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Concentración con motivo del acto del Día Internacional de los Trabajadores, en las proximidades del Palacio Legislativo, el 1º de mayo de 1984.

Foto: Camaratres, CdF

A 40 años del 1º de mayo de 1984: “No podemos volver a los tiempos en que toda la participación del pueblo se reducía a escuchar promesas demagógicas y votar cada cinco años”

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La proclama del último Día de los Trabajadores en dictadura reclamó por libertad, trabajo, salario y amnistía, pero también planteó un cambio en “las viejas estructuras del aparato democrático”, vigentes hasta 1973, por “estar agotadas”

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“Obreros y estudiantes unidos y adelante”, decía la enorme pancarta desplegada desde el público hacia el estrado de aquel acto del 1º de mayo de 1984, el último todavía en dictadura, y “a 98 años de la trágica jornada de Chicago”. A 40 años de ese acto multitudinario, vale repasar los reclamos del movimiento sindical que “es uno solo e indivisible llámese PIT [Plenario Intersindical de Trabajadores] o CNT [Convención Nacional de Trabajadores]”.1

Libertad, trabajo, salario y amnistía (para los presos políticos de la dictadura) fueron las principales reivindicaciones de aquel Día Internacional de los Trabajadores. 

“Hoy le hablamos al país, para decirle que los trabajadores queremos cambiarlo para mejorar las condiciones en que vive su inmensa mayoría. Decimos que aspiramos a construir un tiempo en que el trabajo sea un valor trascendente, en el que el salario de los obreros sea digno, en que la educación del pueblo y su nivel y calidad sea más importante que el pelo corto. Decimos que aspiramos a construir un tiempo de libertad, de respeto por las ideas, de convivencia democrática. Decimos que queremos hacer un Uruguay en que se proteja menos el mito de la seguridad nacional y más al trabajo y a la producción y a los trabajadores que generan esa riqueza”, expresaba la proclama.

Además, el mensaje del movimiento sindical hizo hincapié en “cuatro sectores de particular interés para la vida nacional y los trabajadores”: educación, vivienda, salud y “previsión social”.

En materia de educación la proclama señala la caída de la participación en el presupuesto nacional, que pasó en una década de 26% “a menos del 10%”. “En 1983, el gobierno en sus inversiones destinó un 6% al Conae [Consejo Nacional de Educación] mientras el área de seguridad (defensa e interior), detentaba el 25%”, precisa el texto.

“Este modelo educativo exige desde ya medidas que lo tornen viable en el futuro cercano. En momentos en que amplios sectores sociales conciertan soluciones para la crisis que en todos los aspectos afectan al país, los trabajadores planteamos que los objetivos generales de la educación de nuestro pueblo deben ser fijados por las organizaciones de trabajadores y estudiantes y por los representantes del pueblo; que en la planificación técnica de esos objetivos deben tener un papel protagónico los educadores y que en su implementación no se puede prescindir de la activa participación del estudiantado, de los padres, de los docentes y de la comunidad toda a fin de transformar cada institución educativa en un centro de cultura popular”.

Sobre la seguridad social, la proclama expresa que los Actos Institucionales 9 y 13, creados por la dictadura, establecieron “eliminación de causales jubilatorias”, prolongación “de la edad de retiro”, rebaja “del básico jubilatorio, que perjudica especialmente a 400.000 pasivos”, y “revaluaciones periódicas que no están ajustadas al promedio de salarios”. “Los efectos negativos de los actos institucionales afectaron también a las cajas Bancaria, Notarial y Universitaria, a las cuales se les quitó la dirección honoraria de sus afiliados, para nombrar directores rentados designados por el Poder Ejecutivo”, agrega.

La visión política

Pero, además de los reclamos económicos, el movimiento sindical hacía una particular lectura de la coyuntura, que lo llevaba a proponer un cambio profundo en las estructuras políticas. “Las viejas estructuras del aparato democrático, vigentes en nuestro país hasta 1973, demostraron estar agotadas. Fue desde dentro de ellas que se gestó el proceso totalitario y se instrumentaron políticas antiobreras y antipopulares. El Uruguay de 1984 está ante una encrucijada. La derrota del autoritarismo sigue siendo el desafío principal hoy, pero también desde ahora se está forjando el carácter de la salida política, se van definiendo los rumbos, los cimientos sobre los que se reconstruirá nuestro país. En esto la clase obrera y todo el pueblo debemos ser muy claros: no podemos volver al Uruguay de antes. No podemos volver a los tiempos en que toda la participación del pueblo se reducía a escuchar promesas demagógicas y votar cada cinco años”.

Y más adelante, el mensaje destaca que el movimiento sindical “no ha tenido posibilidades, por el cercenamiento constante de sus libertades y derechos, de discutir con la amplitud, profundidad y rigor necesarios todo lo que es un gran programa de los trabajadores”, pero en ese 1º de mayo se marcaron “las ideas básicas, los principios rectores de este programa. Un programa que se propone alcanzar los caminos de la liberación” para el pueblo.

El programa

» Nacionalización de la banca: “La banca debe estar al servicio del país y no el país al servicio de la banca. Los trabajadores entendemos que, en esta etapa, la banca debe ser nacionalizada, con trascendente participación de los trabajadores y otras fuerzas sociales en su dirección y contralor, siendo esta medida imprescindible para el logro de una economía nacional planificada por el conjunto de las fuerzas democráticas”.

» El agro y su producción: “Tanto los problemas productivos –y su incidencia a nivel industrial y de la alimentación– como los problemas de grave despoblamiento rural es impensable que sean resueltos sin encarar una profunda reforma agraria”.

» Reforma industrial: “En primer lugar es imprescindible que el Estado garantice una política crediticia, fiscal y arancelaria, capaz de favorecer el aumento de la producción, del empleo y del uso de la capacidad ya instalada y la efectiva protección de la industria nacional. Pero además es imprescindible enfrentar con decisión el grave problema de la monopolización privada de los sectores industriales claves, fenómeno que se arrastra desde hace muchas décadas, con los resultados conocidos”.

» Otras reformas básicas: “Reforma del comercio exterior y de toda la política tributaria”.

» Plan Nacional de Emergencia con las siguientes medidas: “Inmediato ajuste de salarios y pasividades que suponga un proceso de recuperación del poder de compra perdido”, “intervención del Estado en la fijación  de algunos precios” de la canasta básica y los relacionados con “un proceso de reactivación (bienes de capital, combustibles, materias primas básicas)”, y “recomposición de los gastos e ingresos del Estado incrementando aquellos gastos que puedan generar inmediata fuente de trabajo o de salarios y pasividades”.

La proclama finaliza con planteos referidos a la salida de la dictadura con el reclamo de “libertades”, amnistía para los presos políticos, “libre retorno” para todos los exiliados, “aparición con vida” de los desaparecidos y restitución de todos los destituidos públicos y privados. “Los trabajadores afirmamos hoy que únicamente dentro del esquema de una sociedad democrática y participativa, en la cual el protagonismo popular alcance niveles decisivos, será posible el desmantelamiento del aparato autoritario y la reconstrucción nacional”, concluye.

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