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El presidente José Mujica y el rector Rodrigo Arocena, ayer, en el Paraninfo de la Universidad de la República.

Foto: Pablo Nogueira

De primera y a la medida

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Afianzamiento de la investigación universitaria en problemáticas de inclusión social.

Con un siglo y medio de historia, la Universidad de la República (Udelar) tiene que explicar todavía por qué son necesarias la investigación y la innovación orientadas a la inclusión social. Se trata de un área un tanto resistida dentro del ámbito académico y también del político, porque lo interpela y acorrala -aunque a veces sin éxito- para que implemente soluciones identificadas como impostergables. Ayer se inauguraron las III Jornadas de Investigación e Innovación orientadas a la Inclusión Social y hubo coincidencia de autoridades gubernamentales e investigadores al subrayar la pertinencia de esa orientación.

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Editar

Rodrigo Arocena, rector de la Udelar, sostuvo que “Uruguay tiene y necesita tener cada vez más investigación nacional de calidad internacional con vocación social”, dijo que “ahí se juega la autonomía nacional” y que “los países que tienen investigación de tercera toman soluciones importadas, no pueden intervenir en el diálogo internacional de la cultura y de las ciencias, no pueden elegir sus mejores soluciones”.

El presidente, José Mujica, quien participó en la apertura junto con los ministros de Educación y Cultura; de Industria, Energía y Minería y de Desarrollo Social, agradeció a “los luchadores sociales del conocimiento” y mencionó algo que en esta línea de trabajo propone la Comisión Sectorial de Investigación Científica (CSIC) de la Udelar como crucial: la interacción con los destinatarios. “Lo que el hombre de la calle, que es mayoría, no termine incorporando, no tiene fuerza. Es fundamental hacerse entender y atender por los millones de anónimos que nos acompañan en la vida, porque sólo adquiere categoría de necesidad impostergable aquello que esa inmensa y anónima mayoría, por lo menos, acompaña”.

Creciendo

La CSIC comenzó esta línea de trabajo en 2003, cuando aprobó tres proyectos de investigación. “Tuvimos que pelear mucho” para mantenerla, dijo a la diaria Judith Sutz, coordinadora académica de la CSIC, puesto que no se entendía pertinente crear una línea específica de investigación que apuntara a la inclusión social. En 2008 se desarrolló la segunda edición, que incluyó 13 proyectos, y en 2010 la tercera, que también aprobó 13 propuestas, que aún están en ejecución. Ahora está abierta la convocatoria a la cuarta edición, cuyo plazo cierra el 14 de junio; Sutz adelantó que tienen un presupuesto mayor, que da para apoyar 18 proyectos. La coordinadora sostuvo que “no son proyectos de investigación de segunda ni de tercera categoría, son de súper primera, porque para trabajar los problemas de inclusión social la calidad de la investigación tiene que ser todavía más alta, porque los problemas son más complejos, entonces la calidad de la investigación tiene que ser mayor”.

Sutz resumió algunos de los proyectos apoyados. De la edición 2003 destacó el que estuvo a cargo de la economista Andrea Vigorito “sobre la situación nutricional de las bandejas alimenticias. Se hizo con ANEP [Administración Nacional de Educación Pública], después lo tomó Unicef” y terminó sirviendo de base para que el Ministerio de Desarrollo Social elaborara el Plan de Asistencia Nacional a la Emergencia Social.

Uno de los proyectos que destacó de la edición 2008 fue el del químico Álvaro Mombrú (recientemente nombrado director del Programa de Desarrollo de las Ciencias Básicas), “dirigido a obtener piel sintética de alta calidad y bajo costo”, dijo Sutz. Amplió que “la piel sintética se importa a 4.000 dólares los 20 centímetros cuadrados, es un requerimiento fundamental para tratar quemados que muchas veces son niños que vienen de asentamientos. El desarrollo de Mombrú fue clave para poder hacer una sustitución inclusiva de importaciones”.

La coordinadora académica reconoció que “como siempre un resultado universitario es un pedacito de la eventual solución” y que para eso se necesita el apoyo gubernamental, para extender e implementar esas soluciones.

Origen del problema

Las jornadas inauguradas ayer, que se extienden hasta hoy, incluyen talleres en tres áreas: salud, educación, que se dieron ayer, y nutrición, que se desarrollará hoy. La función de los talleres es que los investigadores se interioricen de las mejores maneras de presentar los proyectos, que articulen entre ellos y con representantes sociales que les presenten problemas.

Sutz comentó que la evaluación “es muy complicada” porque además de la investigación académica, el equipo de evaluación entrevista a los destinatarios -las personas afectadas por ese problema- y a integrantes de instituciones relacionadas con la temática para verificar “si realmente el problema que plantea el investigador es de alguien además de suyo”. Esa exigencia estaba presente ayer entre quienes participaron en los talleres de salud, en donde unos 45 investigadores discutían en tres subgrupos.

Los talleres además persiguen otra finalidad: identificar realmente cuáles son los problemas en los que hay que focalizar las investigaciones; para eso referentes de CSIC recorrieron el Hospital de Clínicas, por ejemplo, solicitando que participaran en los talleres para trasladar las problemáticas que allí se identifican.

En la presentación, Sutz afirmó que “lo más difícil sigue siendo la identificación de problemas”. En uno de los talleres de salud de la tarde algunos integrantes lamentaron que en las jornadas no participen los verdaderos afectados, y también hubo críticas a la capacidad de acumular de la Udelar, y al escaso aprovechamiento que se hace de investigaciones anteriores. “Parecería que siempre partimos de cero”, dijo una integrante. Otros comentaron que era un problema político, porque había, o no, voluntad política de investigar ciertos temas.

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