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Planta industrial de Gepax SA.

Foto: Pablo Nogueira

Bolsita de los recuerdos

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Cerca de 300 familias esperan reapertura de fábrica.

Sobre el kilómetro 15,500 de la ruta 8 se ubica la fábrica de plásticos Gepax. A lo largo de la extensa cerca del frente, varios carteles pintados por los trabajadores alertan sobre el envío al seguro de paro de toda la plantilla y rechazan su cierre en un “país productivo”. En otro extremo del predio, un cartel de una empresa rematadora anuncia la “importante subasta del gran local industrial”. Adentro, los trabajadores en asamblea permanente vigilan el lugar y solicitan la intervención del Estado.

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Gepax abrió 1964; su sede inicial era en el barrio la Aguada de Montevideo. A fines de la década de 1990 se trasladó al ex recinto de la fábrica General Electric, sobre la ruta 8, próximo a Punta de Rieles. Además de las oficinas de administración hay tres grandes bloques: la planta más grande, que llegó a elaborar 1.100 toneladas mensuales de bolsas (lisas, impresas, de colores, de residuos, para lana, entre otras), otra más pequeña para envases rígidos (botellas, bidones, potes, tapas) y termoformado (vasos, potes, pajitas) y un galpón de acopio de los productos listos para entregar.

Los trabajadores afirman que la época de expansión, durante la cual la firma adquirió tecnología de última generación, terminó con la crisis de 2002, año en el que 100 de sus 500 operarios fueron enviados a seguro de paro y no se los volvió a contratar. Pero lo peor empezó en 2005. Pablo Gómez. Juan López, Claudio Parra y Adrián Méndez, integrantes del sindicato de Gepax, afiliado a la Unión Nacional de Trabajadores del Metal y Ramas Afines (UNTMRA), dijeron a la diaria que la empresa debe diez millones de dólares y que el 60% o 70% de ese monto corresponde al Estado. Aseguraron que el Banco República "lo tiene en la categoría cinco de deudor" y que el déficit se debe a "la mala gestión de administraciones anteriores y porque hubo un cambio en la política del Estado: a esta empresa se le daba crédito sin discriminación y cuando tuvo que ponerse al día empezó a hacerlo, pero el impacto fue muy grande".

Por otra parte, en setiembre de 2005 se formó el sindicato; los delegados indicaron que hasta esa fecha los fines de semana trabajaban "en negro" y que cuando asumió el Frente Amplio el gobierno nacional se terminó "la simpleza del beneficio que le brindaba al trabajador".

Más que números

Gepax tiene a 300 personas en planilla, pero desde hace 14 días sólo funciona la administración. “Hasta el 28 de junio éramos 160 trabajadores y 100 y algo en seguro de paro, pero el 28 de junio la empresa nos comunica que tiene que enviar a toda la plantilla al seguro de paro porque no tiene plata para la materia prima y no puede sostener el proceso de la planta”, relataron los entrevistados.

Comentaron que los envíos a seguro de paro se arrastran desde 2008-2009, cuando más de 200 trabajadores fueron cesados. “De ahí en más hemos hecho un camino de prórrogas y rotación de seguro de paro para sostener la planta, que nunca volvió a funcionar igual. El año pasado [julio de 2010] la empresa planteó el cierre enviando a todos al seguro de paro, y después de 14 días de negociación con los empresarios y a través del Ministerio de Trabajo se logró reabrir la planta más chica y entraron 80 o 90 trabajadores”. Luego se llegó a incorporar a 160.

A partir de ahí no volvió a abrirse la planta más grande, que producía más de una tonelada mensual de bolsas. Los afectados indicaron que ninguna empresa uruguaya tiene la capacidad de fabricar un volumen tan grande de bolsas tipo camiseta (las blancas comunes) como Gepax y que los hechos lo demuestran, porque “las bolsas que se producían no las sustituyó ninguna otra fábrica nacional” sino la importación.

Los empleados destacaron que desde hace un año controlan el proceso productivo: “La empresa se dedica a administrar, tiene una incidencia de 20% en el proceso productivo, pero el trabajador es el que marca el ritmo”. Comentaron que antes había un encargado cada cinco empleados, lo que implicaba importantes sumas en sueldos, y que desde mediados de 2010 “no tenemos más encargados, sólo hay coordinadores”.

Por otra parte, remarcaron su compromiso reflejado en el aumento de la producción durante este último año: el promedio de envases fabricados por mes rondaba las 35-40 toneladas y llegaron a 67 toneladas; dijeron que lo lograron reparando maquinaria y bajando el índice de materia prima excedente. Resaltaron también que fueron la primera fábrica de sistema continuo donde se aplicó las seis horas: en 2009 redujeron la jornada laboral de ocho a seis horas para así crear cuatro turnos: “perdimos el 25% de nuestro salario para que más compañeros trabajen”, destacaron.

El sindicato pide la intervención estatal; solicita inversión y contralor de la gestión. “300 familias estamos en la vuelta ante un proyecto que es viable, que está técnicamente probado por el Ministerio de Industria. Falta la decisión política, que se le inyecte inversión del dinero y que haya un contralor del gobieno para que no pase lo mismo que hace años, cuando nadie controlaba cómo se pagaba y a quién”, remarcaron.

Consultado al respecto, Sebastián Torres, director de Industria del ministerio respectivo, explicó a la diaria que su cartera, la de Trabajo y el Banco República estudian estos planteos: “Estamos evaluando una posible solución que todavía no está confirmada”, dijo, y aportó que se reunieron la semana pasada y que tomarían una decisión en menos de un mes. La maquinaria de Gepax está embargada por el Banco República; a partir de gestiones con los ministerios de Industria y de Trabajo se logró posponer el remate, que estaba fijado para el 16 de junio. Pero los proveedores pueden recurrir a la vía judicial. El apuro máximo de los trabajadores es en función de los clientes de envases. Dijeron que éstos pueden esperarlos cerca de un mes y que hasta ayer ya habían transcurrido 13 días.

Por otra parte, propusieron al Ministerio de Trabajo la creación de una ley de seguro de desempleo especial, como tienen los frigoríficos y tiene Metzen y Sena para toda la plantilla. Hay 150 personas a las que el seguro se les termina en julio. Ayer a primeras horas de la tarde, los trabajadores terminaban de almorzar en el comedor de la última planta que sigue operando; las mujeres rodeaban los fogones y algunos niños comían en largas mesas, mientras un canal de televisión emitía su informativo. Contaron que son alrededor de 30 los que concurren a la fábrica en cuatro turnos como si estuvieran trabajando, para constituir la asamblea permanente. “Estamos acá para que no se lleven nada”, dijo uno de los entrevistados; “vigilancia obrera se llama”, dijo otro. No es ocupación, los dueños y administrativos entran y salen, pero los trabajadores están alerta: “Hay mucha maquinaria que es fácil de llevar, lo medular de la máquina es el molde, pesa 300 kilos y lo llevás en la camioneta”.

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