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Ilustración: Ramiro Alonso

Ni para vivir, ni para morir

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Buenos días. Les comentamos algunas noticias que pueden leer hoy en la diaria.

En una de las jornadas más gélidas en lo que va del año, el gobierno declaró el lunes una “alerta pública de nivel rojo y de alcance nacional” con el objetivo de que “nadie duerma en la calle”. El anuncio –hecho por el director del Sistema Nacional de Emergencias (Sinae), Leandro Palomeque– llega después de que Uruguay registrara la muerte de siete personas en situación de calle desde mayo. Los tres últimos fallecimientos tuvieron lugar entre el domingo y el lunes.

Palomeque explicó que la declaración no restringe la movilidad y tampoco la suspensión de actividades públicas, privadas y educativas, sino que se limita a “habilitar a los equipos operativos que se encuentran en territorio a la evacuación obligatoria de las personas y animales en situación de vulnerabilidad o riesgo”. La herramienta está establecida en el artículo 21 de la ley de creación del Sinae, de 2009, y su aplicación está prevista “en el marco de una alerta o del estado de desastre”. Sin embargo, no se había aplicado hasta ahora.

Más tarde, el ministro de Desarrollo Social, Gonzalo Civila, reconoció que se llegó a esa medida porque “cada vez hay más personas” en situación de calle y “las herramientas disponibles no son suficientes”. Según supo la diaria, el plan de emergencia se gestó entre la tarde-noche del domingo y el lunes, después de que el presidente, Yamandú Orsi, les pidiera a los ministros del área social que se reunieran a idear un plan para “sacar a toda la gente de la calle”.

Desde filas opositoras consideraron insuficiente la respuesta del Ministerio de Desarrollo Social y, por eso, tanto el Partido Nacional como el Partido Colorado convocaron a Civila al Parlamento, una comparecencia que ya tiene fecha para el martes 1° de julio.

A miles de kilómetros de Uruguay, un desastre de otras características parecía tener punto final ayer de noche cuando el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció que los gobiernos de Irán e Israel llegaron a un acuerdo para poner fin al conflicto bélico que escaló desde el 13 de junio. Quizás ahora, que el planeta ya no tendrá los ojos puestos en el posible inicio de una Tercera Guerra Mundial, el foco vuelva a la situación en Gaza, que, como también les contamos en esta edición, sigue siendo grave, con decenas de personas asesinadas a diario, incluidas aquellas que se acercan a los puntos de distribución de alimentos que maneja una empresa privada estadounidense que trabaja en coordinación con las autoridades israelíes.

Pese a cierto alivio universal, el panorama que queda planteado a nivel internacional debe interpelar no sólo a quienes dan las órdenes de bombardear, sino a las fuerzas democráticas que, por omisión, no están logrando poner freno a la violencia, como escribe en su nueva columna nuestro compañero Marcelo Pereira.

En medio de tanta oscuridad, un rayito de luz apareció el viernes con la liberación en Estados Unidos del palestino Mahmoud Khalil, que había sido arrestado el 8 de marzo como parte de la política del gobierno de Trump contra las protestas que se desarrollaron en universidades en repudio a la ofensiva israelí en Gaza. El sábado, en declaraciones a periodistas, dijo algo que desde acá parece muy evidente: “Nadie debería ser encarcelado por denunciar un genocidio”.

Hasta mañana.

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