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Martín Oliva, interno del INAU, en la fábrica de viviendas prefabricadas UMISSA

Foto: Javier Calvelo

Cambio de hábito

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Programa de Apoyo al Egreso de INAU apunta a la inserción laboral y educativa de los adolescentes en conflicto con la ley.

La iniciativa, que funciona desde hace menos de un año, apunta a generar planes individuales con todos los jóvenes y adolescentes que están cumpliendo penas bajo la supervisión del Instituto del Niño y Adolescente del Uruguay (INAU). Actualmente, hay 12 chicos trabajando en la fábrica metalúrgica UMISSA y se prevé la inserción de algunos más en distintas empresas públicas y privadas.

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Editar

la diaria recorrió las instalaciones de la fábrica UMISSA, que produce unas 60 casas prefabricadas por día y mediante un convenio con la Unión Nacional de Trabajadores del Metal y Ramas Afines (UNTMRA), le da trabajo a 12 jóvenes y adolescentes que se encuentran cumpliendo medidas en el INAU por haber incurrido en delitos. Algunos de ellos, mientras esperaban que la camioneta los pasara a buscar, destacaron el hecho de que en ningún momento son escoltados por guardias y que si quisieran podrían fugarse, pero no lo hacen porque quieren “aprovechar la oportunidad”. Además, y con cierto orgullo del proceso que les tocó vivir, comentaron que “tampoco es que viene cualquiera, no van a traer a uno que vaya a pudrir todo”.

Martín, que trabaja en el lugar desde hace nueve meses, contó que apenas entró sintió que estaba frente a “un mundo nuevo” y, a pesar de que nunca estuvo con medidas de privación de libertad, pensó que al principio los trabajadores lo iban a mirar mal por venir del INAU. Sin embargo, entiende que eso nunca pasó porque lo recibieron muy bien y al día de hoy considera a sus compañeros de trabajo como hermanos. Martín comentó que ahora puede conseguir las cosas más fácilmente que cuando salía a delinquir y tiene el proyecto de mudarse con su novia y construir un nuevo hogar. “Cuando me junté con ella me cambió la vida, hace ocho meses que dejé de consumir droga y fue por ella”, dijo.

En la cancha

Carlos Rivero, integrante del equipo técnico del programa Egreso, dijo a la diaria que Martín -así como la gran mayoría de los jóvenes que ingresan a trabajar- no tenía idea de lo que eran los derechos laborales y, sin embargo, hoy es parte del sindicato de la fábrica. Según comentó la directora del programa, Alicia Bello, el PIT-CNT fue fundamental a la hora de pensar estas experiencias y fue quien se encargó de hacer muchos de los contactos. Al respecto, el dirigente de la central obrera Marcelo Abdala sostuvo que el convenio inicial fue de la UNTMRA con el INAU y luego se generalizó a toda la central y específicamente al Sindicato Único Nacional de la Construcción y Anexos (Sunca). Abdala comentó que en el PIT-CNT están convencidos de que “no se sale de estas situaciones con más represión”. Además, dijo que “hay evidencia empírica de que con la baja de la edad de imputabilidad no se resuelve nada y que hay que generar mecanismos de inclusión e igualdad. Dar oportunidad en entornos solidarios es la salida, en este caso, mediante la acción colectiva de los trabajadores”. El dirigente sindical destacó el importante apoyo de “empresarios de buena voluntad”.

El dueño de UMISSA resaltó el buen clima que se vive en la fábrica y la oportunidad que la experiencia significa para los jóvenes. Asimismo, entiende que la inserción se dio con total normalidad pese a la incertidumbre que plantearon algunos trabajadores antes del inicio de la experiencia, sobre todo en cuanto a compartir espacios como el vestuario, en el que los empleados guardan sus pertenencias. El empresario planteó que bastó con que llegaran los primeros adolescentes para que se rompiera con ese prejuicio y se lograra una inserción real. Algunos encargados del personal del turno de la tarde remarcaron las ganas y la responsabilidad de la mayoría y comentaron que hubo problemas de faltas reiteradas solamente en un par de casos. Los coordinadores del programa comentaron que hay que abordar aspectos cotidianos del trabajo antes y durante la experiencia. Bello puso el ejemplo de un joven que se enfermó y no sabía que tenía que avisar sobre su ausencia.

Con forma

Bello explicó que el Programa de Apoyo al Egreso está en plena construcción debido a que comenzó a implementarse desde hace menos de un año y apunta a todos los jóvenes privados de libertad, con semilibertad y con medidas alternativas. La directora hizo especial hincapié en el proceso de acompañamiento, que se realiza en conjunto con el comité de base del sindicato en la planta.

En base al éxito de la experiencia de UMISSA se está trabajando para que 20 jóvenes más puedan vivir una experiencia similar en ANCAP, al igual que cinco en Antel, 20 en Hípica Rioplatense y otros -con cupos a definir- en la empresa Bimbo. En el marco del convenio con el PIT-CNT, todos los sindicatos de las mencionadas empresas serán actores de relevancia en el proceso. Bello destacó especialmente el acuerdo logrado con el Sunca, por el cual cinco adolescentes ingresarán a trabajar pero también lo harán tres madres, debido a que el programa busca efectuar un abordaje integral de las experiencias. Además, se trabaja con las familias para el momento del egreso y para que el barrio también esté preparado. El acompañamiento, que antes se realizaba a través de ONG, ahora está a cargo de INAU con la colaboración del Plan Juntos, el Ministerio de Desarrollo Social, la Administración de Servicios de Salud del Estado y diversas dependencias estatales.

Otro de los aspectos evaluados por la directora es que los contratos laborales no tienen término establecido y detalló que se están esforzando para que quienes ingresan al mercado “lo hagan con los mismos derechos y deberes que el resto de los trabajadores”. Al mismo tiempo, a lo que dedican especial atención es la inserción en los lugares de trabajo; para eso se realizan asambleas previas entre los trabajadores y el equipo técnico del programa. En esas instancias se habla de los miedos que puedan tener los trabajadores. “Sobre este tema no somos ajenos a lo que generan los medios de comunicación en torno a los llamados ‘menores infractores’. Eso también lo abordamos con los chiquilines porque la mochila con la que tienen que cargar es enorme y si falta algo sabemos que los primeros acusados van a ser ellos. Lo han llevado bastante bien; algunos señalaron que al principio se sentían observados, pero luego se han dado experiencias maravillosas”, comentó.

De acuerdo a lo que dijo Bello, lo más complicado para los jóvenes suele ser la reinserción en sus barrios, en los que muchas veces está instalada la cultura de “si robás está todo bien y si trabajás sos un gil”. Lo que hace el equipo técnico es acompañar ese proceso, y junto con los trabajadores “mostrarles que hay otro mundo del cual ellos también son parte”. “Los gurises con los que trabajamos son muy marginados y tienen problemas que van desde sacar hora para el médico hasta leer un cartel, y hay que acompañarlos en cosas que pueden parecer obvias. Mucha gente piensa que roban para comprarse un par de championes, y en algunos casos es así, porque para ellos tener está vinculado con ser. En general, son jóvenes muy pobres que no tienen noción de las cosas a las que tienen acceso ni sobre sus derechos y deberes. Se sienten bastante marginados”, concluyó. El Programa de Apoyo al Egreso apunta a generar un plan individual con quienes están cumpliendo penas en el INAU, que hoy en día superan las 500 personas.

En cuanto al vínculo con el sistema educativo formal, la primera preocupación del programa es que los adolescentes terminen Primaria, aunque muchas veces lo hacen “sin [saber] leer ni sumar y restar, porque se olvidan”, opinó Bello. Otro convenio importante es uno que el INAU tiene con UTU, que pese a que fue firmado en 1999, no había sido aprovechado hasta el momento. En este sentido, se han elaborado cursos de oficios como albañilería y sanitaria, y se planea la realización de algunos otros. Rivero comentó que la continuidad educativa preocupa especialmente al equipo y, en ese sentido, se busca lograr una reinserción. Además, comentó que han gestionado que los diplomas que reciben los adolescentes tengan la firma de UTU y no de INAU, debido a que con esta última muchos jóvenes encuentran dificultades para conseguir trabajo por una evaluación social negativa, pese a que los cursos tienen los mismos contenidos.

Sube y baja

Acerca de la etiqueta generada por los medios de comunicación, la directora señaló que “pesa muchísimo” y “ha llevado a que mucha gente vea un adolescente con una gorrita e infiera que es un ‘menor infractor’. No desconocemos que los hechos son extremadamente violentos y que la población en general los mira de otra manera. Desde este programa nos consta que la salida está en dar las herramientas y oportunidades necesarias, porque ninguno de los chiquilines que tuvo la chance se ha mandado ninguna macana. Muchos de ellos son homicidas y hoy siguen trabajando, sin medidas y sin depender de nosotros”, sentenció. Bello estuvo de acuerdo en que aplicar las penas adultas a los adolescentes de 16 años empeoraría la seguridad pública. “Si eso llegara a pasar tendríamos más presos en las cárceles. Además, y en la jerga de los gurises, si tienen que hacer un robo medianamente grande lo tienen que hacer antes de los 18 y ante una baja en la edad de imputabilidad tendrían que hacerlo antes de los 16”, dijo.

Sobre este tema, Javier, que está trabajando en UMISSA desde hace algunas semanas, dijo que no está de acuerdo con la iniciativa y no entiende para qué crearon el Sistema de Responsabilidad Penal Adolescente; “es eso o la baja de la edad, pero no las dos cosas”. Por su parte, Martín indicó que la baja de la edad no le parece “ni bien ni mal”; de todas formas remarcó la necesidad de que los adolescentes recluidos tengan la posibilidad de darse cuenta de que lo que hicieron estuvo mal.

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