Buenos días. Les comento algunas noticias que pueden leer hoy en la diaria.
El Frente Amplio (FA) se presenta a cada elección con un programa único desde su fundación en 1971, y defiende esto como una cuestión de principios. Inicialmente, también reivindicaba las candidaturas únicas a todos los cargos ejecutivos, y las consideraba una consecuencia lógica de la unificación programática. Esto marcaba un fuerte contraste con la práctica de los partidos llamados tradicionales, que presentaban múltiples candidaturas a la presidencia de la República, cada una de ellas con sus propias propuestas, a menudo contradictorias entre sí dentro de la misma fuerza política. Hasta la reforma constitucional de 1996, que estableció las elecciones internas, esto era posible y los candidatos presidenciales de cada partido sumaban votos entre sí, para desconcierto de los periodistas extranjeros que venían a cubrir los comicios y necesitaban largas explicaciones al respecto.
El FA incorporó las internas a su funcionamiento, y en ellas se han expresado bastante más que matices y diferencias de estilo, pero las precandidaturas se siguen planteando a partir de un programa común acordado por toda la fuerza política. Para cerrar el congreso frenteamplista del fin de semana hablaron Mario Bergara, Carolina Cosse, Andrés Lima y Yamandú Orsi, aspirantes a la postulación presidencial, y cada discurso tuvo énfasis diferentes. Sin embargo, el cuarteto comparte, ante la ciudadanía, el compromiso de aplicar las mismas bases programáticas.
Los partidos Nacional y Colorado, en cambio, pasaron forzosamente a tener candidaturas presidenciales únicas, pero no adoptaron criterios de unificación programática. Esto significa que quien gana las internas sólo está comprometido a aplicar sus propias propuestas y, como contrapartida, que los sectores derrotados mantienen el derecho a defender iniciativas distintas. Los acuerdos en esta materia vienen después, si se gana la presidencia, y están vinculados con el reparto de cargos en ministerios y otras posiciones de gobierno.
En los últimos años, las autonomías sectoriales dentro del Partido Nacional (PN) se han manifestado sólo en forma esporádica y acotada. El predominio de Luis Lacalle Pou ha sido muy fuerte, las dos precandidaturas presidenciales con mayor apoyo en las encuestas surgen de sectores que lo apoyan desde antes de 2019 (ambos surgidos del viejo tronco herrerista), y en ningún momento se ha planteado una orientación integral alternativa, aunque se siga reivindicando un “wilsonismo” disperso entre múltiples sectores (incluyendo a los que apoyan a Álvaro Delgado y Laura Raffo).
En este contexto hay que leer la propuesta de que el PN elabore, para las próximas elecciones, bases programáticas comunes. Si esta propuesta se lleva a la práctica, el resultado estará muy escorado hacia las posiciones herreristas o apelará a formulaciones muy generales en algunos temas, al estilo del “Compromiso por el país” de la actual coalición de gobierno, para no violentar demasiado a la minoría nacionalista. En cualquier caso, esta minoría puede ser la principal perjudicada, porque se limitarán sus posibilidades de mostrarse ante la ciudadanía con una orientación distinta.
Hasta mañana.