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Ricardo Perciballe (archivo, diciembre de 2018).

Foto: Andrés Cuenca

Nueve ex militantes de los GAU declaran este jueves ante la Justicia por la desaparición forzada, en 1977, del montonero Oscar de Gregorio

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El fiscal Perciballe retoma las investigaciones por delitos cometidos contra ciudadanos argentinos en Uruguay en el marco del Plan Cóndor.

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Oscar de Gregorio llegó al puerto de Colonia del Sacramento el miércoles 16 de noviembre de 1977, poco después del mediodía. Lo esperaba su esposa, Rosario Evangelina Quiroga, con quien cruzó miradas antes de empezar los trámites migratorios. No pudo terminarlos: fue detenido por funcionarios de Prefectura Naval, que lo trasladaron a Montevideo. Un mes después, y tras largas sesiones de interrogatorios y torturas, retornó a Argentina en un vuelo clandestino y rodeado de militares. Casi 43 años después, sigue desaparecido.

La causa que investiga el fiscal especializado en Derechos Humanos, Ricardo Perciballe, se originó con una denuncia que se presentó en el Juzgado Letrado de Primera Instancia de Colonia en abril de 2012, por los delitos cometidos contra De Gregorio y otros ciudadanos argentinos en territorio uruguayo, en el marco del Plan Cóndor. Entre los denunciantes está el ex diputado peronista entrerriano Jaime Dri, que cuando fue detenido por militares uruguayos se dirigía a la casa que tenía en Carrasco el pianista argentino Miguel Ángel Estrella.

Los posibles crímenes de lesa humanidad son desaparición forzada, sustracción y retención de menores, privación de libertad, tortura y asociación para delinquir. Los presuntos responsables que aparecen en la carátula, José Nino Gavazzo, que era jefe del Departamento III del Servicio de Información y Defensa (SID); Juan Carlos Larcebeau, ex capitán de la Armada uruguaya; y oficiales argentinos del centro clandestino que funcionó en el casino de oficiales de la Escuela Superior de Mecánica de la Armada (ESMA) desde 1976 hasta 1983.

Para este jueves fueron citados por la Fiscalía, en calidad de testigos, ocho ex militantes de los Grupos de Acción Unificadora (GAU): Jorge Solari, Miguel Kaplan, Jorge Seco, Eduardo Brenta, Óscar Boiani, Carlos Dosil, Beatriz Fynn, Juan Manuel Rodríguez y Daoiz Uriarte. La audiencia ante el juez letrado de Colonia de 4º Turno, Andrés Hernández Ferreiro, comienza a las 13.30 y será por videoconferencia desde la sede penal de Juan Carlos Gómez. Perciballe explicó a la diaria que tenía previsto concretarla hace algunos meses, pero se postergó por la pandemia; también dijo que es la única causa de la fiscalía especializada con sede en Colonia.

El fiscal comentó que la investigación de la desaparición forzada de De Gregorio apunta a establecer responsabilidades entre quienes estaban en 1977 al frente del cuerpo de Fusileros Navales (Fusna), pieza clave en la articulación con los represores argentinos.

“De Gregorio estuvo detenido en el Fusna y luego fue trasladado a la ESMA. En otros operativos mueren algunos dirigentes montoneros; pero otros fueron detenidos y también terminan siendo trasladados a Argentina”, explicó Perciballe, quien prefirió no dar más detalles porque la investigación está en la etapa de presumario.

Las torturas en el Fusna

El sociólogo santafecino Oscar El Sordo de Gregorio era un dirigente importante en la estructura de Montoneros; entre otras cosas, había participado en setiembre de 1974 en el secuestro de los hermanos Jorge y Juan Born, herederos de la corporación económica Bunge y Born (ver recuadro). Antes había estado en la organización política Descamisados, un grupo en el que militaron dirigentes peronistas relevantes como Jorge Taiana (luego canciller) y Fernando Galmarini (luego diputado), entre otros.

El secuestro de los Born

Oscar El Sordo de Gregorio era un dirigente pesado en la estructura jerárquica de Montoneros. En el libro Born, de la periodista argentina María O’Donnell, queda claro su rol protagónico durante las negociaciones con la casa central de Bunge y Born durante el secuestro de los hermanos Juan y Jorge. De Gregorio, según esta investigación, fue el encargado de transmitirle a la familia que la organización guerrillera exigía “cien” a cambio de liberar a los cautivos.

“¿Cien mil?” respondió el representante de la empresa. “Cien. Cien millones. De dólares”, aclaró De Gregorio, según consta en el capítulo 3 del libro de O’Donnell.

La ficha de la Secretaría de Derechos Humanos para el Pasado Reciente señala que cuando De Gregorio fue detenido en Colonia tenía 34 años. En Montevideo se domiciliaba en la calle Palmar 2238, casi en la esquina con Acevedo Díaz.

Los militares uruguayos aseguraron que intentó ingresar al país con documentación falsa, un revólver y dos granadas que tenía escondidas entre sus pertenencias. Una vez en el Fusna, trató de fugarse y resultó herido. El 18 de noviembre de 1977 lo internaron en el Hospital Militar, donde fue intervenido quirúrgicamente (le practicaron un ano contra natura).

Cuatro días después, dos oficiales argentinos de inteligencia lo interrogaron en el celdario del Hospital Militar; desde allí lo trasladaron otra vez al Fusna y volvió a ser torturado.

Finalmente, lo llevaron a Buenos Aires el 17 de diciembre, en un vuelo clandestino en helicóptero. En el informe que elaboró la Armada durante el primer gobierno del Frente Amplio para la ex ministra de Defensa Nacional Azucena Berrutti puede leerse: “El detenido fue trasladado en un helicóptero de la Armada Argentina que aterrizó en el Área Naval del Puerto de Montevideo”.

Primero estuvo en la ESMA. En marzo de 1978 fue trasladado a otro centro clandestino que funcionaba en la escuela Sargento Cabral, en Campo de Mayo, pero su estado de salud se agravó y lo llevaron al Hospital Naval.

De acuerdo con el testimonio de su compañera, Rosario Quiroga, murió el 25 de abril de ese año en la ESMA, “tras meses de tortura en Uruguay y Argentina, luego de ser herido y operado, y debido a un paro cardíaco”. Cuando su familia reclamó el cuerpo, un oficial naval le respondió que lo cremarían y lo enterrarían en una fosa común en el cementerio de La Chacarita. Sin embargo, todavía sigue desaparecido.

La historia de los argentinos

Volvamos unos meses antes, a mediados de diciembre de 1977. La detención de De Gregorio derivó en una serie de operativos coordinados entre las fuerzas represivas uruguayas y argentinas, dirigidos en particular a los montoneros que estaban en Uruguay, pero también a integrantes de los GAU, en ambas orillas del Río de la Plata. En este marco también fueron detenidos militantes del Movimiento de Liberación Nacional (MLN), del Partido Comunista Revolucionario (PCR) y de las Agrupaciones de Militantes Socialistas (AMS). La dictadura argentina sospechaba que en Uruguay se estaban organizando atentados de cara al Mundial de 1978, y con esa excusa afianzó sus lazos con los militares uruguayos.

De acuerdo con la información de la Secretaría de Derechos Humanos para el Pasado Reciente, tres montoneros que vivían en Uruguay murieron durante los operativos binacionales de diciembre de 1977: Juan Alejandro Barry, Susana Mata y Carlos Valladares.

Barry fue asesinado mientras se trasladaba por Avenida Italia en una camioneta Mehari junto con Jaime Dri, uno de los sobrevivientes, que presentó la denuncia en 2012 y vive actualmente en Panamá. La esposa de Barry, Susana Mata, se suicidó con una píldora de cianuro cuando llegaron militares a la casa en la que se encontraba desde la noche anterior, en la avenida Bullrich de Lagomar. En ese chalet también estaba la sanjuanina Rosario Quiroga con sus tres hijas, que también fueron secuestradas.

La hija de Barry y Mata, Alejandrina, tenía dos años y medio cuando murieron sus padres. Fue entregada a sus abuelos paternos el 29 de diciembre de 1977 y es recordada por los operativos mediáticos que se montaron en torno a su situación: los tres medios más importantes de la editorial Atlántida (las revistas Somos, Gente y Para Ti) la convirtieron en una especie de “botín de guerra” con artículos que la presentaban como una “hija abandonada” por sus padres guerrilleros. En una de las notas aparecía una foto de la niña, acompañada por el titular “Los hijos del terror”. Años después, Alejandrina presentó una demanda judicial contra la editorial Atlántida, que todavía está en curso.

Otros ocho ciudadanos argentinos fueron secuestrados en Uruguay. Cuatro de ellos fueron trasladados clandestinamente a la ESMA y años después recuperaron la libertad. Los otros cuatro fueron procesados por la Justicia militar uruguaya y condenados a años de prisión, entre ellos Estrella. Los cinco niños que estaban con esos adultos, según este documento, fueron entregados a sus familiares en Argentina en diferentes circunstancias.

La historia de los montoneros detenidos en Uruguay está relatada con detalles en el documental argentino Sonata en si menor, realizado en 2014 con base en una investigación periodística del medio cooperativo La Vaca, que está disponible en Youtube.

La carta de la madre

Aída Marconi era la madre de De Gregorio. Cuando se enteró de que su hijo había sido detenido en el puerto de Colonia les envió una nota a las autoridades uruguayas. La carta decía: “Mi hijo Oscar, de reconocida filiación peronista [...] Según relatos de testigos, al llegar a la Aduana de Colonia vestía pantalón azul marino, camisa celeste y saco sport cuadrillé blanco, negro y celeste. Allí luego de pasar por Migraciones, es introducido a una habitación, desde allí fue llevado del lugar por una camioneta carrozada, de color azul celeste y con la inscripción ‘Prefectura Naval’ en su puerta. A la misma fue introducido por la fuerza por dos personas que vestían pantalón marrón y camisa amarilla clara y que llevaban un revólver a la cintura. Desde allí fue llevado por la mencionada camioneta seguida de un taxi color negro con rumbo desconocido. Desde ese momento no tuvimos más noticias de mi hijo”.

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