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Liceo 26, Líber Falco, ocupado.

Foto: Pablo Vignali

Estudiantes han ocupado cerca de 20 centros de educación media

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Los estudiantes reclaman por equipos multidisciplinarios, obras y más funcionarios.

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En las últimas semanas, la coordinación de Gremios Estudiantiles de Secundaria y UTU resolvió hacer una ronda de ocupaciones en sus centros de estudio. Hasta ayer se encontraban ocupados por estudiantes nueve liceos simultáneamente, en lo que parece ser la demostración de organización gremial estudiantil de enseñanza media más grande y masiva de los últimos años. Fueron ocupados en total (algunos en conjunto con profesores) alrededor de 20 centros en todo el país: 15, 21, 26, 50, 63, 65, 68, Bauzá, Dámaso, Miranda, IBO, IAVA, Zorrilla y el Instituto Tecnológico Superior de UTU, de Montevideo, el liceo Solymar 1, 1 y 2 de Progreso, 2 de Pando, 2 de Tacuarembó, 2 de San Carlos, 2 de Melo, el liceo departamental de Florida y el liceo Ciudad Rodríguez. Apenas se desocupa un centro, otro toma su lugar. Fueron ocupados también el Instituto de Profesores Artigas (IPA), el Centro Regional de Profesores y los Institutos de Formación Docente de Salto, Paysandú, Canelones, Minas y Colonia, coordinados en la Federación de Estudiantes de Formación en Educación del Uruguay.

Las medidas de lucha que tomaron en conjunto los gremios estudiantiles se fundamentan en que se alcance el 6% del Producto Interno Bruto para la educación pública, más el 1% para investigación y desarrollo, para cambiar la calidad educativa. Más allá del reclamo general –tienen una plataforma común para todos los liceos y UTU–, sus reivindicaciones apuntan también a las dificultades que vive cada centro.

Las ocupaciones

Antes de las ocupaciones hubo decenas de asambleas por turnos. Sólo entre el IAVA y el liceo Solymar 1, 1.100 estudiantes participaron en las elecciones que definieron ocupar (en la mayoría de los casos fueron mediante voto secreto) y en las asambleas para discutir las medidas. La toma de los centros es de carácter activo. Se hacen talleres formativos e informativos, clases de consulta y debates. Una ocupante del liceo 63 aseguró que aunque no logren lo que se proponen “todo tuvo sentido”, ya que valora que “hubo un acercamiento entre gremio y estudiantado”. Otra estudiante mencionó que de no haber ocupado no habrían sido posibles ninguna de las instancias de formación que se estaban desarrollando en el centro.

En las ocupaciones no han tenido mayores problemas. Algunos estudiantes del liceo 15, de Carrasco, contaron que “políticos y gente adinerada” dicen cosas y hacen gestos ofensivos cuando pasan en sus autos frente al liceo. Su molestia en general es con el Consejo de Educación Secundaria, que hasta ayer no había respondido sus reclamos.

Los reclamos

Los reclamos particulares son muchos y variados. Una estudiante de 15 años del liceo Juan Zorrilla de San Martín, de Montevideo, que estuvo al frente de la ocupación de su centro durante diez días, relató que después de una situación de violencia entre estudiantes se dieron cuenta de que les faltaban muchas cosas. Aseguran que es notoria la falta de personal docente y no docente, así como de profesionales de salud mental capacitados para atender al conjunto de los jóvenes que asisten a la institución. El liceo Zorrilla mantiene desde hace décadas, además, fallas edilicias producto de sus casi 90 años en pie, filtraciones de agua y fugas de gas en los laboratorios. La misma estudiante dijo que tienen un solo auxiliar de limpieza para todo el liceo.

Una estudiante del liceo 26 –que recientemente conquistó el nombre de Líber Falco– contó que desde los techos gotea una especie de óxido de los antiguos laboratorios de química. “Tenemos baldes sosteniendo esas goteras por todos lados, y cada vez hay más baldes”, aseguró. Planteó que también reclaman “30 horas para un psicólogo que esté en el turno diurno, es decir, de mañana y de tarde. Del asistente social no marcamos horas para que el psicólogo decida cuando lo tenga que llamar o no. Se supone que hay psicólogos zonales que pasan por los liceos, pero nosotros, como estudiantes, decimos que eso es mentira”. Asegura que la última vez que una psicóloga asistió al liceo fue hace tres años, para hacer un taller de orientación vocacional. Comentaron que en 2017 a una chica la hostigaban por las redes sociales; necesitaba apoyo emocional y nadie se podía hacer cargo. “Hay muchos problemas que desconocemos de nuestros compañeros, porque no hay con quién hablar y nos ayude”, reclamó una estudiante. “Aparte, no creemos que estudiar sea venir a aprenderte unas cosas de memoria y después repetirlas. Creemos en una educación integral”, aseveró. También reclaman nuevas normas de vestimenta, ya que, según afirman, las actuales son de la dictadura.

En el liceo 68 dicen que durante el invierno pasan frío porque no hay cortinas, las ventanas no cierran bien y no hay calefacción. Los únicos lugares con calefacción son la adscripción y la dirección, que permanecen la mayor parte del tiempo cerrados. Tampoco tienen salón gremial, el cual reclaman. Dicen que en el patio el pasto no se corta y no se abre casi nunca.

El reclamo por equipos multidisciplinarios, particularmente integrados por psicólogos y asistentes sociales, es uno de los puntos de la plataforma reivindicativa de todos los liceos ocupados. En un país con una de las tasas de suicidio más altas de América Latina (en 2017 se quitaron la vida dos personas cada tres días), los estudiantes aseguran no estar dispuestos a “soportar no ver más un compañero porque se suicidó, y que a nadie parezca importarle demasiado cómo nos sentimos nosotros después, o las causas que los llevan a eso”.

Una estudiante del liceo 15 contó que cuatro alumnos se intentaron suicidar y que uno lo concretó, situación que también se vivió en el Dámaso. “Estas situaciones se repiten. Hay alumnos con situaciones familiares complicadas. Eso se ve reflejado en las aulas; nosotros lo hablamos con los docentes del núcleo y ellos muchas veces se hacen cargo, pero no es su trabajo y no les pagan ni siquiera esas horas”, argumentó la ocupante.

También dijo que los centros educativos son un escape de la realidad para muchos adolescentes. “El centro de enseñanza muchas veces es una huida de la realidad de la casa o del barrio, especialmente en las zonas carenciadas. El estar con gente de la edad, con profesores. Se dan problemas en las casas a los que no podemos hacer más la vista gorda: problemas de droga, prostitución, violencia de género y a menores; de padres con problemas de adicción o falta de padres, hay chicos que pasan mucho tiempo solos con los hermanos, y los hermanos están para otra. Sin una buena situación mental, psicológica, sentimental, no podés venir a estudiar; tampoco con hambre, sintiéndote mal, sintiéndote triste, angustiado, con mil problemas. Y está bueno que los que no lo sienten metan un poco la cabeza en lo que siente y vive otro”, reflexionó.

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