Buenos días. Les comento algunas noticias que pueden leer hoy en la diaria.
Es comprensible que la derrota electoral sea difícil de digerir para el Partido Nacional (PN), donde se había instalado la expectativa de lograr, por primera vez desde 1962, un segundo período consecutivo de gobierno. También se puede entender que las dificultades para procesar el revés traigan consigo un intercambio de reproches y facturas, como suele suceder en cualquier partido. De todos modos, las discusiones públicas se vienen procesando en una de las peores formas posibles, con más agresividad que contenido político.
“Para más inri”, como dicen en España, en el centro de varios conflictos entre nacionalistas está la excandidata a la vicepresidencia Valeria Ripoll, la persona a la que resulta más fácil culpar del resultado electoral por su condición de recién llegada al PN, su historia previa en otras organizaciones, su perfil social y el hecho de que es mujer.
Es inviable negar que Luis Lacalle Pou era desde antes de ganar las elecciones de 2019 la principal figura política del PN, que se consolidó como tal por ser el primer dirigente desde 1989 que logró ganar una elección nacional, y que tanto su desempeño en la presidencia como la muerte de Jorge Larrañaga en mayo de 2021 contribuyeron a ubicarlo en una posición de liderazgo indiscutido.
Entre las muchas pruebas están, por ejemplo, su papel central en las campañas por el referéndum de 2022 y el reciente plebiscito sobre seguridad social, su incidencia en la elección de Álvaro Delgado como precandidato para sucederlo y su presencia como primer candidato en casi todas las listas nacionalistas, que además estamparon, en la gran mayoría de los casos, su imagen con la banda presidencial como fondo.
Por otra parte, parece muy poco probable que Delgado tenga la intención de disputarle el liderazgo del PN a Lacalle Pou, y si la tuviera le sería, sin duda, muy difícil tomar distancia de él. Todo el país sabe que ha desarrollado la parte más importante de su trayectoria política como su colaborador de confianza y que hizo campaña electoral presentándose como su continuador, sin discrepar con el todavía presidente en ningún asunto relevante o banal.
Si alguna figura nacionalista se propusiera competir por ese liderazgo, debería plantear abiertamente una orientación distinta. En los últimos cinco años, no se atrevió a tanto ninguno de los dirigentes cercanos a Lacalle Pou, y tampoco otros que tenían discrepancias con su gestión de gobierno. Ninguna figura de peso le ha atribuido responsabilidad en la derrota.
El predominio del actual presidente y su tan mentada popularidad no determinaron que el PN mejorara su votación. Lacalle Pou logró casi 32% de los votos en la primera vuelta de 2014 y casi 30% en la de 2019; Delgado tuvo poco más de 28% en la de este año. Sin embargo, todo indica que la gran mayoría de los nacionalistas están muy conformes con su conducción y confían en él para 2029. Quien le quiera ganar tendrá que trabajar mucho y con viento en contra.
Hasta mañana.