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Ministro de Industria, Energía y Minería, Roberto Kreimerman.

Foto: Victoria Rodríguez

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Integración regional es un proceso económico pero cuenta con “voluntad política”

En momentos en que se aprecian ligeros cambios en la política exterior de Uruguay, que parece focalizarse en la región, desde el gobierno se asegura que la integración es parte de un proceso económico en que el propio mercado conduce a la asociatividad entre países, pero que, además, “existe la voluntad política” de hacerlo. El coordinador argentino del Grupo Integración Productiva del Mercosur, Hugo Varsky, subrayó la importancia que ello implica para el desarrollo productivo de las pequeñas y medianas empresas (pymes), y elogió el “liderazgo” regional en la materia del ministro uruguayo de Industria, Roberto Kreimerman.

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La semana pasada, Kreimerman valoró que la economía vehiculiza el proceso de integración regional pero que también hay una “intención política” de que se produzca.

Detalló que “la tecnología permite la fragmentación de los procesos productivos [...] y la clusterización, la aglomeración de los procesos donde son más eficientes, donde tienen mejores locaciones”. A raíz de “este doble proceso”, el mercado, por sí mismo, conducirá “a cierto grado de integración productiva entre países, porque lo van a ir haciendo las grandes empresas”. Más allá de esta tendencia, el ministro fundamentó que existe “la voluntad política” de concretar esa meta. “Hay una clara intención de dar mayores posibilidades a las pequeñas y medianas industrias”, enfatizó entonces. “La integración es económica, productiva, social, cultural, pero tiene un fuerte apoyo de las políticas públicas para dirigirnos hacia el lugar que queremos”, indicó Kreimerman.

En esa línea, Varsky, a cargo de la presidencia pro témpore del Grupo de Integración Productiva del Mercosur, explicó en conversación con la diaria que “la crisis internacional definitivamente evidenció que ningún país, grande, pequeño o mediano, puede solo”, y que “tampoco está en discusión la necesidad de integrarse, particularmente con los vecinos”. Dijo que el debate necesario radica en “la definición del modelo con el que vamos a integrarnos”, y que la respuesta está en “cómo se aborden las tres grandes asimetrías que tenemos; con el resto del mundo, entre los socios y al interior de nuestros países”. Así, según “cómo abordemos estas asimetrías será el modelo del Mercosur que tengamos, por eso se llega desde lo económico y desde lo político: si no hay medidas políticas que lleven a hacerles frente a esas tres asimetrías, no es el mercado el que las va a definir”, aseguró. En ese sentido, “no tener la voluntad política es como volver a los años 90 y pensar que el mercado va a resolver todo, cuando sabemos que no es así”.

El funcionario argentino dijo que el proceso de integración supone “una lucha de intereses permanente”. “No es un proceso ordenado, pacífico y en curva perfecta, porque hay distintos intereses y miradas, no sólo entre países sino entre sectores dentro de los países, de manera que siempre es un proceso con subidas y bajadas”, graficó. Resaltó que actualmente se están dando “pasos muy significativos” hacia la integración productiva, particularmente para el desarrollo de las pymes, que tienen mayores dificultades para asociarse con pares de otros países.

Agenda nueva

Consultado sobre cuál es “la nueva agenda” del bloque, Varsky aclaró que “hay una gran diversidad de temas”, pero los resumió en la necesidad de “agregarle valor” a la producción. “Vivimos en una zona que tiene todo lo que el planeta necesita, pero lo que está en discusión es quién le agrega valor. Para hacerlo necesitamos que nuestro aparato productivo esté en condiciones”, ilustró. Detalló que “99% de las empresas del Mercosur son micro, pequeñas y medianas, de modo que si este sector no recibe el apoyo necesario no vamos a tener a nuestro aparato productivo agregando valor”. Ejemplificó con información de la Cepal, según la cual el apoyo del Mercosur a esas empresas apenas alcanza al 0,02% del PIB del bloque. “Si ése es todo el apoyo, obviamente estamos lejos de las condiciones para agregar valor a nuestras ventajas comparativas”, razonó. La solución pasa por “la asociatividad, la complementación de cadenas de valor, de proveedores, para ver cómo sumando estas capacidades podemos tener una masa crítica que nos permita afrontar esas asimetrías”. Se trata de un proceso “muy dinámico”, que requiere de “la mayor cantidad de información posible”, lo que “está muy disperso”.

Con el apoyo de la Agencia Española para la Cooperación Internacional, en breve estará operativo un portal web (dirigido por Paraguay) con tres grandes bases de datos: la primera, con el conjunto de instituciones del Mercosur que apoyan la internacionalización de las pymes (a cargo de Brasil); la segunda, con las ubicaciones de los clústers productivos del Mercosur (organizada por Uruguay); y la tercera, con la normativa que regula la actividad de las empresas (a cargo de Argentina).

Señaló la necesidad de que las pymes “tengan una pista de aterrizaje” para los procesos asociativos, para lo cual se trabaja en la creación de un “Centro de Asociatividad Empresarial” que tendrá “filiales antena” en municipios, cámaras empresariales e instituciones de apoyo al sector. “No hay un conocimiento específico entre los empresarios de cómo se generan los procesos de asociatividad. El desafío del aprendizaje es enorme y eso no puede estar centralizado: tiene que estar sumamente descentralizado”, aseguró. Varsky destacó que “Kreimerman está jugando un papel de liderazgo a nivel de integración regional” y es “un referente indiscutido para este proceso”.

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