupuesto nacional, que pasó de 20% en 2006 a 35% en la actualidad.

También tienen ante sí la incógnita sobre el plan de vivienda del actual gobierno. Además del rédito social que pueda tener el plan, según dónde se ponga el foco, la obra en sí no sólo ocupa mucha mano de obra por metro cuadrado, sino que por cada puesto de trabajo directo, crea uno indirecto; y además, los materiales que usa son casi todos de fabricación nacional. El sindicato tiene esperanzas de que esto se tenga en cuenta.

En contraposición, el peor escenario que define Diverio es que el objetivo político y económico del nuevo gobierno sólo considere la rentabilidad como “salvación” de la economía. “Ahí estamos en el horno”, dice, porque esto implicaría que “el ajuste tenga como sujeto a los sectores más carenciados”.

Las inquietudes se basan, por ejemplo, en “los Consejos de Salarios bipartitos y voluntarios” que propone Edgardo Novick. La cotización del dólar es mirada de reojo, porque no hay operario que cobre en dólares pero sí influye en la ecuación de las empresas, “y va a contrapelo del interés de los trabajadores”. Diverio da un ejemplo: “El sector agroexportador se beneficia, pero el peón rural no por eso ve un peso más”.

Algunas señales son particularmente preocupantes, como la que da Pablo Mieres desde el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social al plantear la necesidad de “flexibilización laboral y crear un protocolo de descuelgue”, un mecanismo por el cual la empresa alega que no puede cumplir con lo acordado en el Consejo de Salarios y que dejaría de regir ese acuerdo. Hoy la empresa tiene que mostrar al sindicato la documentación que avale el estado económico. “Tuvimos eso en los 90, y fue casi imposible tener negociación colectiva, pues cientos de miles de trabajadores no pudieron negociar salarios y la pérdida fue mayor que nunca”. Hoy, sin datos concretos sobre la inflación, su proyección a un año entra en un escenario de falta de certezas.

Pero entre las llamas del horno también se pelea. El aumento salarial desde 2006 a la fecha fue de 80% en términos reales: de comprar una garrafa de 13 kilos con un jornal, un peón pasó a comprar hoy casi tres. “Hacemos lo mismo que antes: tener un gremio organizado para lograr avances. De eso depende. Aunque todos los gremios tengan Consejo de Salarios, no todos logran los mismos resultados”. Preparar al gremio significa la participación del conjunto del sindicato a nivel nacional (60% del SUNCA está en el interior del país), con direcciones electas en 19 departamentos, y en muchos, con mesas locales en distintos pueblos. “Esto no significa ir o no ir a una huelga. Significa asamblea todos los meses y sin la exigencia de cuórum; significa estar afiliado. Trabajador movilizado es aquel que todos los días trata de organizar al que está al lado”, dice Diverio.

La consecuencia esperables de esto “es que más allá de la presencia de un gobierno que legítimamente representa a una mayoría y que expresa a otra clase social, tendremos el escenario que logremos como trabajadores organizados. No es cuestión de irse para las casas y esperar a que aclare. Somos una parte de la sociedad que va a trabajar, pelear y movilizar para construir el escenario que precisamos”.

También hay autocrítica. “Miramos para atrás y vemos errores. Una ley trabajada desde la base luego se hace realidad cuando se aprueba. Fue así que la movilización por la ley de responsabilidad penal empresarial disminuyó los accidentes laborales de 7.500 a 2.250. Pero vemos también que la ley del peón rural no se aplica como se debe, carece de espalda, y ese es un debe que tenemos todos los trabajadores”, afirma el dirigente.

Aun así, sumados los mensajes desde el oficialismo y el contenido que ya sugiere la LUC, para el SUNCA no basta con tener espaldas anchas y una organización sindical activa en todo el territorio. También se trata de responder a la política y economía social “que se nos viene” con un gran movimiento social. Para Diverio, “no alcanza con un sindicato fuerte, necesitamos tejer y soldar, y ayudar a involucrar a otros actores sociales”.

Se trata de amplificar y profundizar experiencias como las brigadas de trabajo Agustín Pedroza del SUNCA, y como la campaña que se hizo por los discapacitados. Un escenario de máxima sería conformar un amplio movimiento sindical y social, dice Diverio, y señala que “un déficit de los últimos 15 años fue no soldar por abajo para defender el proceso”.

No es que esta idea de construir alternativas no tenga ya oposición. “Reaccionaron, y tratan de desprestigiar”, dice Diverio. “Y se los ve actuar, preparando el recorte de políticas sociales y de beneficios a los trabajadores, para negar la negociación colectiva por medio de ganarse a la opinión pública. Los grandes medios de difusión están a su servicio”, agrega.

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