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Ilustración: Ramiro Alonso

Apuntes del día: A la guerra con palitos

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Buenos días. Les comento algunas noticias que pueden leer hoy en la diaria.

El presidente Luis Lacalle Pou les comunicó ayer a representantes partidarios que, en el marco de negociaciones con el gobierno de China, recibió de este una carta en la que expresa su disposición a un acuerdo bilateral de libre comercio con Uruguay. Agregó que comenzará la evaluación de los eventuales costos y beneficios de ese acuerdo para distintos sectores.

Es mucha la información a considerar para un análisis serio de lo que algunos ya se animan a llamar un “preacuerdo” con China (trayendo a la memoria lo de la “fase de prevacunación” antes de que hubiera vacunas), pero caben algunas consideraciones iniciales.

Empecemos por lo más obvio. El interés de China en este asunto es, por supuesto, avanzar en su propia estrategia, que desde hace décadas la ubica en la disputa del predominio mundial, con avances muy significativos en América Latina que socavan la histórica hegemonía de Estados Unidos y poquísima gracia le hacen a la Unión Europea.

Como sabemos, Lacalle Pou sostiene que el Mercosur debe permitir que sus integrantes realicen por su cuenta acuerdos comerciales con otros países o bloques. Dice que esto no contraviene ninguna norma vigente del bloque, pero es un hecho que el Tratado de Asunción establece, desde 1991, que la creación del Mercosur implica “la adopción de una política comercial común con relación a terceros Estados o agrupaciones de Estados”. También es obvio que aceptar un cambio en este sentido tendría consecuencias de importancia para los dos socios mayores, Argentina y Brasil, de cuyas relaciones surgió y depende todo.

Si Uruguay o cualquier otro integrante del Mercosur se convirtiera en una puerta de entrada a él, podrían perder sentido rápidamente el arancel externo común y la eliminación de barreras al intercambio de bienes, servicios y factores productivos entre los Estados miembros (que dista mucho de ser completa pero ha avanzado en forma considerable). En pocas palabras, del proyecto de mercado común quedaría sólo el nombre, si algo quedara.

Uruguay presentó una propuesta formal para que se le reconozca el derecho a la negociación comercial independiente, pero el Mercosur sólo puede adoptar decisiones por consenso, y tanto Argentina como Paraguay ya se han pronunciado en contra de la iniciativa. Pese a algunas interpretaciones que circulan en nuestro país, tampoco es claro que Brasil la apoye por completo.

La prioridad declarada del gobierno de Jair Bolsonaro es que el Mercosur rebaje su arancel externo común, y da la impresión de que ha expresado cierta simpatía con la posición uruguaya para presionar a Argentina, pero esto no significa que esté dispuesto a poner en peligro sus propios intereses.

Por otra parte, todo puede cambiar con las elecciones brasileñas previstas para el año que viene, en las que hoy parece muy difícil que Bolsonaro sea reelecto. Por algo dijo Lacalle Pou que Uruguay “tiene apuro”.

La Cina è vicina (China está cerca) se tituló una película del italiano Marco Bellocchio en 1967. Pero China está muy lejos; cerca están Argentina y Brasil, y no tan lejos Estados Unidos. Una movida que contraríe en forma simultánea a esos tres países puede resultar sumamente riesgosa.

Hasta mañana.

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