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Foto: Victoria Rodríguez

Derechos que no caducan

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Atención al maltrato en el adulto mayor.

Abuso económico, abandono afectivo, descuido, negligencia, maltrato psicológico y físico son algunas de las formas más comunes de abuso en la vejez. En Montevideo existen dos centros dedicados a esta problemática. Uno de ellos funciona desde 2006 y surge como iniciativa del Centro Interinstitucional de Colaboración con el Adulto Mayor (CICAM), asociación civil que desde 1991 trabaja por los derechos de los adultos mayores. A su vez, en la asociación civil Centro de Atención a Adultos Mayores (CAAM) comenzó a funcionar hace apenas dos meses el Centro de Atención a Personas Mayores con Derechos Vulnerados.

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Sin cifras oficiales

En nuestro país no hay estadísticas sobre el maltrato en la vejez. El único trabajo sobre el tema fue realizado por la Sociedad Uruguaya de Gerontología y Geriatría (SUGG), entre 2005 y 2006. Las conclusiones se basan en 212 casos, tomados de denuncias de abuso o maltrato hechas en el Programa Adulto Mayor del Ministerio del Interior, y de historias clínicas del Hospital Maciel y el Policial. De esos datos parciales surge como primera forma de maltrato el abandono familiar, le siguen el abuso económico, la violencia psicológica, la negligencia y el maltrato físico, entre otros. Se señala, también, que a partir de los 70 años se incrementa el maltrato. Ariel Vázquez, trabajador social que participó en la investigación, contó a la diaria que el trabajo es modesto y se realizó de forma voluntaria. Lo que marca es una tendencia basada en una muestra muy chica de personas, por lo que no toma en cuenta, por ejemplo, otros casos, como aquellos que tienen deterioro cognitivo o los que sufren el maltrato institucional (en casas de salud). Entre las dificultades para realizar la investigación, el informe incluye el gran silencio y ocultamiento del tema, la ausencia de sistematización de registros dentro de las instituciones públicas y privadas, la falta de estructuras sociales de soporte y apoyo a esta situación, la falta de tipificación del maltrato del adulto mayor y el desconocimiento del adulto mayor de sus propios derechos.

“La característica de nuestro consultorio es que no hay que ser socio de CICAM, cualquier persona mayor de 55 años llama, solicita una entrevista y le damos una hora. Atendemos los lunes de mañana, de 9.00 a 11.30. Es totalmente gratuito. El trabajo se caracteriza por ser una escucha en conjunto, con las tres profesionales [psicóloga, abogada y asistente social] que integramos el equipo”. Así lo explicó a la diaria la psicóloga Dinorah Beitler, parte del equipo del consultorio jurídico psicológico de CICAM. Consultada sobre los casos más frecuentes, Beitler señaló que “el abuso económico está presente en todas las consultas y en general los responsables son los familiares más directos”. Las formas de este tipo de abuso son variadas: desde el pedido de un préstamo que luego no se paga y termina endeudando al adulto mayor hasta la apropiación de sus bienes. “Otras veces vemos que hubo que operar al anciano y si la rehabilitación lleva un tiempo y la familia no lo puede atender, entonces le dicen que por un mes lo van a internar para que esté bien atendido, pero ese mes se extiende a años durante los cuales muchas veces ni siquiera es visitado”. En esos casos, generalmente, la familia cobra la pensión del anciano y le utiliza la casa o los bienes que esa persona tenía.

Según expresó Beitler, “no depende de que el anciano viva o no con la familia, el abuso se da en todos los casos, no se puede separar por clases sociales ni por nivel económico o género”. Además del abuso económico y el abandono familiar, otro tipo de maltrato que ocurre con frecuencia es el psicológico o emocional, en general a través del destrato de palabra y, en menor medida, el maltrato físico. Sin embargo, este último, si sucede, es ocultado por temor o vergüenza.

El equipo de trabajo analiza cada caso y trata de buscar alguna solución: “No hay soluciones mágicas. Estamos en contacto y nos importan las otras instituciones gubernamentales y no gubernamentales, porque es con quienes trabajamos”, explicó Beitler. En este sentido, Ofelia Falcone, coordinadora del consultorio, remarcó la necesidad de trabajar interinstitucionalmente, de modo que cuando hay que derivar a una persona, ésta encuentre un referente en la institución a la que va. Por otro lado, CICAM, al igual que CAAM, pertenecen a la Red de Instituciones Nacionales de Trabajo con el Adulto Mayor, coordinada por el Ministerio de Desarrollo Social (Mides), y trabajan también en redes zonales.

Antes de tomar medidas drásticas, como efectuar una denuncia, se intenta establecer contacto con la familia del adulto mayor y buscar una solución. “Lo que más nos importa es la calidad de vida de la persona, por eso tendemos a buscar la solución que sea mejor para ella, se conversa y se ve cuáles son las opciones. Si se trata de un problema familiar, tratamos de dialogar con la familia y trabajar eso en conjunto. Hemos llegado a acuerdos muy positivos”, señaló Beitler.

En general, las mujeres son las que más se animan a acercarse. Los hombres sufren también el maltrato pero, según contó la psicóloga, les cuesta mucho más reconocerlo y denunciarlo. Las personas que se acercan al consultorio llegan “agobiadas emocionalmente, muy angustiadas, sintiendo que todos los caminos se han cerrado”. Es por eso que una de las funciones del equipo es darle una esperanza, que sepa que no está solo. Se hace, también, un seguimiento para corroborar que la persona haya dado los pasos que se le indicaron para solucionar su situación.

Consultadas sobre los factores que inciden o favorecen el maltrato, señalaron que éstos son múltiples pero destacaron la sobrecarga del cuidador -para los casos en que la persona necesite cuidados-, el estrés y la vida cotidiana, y en algunos casos el consumo de alcohol y drogas.

Sobre cómo ven el tema del maltrato en la vejez en nuestro país, Beitler expresó que “las consultas crecen y crece la violencia”. Falcone comentó que “cuanto más se haga visible el tema, los responsables tendrán que empezar a ponerse el sayo, y el sayo por lo general le corresponde a la familia. Las organizaciones no son responsables, éstas te dan las herramientas, pero quien tiene que transmitir valores es la familia”.

Se trata, sobre todo, de un cambio de mentalidad. “Antes el adulto mayor ocupaba un lugar de privilegio, y eso se fue trastocando, en muchas familias el anciano es una cosa molesta, no es incluido en planes, paseos y proyectos. Pero todos vamos a llegar a eso, entonces tiene que haber un cambio, tenemos que recuperar valores, el respeto, la dignidad”, opinó Beitler.

Para CICAM, así como para otras instituciones vinculadas al tema, uno de los grandes objetivos es la concreción del Instituto Nacional del Adulto Mayor (INAM) ya que, según expresó Falcone, “sería muy importante tener un servicio nacional que responda a todas estas necesidades”. Cabe recordar que la creación del INAM, en la órbita del Mides, está prevista en la ley 18.617, aprobada el año pasado. De acuerdo con la norma, y entre muchos otros cometidos que tienden a la promoción integral del adulto mayor, el instituto deberá promover la capacitación en prevención de la violencia hacia el adulto mayor, haciendo conocer sus derechos legales.

Falencia estatal

En CAAM, desde el 1º de julio de este año, funciona el Centro de Atención a Personas Mayores con Derechos Vulnerados. El equipo de trabajo, SOS Vejez, está formado por un médico general, geriatra, psicólogo, asistente social y abogado. Un grupo de voluntarias de CAAM es el nexo entre los adultos mayores que se acercan a consultar y el equipo multidisciplinario. Los profesionales concurren al centro los días jueves y allí se decide a quién corresponde el caso.

Graciela Bruno, integrante de CAAM desde 1993, contó a la diaria que “algunos llaman primero, otros van directamente, y nos ha sorprendido que cuando vamos a abrir los jueves muchas veces ya hay gente esperando. Hemos tenido la satisfacción de que, si bien a veces no queda resuelto el problema, podemos sacar a la persona de la situación crítica”.

“Lamentablemente, los familiares más directos son los que más perjudican al adulto mayor y los que más lo maltratan, ya sea sacándole el dinero, dejándolo en estado de soledad o recargándolo con trabajo”, expresó Bruno. En la gran mayoría de los casos, el equipo se encuentra con la resistencia de la familia, que suele negar la situación de maltrato. Por otro lado, el adulto mayor muchas veces se niega a decir nombre y apellido del que lo está maltratando, ya sea por temor o porque se trata de un ser querido.

El maltrato ocurre en todas las clases sociales pero, según opinó Bruno, “cuando la clase social es más alta está más disimulado, se percibe menos, y lo que más se da es el abuso económico. El padre le da por comodidad un poder al hijo y cuando quiere ver no le queda ninguno de los bienes que tenía. A veces la parte de confort está cubierta pero la persona está sola, aislada, no está integrada a la familia. En estos casos quien lo sufre siente más vergüenza, le cuesta más contar su situación que a las personas de clases más bajas”.

El centro se abrió “para cubrir una falencia estatal, porque siempre pensamos que si cada institución junto con el Estado mancomunara sus esfuerzos, sería mucho más fácil para todos”, manifestó Bruno. Además de ser una responsabilidad estatal, es necesario mantener una línea de acción a largo plazo, “porque no es algo que se pueda solucionar en cinco años”, puntualizó. Al igual que los miembros de CICAM, Bruno se refirió a la esperanza que representa la creación del INAM: “Todos estamos luchando para que salga, porque así vamos a tener un referente, algo que regule, porque hoy en día no hay nada”, expresó.

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