“Quien conoce algo de lucha de clases sabe que no sólo lo que cuenta es el vil metal, sino conceptos ideológicos que se deben poner en la balanza”, dijo a la diaria Alejandro Abergo, secretario general del Sindicato de Obreras y Obreros del Frigorífico Canelones (Soofrica), ante la inminente reapertura del Frigorífico Canelones. Tras más de un año de conflicto los trabajadores y la empresa, con la intermediación del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social (MTSS), llegaron a un preacuerdo para que la planta reabra el 1° de febrero, con todos sus trabajadores, pero con una rebaja salarial de 19,5%.
Para Abergo, esos otros elementos que pesan en la balanza son las fuentes de trabajo y la “resistencia” que mantuvo Soofrica, junto con la Federación Obrera de la Industria de la Carne y Afines y el PIT-CNT, durante los 13 meses de conflicto.
Abergo contó que fue el MTSS, a través del director nacional de Trabajo, Federico Daverede, quien acercó a las partes, ya que la propuesta de la empresa fue hacer un descuento salarial de entre 40% y 50%. El sindicalista también resaltó que, a pesar de que los primeros envíos al seguro de paro fueron en noviembre de 2019, los representantes del frigorífico recién iniciaron las conversaciones en setiembre del año pasado. El acuerdo tripartito terminó cerrando el 18 de diciembre de 2020, con la aprobación a través de una asamblea general que convocó a cerca de 400 trabajadores; de estos, 20 se opusieron, nueve se abstuvieron y “la gran mayoría aceptó esa condición de rebaja salarial mientras pudiéramos arrancar a trabajar”, dijo el integrante del sindicato.
Si bien Abergo considera que esa reducción de salario es “una derrota para el movimiento sindical”, hay “conceptos que equilibran la balanza”. “Destacamos la reapertura, que no es poca cosa, porque hubo ciertas dudas sobre la posibilidad de que se pudiera reabrir”, dijo, y resaltó que en estos meses el sindicato nunca se quedó quieto. “Todo estuvo en movimiento”, primero con la marcha en Canelones, en marzo de 2020.
El 13 de marzo de 2020, día en que se declaró la emergencia sanitaria en Uruguay, la diaria informaba que casi 700 trabajadores del Frigorífico Canelones habían sido enviados al seguro de paro el 1º de noviembre de 2019, cuando Grupo Minerva Foods decidió paralizar la producción en la planta industrial aduciendo problemas de rentabilidad. El miércoles 11 de marzo en la capital del departamento se manifestaron unas 8.000 personas, incluido el intendente Yamandú Orsi, que declaró a Subrayado que no podía entender la situación de la empresa, dado que se trataba de “una planta muy moderna, con toda la tecnología, con inversión hecha de años y una plantilla de trabajadores con una experiencia de las mejores del país. En un país que produce para exportar básicamente carne, este tipo de señales son feas”, había asegurado.
Después de que se declaró la pandemia el sindicato se fue “reinventando” y primero hizo una olla sindical, “de la mano de la gente de la Agrupación de Funcionarios de UTE logramos mantenernos durante cuatro meses sirviendo un promedio de 250 platos de comida, no sólo para los socios de Soofrica, sino para la gente de barrios bastante pobres de Canelones que no tenían forma de comer”. El 27 y 28 de junio hicieron una caminata hasta Montevideo en la que fueron explicando a los vecinos de cada localidad por la que pasaban en qué se basaba el conflicto.
“Sentimos que la resistencia fue leal, de buena fe, sólo nos faltó hablar con el presidente, después estuvimos en contacto con todos los partidos políticos”, resaltó Abergo.
En todo este periplo, una de las condiciones que planteaba la empresa y que, a criterio de Abergo, era lo que no permitía acercar las posiciones era la intención de los dueños de la empresa de cambiar el régimen de horario: querían pasar de ocho horas de lunes a sábado, cuando venían trabajando 9,36 horas de lunes a viernes.
“Llevamos 27 años trabajando de esa manera y Frigorífico Canelones siempre estuvo entre los tres primeros puestos de productividad trabajando de esa forma. Nosotros veíamos que era de carácter ideológico, eso fue lo que trancó hasta lo último, pero logramos conseguir con el MTSS redactar una cláusula que, si bien le deja la potestad a la empresa de que si algún sábado quiere se trabaje, si se nos avisa una semana antes no tenemos problema, pero el convenio mantiene la distribución de 9,36 horas semanales de lunes a viernes”.
Con respecto a la pandemia generada por la covid-19, Abergo dijo que no influyó en el conflicto, ya que en un primer momento lo que se argumentó por parte de la compañía era el bajo precio del ganado, más la escasez y los problemas de la exportación en pie; “después fueron cambiando y pusieron como excusa el tipo de cambio; en algún momento dijeron que la pandemia cerraba algún destino, pero en ningún momento fue algo de lo que se pudiera agarrar la empresa”, dijo, y señaló que los números de la industria cárnica entre 2019 y 2020 no fueron muy diferentes: “En cantidad de kilos fue un poco menor, pero en precios creo que hasta es superior”.
Con respecto a los cuidados que los 580 trabajadores deberán tener para no contraer coronavirus, dijo que van a respetar el protocolo de la rama: “Entendemos que no sólo debe depender de la empresa, sino que es responsabilidad también de los trabajadores. Para nosotros es un deber, tenemos que aprender el protocolo de memoria, porque antes que nada está la salud”, dijo.
Hasta este lunes el sindicato, la empresa y el MTSS estaban trabajado en dos grupos para cerrar el acuerdo, uno bipartito entre la empresa y los trabajadores, para terminar de cerrar los números de la rebaja salarial, y el otro con el ministerio para la redacción final del convenio, “que va a tener como hilo conductor el convenio anterior”, especificó Abergo.