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Christian Techera, de River Plate, y Rodrigo Cabrera, de Juventud, ayer en el Parque Saroldi.

Foto: Javier Calvelo

San Lucas

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River Plate le ganó 3-2 a Juventud y sigue prendido.

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Otra vez se le desplomaba el alma al darsenero, que jugaba de local en el Saroldi. Un partido que ganaba 2-0 tranquilo se le había complicado: con dos golpes certeros, Juventud de Las Piedras, que iba al frente, le había abierto la cortina al partido. Los nervios crecían en el equipo darsenero, al que le volvía a costar ingresar al área rival y en cada centro inconcluso añoraba a Sebastián Taborda, que miraba el partido desde la tribuna.

Juventud estaba más firme y sereno en el campo de juego cuando faltaban ocho minutos para el final. Fue en el minuto 82 cuando Brian de Barros la tocó con la mano en la puerta del área y el árbitro Álvaro Pastorino sancionó un tiro libre que derivó en la expulsión del defensa pedrense por doble amarilla. La responsabilidad de la falta estaba en los pies del zurdo Lucas Olaza. Todas las miradas se dirigían a ese gurí -vicecampeón mundial sub 20 en Turquía- que en muy poco tiempo pasó a ser un futbolista vital para el juego del rojiblanco. Pero esa bocha no le pesó al pibe, que se partió la garganta luego de colgarla en el ángulo derecho de Góngora, que se sorprendió, ya que esperaba un remate al segundo palo: golazo.

El partido fue complicado para el conjunto de Guillermo Almada desde el arranque. Juventud, que estrenaba al floridense Jorge Giordano en el banco suplentes y planteaba un esquema ordenado que se cerraba y cortaba los circuitos ofensivos darseneros antes de que se activaran, con una buena actuación de los mediocampistas Emiliano Romero y Renzo Pozzi. El carrilero Alejandro Reyes era el que se destacaba en el ataque, con subidas interesantes.

River, que sólo había llegado con claridad en un tiro libre de Olaza que tapó Martín Góngora, mostraba un equipo inicial con varias caras nuevas adelante. Michael Santos acompañaba a Alexander Rosso, y en el lateral derecho arrancó jugando Claudio Herrera en lugar de Luis Torrecilla. Fue Martín Alaniz nuevamente -ya había convertido frente Wanderers- la fuente de gol de los locales: cuando faltaban cuatro minutos para el final de la primera parte, con un zurdazo dentro del área infló la red del arco de la calle 19 de Abril, donde generalmente no hay nadie pegado al alambrado.

En el complemento el darsenero arancó más cómodo frente a un Juventud que se tiraba arriba, y logró un tempranero segundo gol, nacido en los pies de Alexander Rosso, que trepó por la banda derecha y se la dio a Michael Santos para que, de primera, sacara un remate fuerte y certero que culminó en grito de gol.

Juventud no aflojó y tomó con mesura la ventaja de los darseneros en el marcador. Siguió insistiendo y con una pelota que le bajó José María Franco, el tacuarembonse Pozzi, en la línea del arco sobre el segundo palo, le ganó de mano y descontó para los de Las Pierdas. Juventud aumentaba su caudal ofensivo con el Cabeza Jonathan Charquero y Marco Antonio, que entraban para acompañar a Jonathan Blanes, el futbolista que empató el partido con un golazo de tiro libre que les borraba la sonrisa a esos niños que, aunque no miran el partido, siguen anímicamente el resultado. Lucas se la devolvió, junto a la esperanza de sus padres de campeonar, y dejó a su equipo segundo, cuando restan cinco fechas en las que se incluye el partidazo con Danubio.

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