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Ilustración: Ramiro Alonso

Lacalle tiene mala prensa

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Buenos días. Les comento algunas noticias que pueden leer hoy en la diaria.

Ayer, en Treinta y Tres, el presidente Lacalle Pou habló de varios temas y entreveró unos cuantos. Acá nos va a dar para comentar solamente algunos.

Lacalle dedicó un buen rato a abonar el discurso sobre el tratamiento mediático del caso Astesiano que buscan imponer dirigentes de su partido, como el ministro de Defensa Javier García y el prosecretario de Presidencia, Álvaro Delgado. Según ese relato, la información sobre los intercambios por WhatsApp que mantuvo el exjefe de seguridad presidencial aparece de forma dosificada para conseguir fines políticos.

El presidente y su círculo no tienen por qué conocer técnicas periodísticas básicas, pero, como la mayoría de los adultos, pueden entender que lleva tiempo investigar un material tan abundante y poco inteligible como los audios y textos de un hombre muy activo y poco prolijo, como parece haber sido Astesiano. Por eso, los hallazgos informativos que encierra esa maraña de comunicaciones se van publicando a medida que adquieren forma clara.

Sin embargo, aunque no lo dijo directamente, Lacalle dio muestras de que intuye por qué los resultados de esas investigaciones se publican con premura (y no todos juntos dentro de, pongamos, dos o tres años). Como su ministro de Interior, el presidente negó que la remoción de la cúpula policial tenga que ver con el vínculo de las jerarquías con Astesiano. Lo interesante vino después, cuando se le preguntó por el funcionario que anteayer fue removido de su custodia tras conocerse su relación con el exseguridad (es el policía que le ofreció información personal de docentes sindicalizados y militantes estudiantiles del liceo 41), y Lacalle admitió que esa fue la causa del alejamiento, y que se enteró de la irregularidad gracias a la prensa.

Esa es una de las funciones del periodismo en una democracia: alertar cuanto antes y de la mejor manera posible sobre hechos que pueden afectar a la sociedad.

Lacalle también había recibido auxilio de la prensa cuando desde éste y otros medios se advirtió, en 2021, sobre los antecedentes delictivos de su jefe de seguridad, pero esa vez no aceptó la ayuda.

Quizás por ese desfasaje, ayer insistió con que el caso Astesiano es una cuestión de “afectación personal”, en lugar de un problema que involucra a muchas instituciones, y volvió a decir que su error fue haber nombrado a Astesiano, cuando el error más evidente es haberlo mantenido en su puesto tanto como lo fue posible pese a las múltiples señales que daba el “hombre de confianza”. De esas múltiples señales nos estamos enterando gracias a investigaciones periodísticas.

Hasta el lunes.

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